Hay fuentes de trabajo en producción de alimentos, según el diputado Vega

Diputado César Vega.

El diputado del Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI), César Vega, nació en Paysandú y fue elegido diputado por Montevideo, donde reside desde hace décadas. Es ingeniero agrónomo y productor rural orgánico en su chacra ubicada en Punta Espinillo, en la zona oeste de la capital.
Vega explicó a EL TELEGRAFO que si es convocado a una “Paybancada” a fin de presentar propuestas para la reactivación del departamento, lo hará desde un proyecto productivo para crear “soberanía alimentaria”.

LO QUE PUEDE PAYSANDÚ

Al referirse a las fortalezas del suelo local, aseguró que “no podemos producir yerba mate en Paysandú, porque es probable que no ande, pero la mejor yerba mate de esta zona puede ser para Maldonado, Treinta y Tres, Lavalleja o Rocha porque dice la historia que en el tiempo de los jesuitas, venían los guaraníes caminando. Se llevaban la yerba del año anterior y dejaban la que querían para el año siguiente en los hornitos de piedras que todavía existen”.
En Uruguay, este producto “se importa el cien por ciento, pero por suerte, ya hay plantaciones pequeñas”. Calculó que en Uruguay, “consumimos 20 millones de kilos por año y se pueden plantar en 4 o 5.000 hectáreas. Todo lo que sea sustitución de importaciones, es un palabra mal vista por los economistas teóricos, así como hay ingenieros agronómos teóricos que siguen defendiendo productos químicos prohibidos en otras partes del mundo”.
En su zona “tenemos un amigo que cultiva y vende el ajo a 30 pesos. Cuando se plantan 300.000 ajos por hectárea –si pudiéramos vender todo a 30 pesos–, nos da un millón de pesos por hectárea. Cualquier productor dice que no hay ninguna posibilidad, pero sí que la hay. El tema es que de esos 30 pesos, más o menos 15 es lo que un productor lograría por ese producto en buenas condiciones. Multiplicamos 250.000 o 300.000 cabezas por hectárea por 10 o 15 pesos y sigue dando un disparate de dinero”.
Reflexionó que “si estuviera en Paysandú, donde viven unas 100.000 personas, debo calcular el consumo de papa o cebolla o ajo. O cuánto tomate y lechuga se consume en verano. Son cuentas que se sacan fácilmente. Las quintas orgánicas no son monocultivos y si algún día crece demasiado, el mejor negocio es seguir con la fruta. Pero plantarla para Paysandú y no dedicarse a otros departamentos”. Explicó que para su proyecto, “hay que empezar a enseñar todo de cero. Yo conocí un Paysandú con horticultores viejos que tenían una cultura de producción, pero no sé cómo andamos ahora”.

CÓMO EMPIEZA

Según Vega, “para plantar esa cantidad por hectárea, hay que comprar 25.000 ajos, porque de una cabeza salen más de 10 dientes. Es decir, puede salir entre 300 o 400.000 pesos para plantar la primera hectárea. Como es mucho dinero y riesgo, no lo hacen. Lo que no se calcula es que a partir del segundo año, ese costo desaparece porque ya tiene su ajo propio. Entonces, hay que hacerlo por primera vez y bien, que es algo que no hacemos en Uruguay”.
Recordó que plantó su “primer ajo en el predio de Mario Zipitría en 1992 y como ellos eran lechugueros, mi ajo quedaba regado como si fuera lechuga. De acuerdo a todos los libros, al ajo no le gusta el agua, pero eso no era cierto. Vimos que no le gusta el agua en el último mes y medio, antes de la cosecha, que es en los primeros días de diciembre”.
En su opinión, “para calcular el agua de los cultivos es muy fácil. Si podemos tener la tierra siempre húmeda –salvo en la última etapa– veremos que el cultivo responderá de la mejor manera. Eso se hace restando de lo que llueve. En verano deben darse 5 o 7 litros de agua por metro de suelo y eso no se da de manera espontánea. Por eso aparecen los sistemas de riesgo por goteo o aspersores”. Vega aseguró que “con toda la tecnología de ahora, es imposible que a alguien le vaya mal, salvo por las características climáticas que en los últimos tiempos han sido de exceso de agua y no de falta de agua, como tenemos ahora”.
Consultado sobre los cálculos para comenzar, sostuvo que “en el primer año no se plantan más de 1.000 metros. De ahí sacarán una parte para vender y otra parte será para pasar a la media hectárea y de allí se puede pasar a una o a dos. No se hacen locuras”.
Ejemplificó que “el costo más grande que tiene el ajo, al igual que otra hortaliza, es la semilla. Con más razón este caso, que es el propio diente del ajo. Y nunca hay que recomendarle a nadie que vaya a plantar esos cultivos con mucha cantidad el primer año. Si le va bien, es peor para él. Tengo cuentos de gente que plantó papa por primera vez y le fue bien, porque el clima vino bien. Pero al año siguiente plantó diez veces más, le vino mal el clima y marchó porque no supo qué hacer”.
El diputado observó un aspecto “fundamental, y sobre el cual erran los productores del sur del país y es que cada uno quiere tener su maquinaria. Eso encarece mucho un proyecto. En otros países del mundo, la maquinaria, que es un costo fijo muy alto, se maneja de forma asociativa. Lo que pasa es que todos debemos ser responsables del mantenimiento, pero eso no puede ser un impedimento”.

UN TEMA CULTURAL

Preguntado sobre algunos ejemplos que resultaron fallidos en la producción de carne orgánica, precisó que “hay que sentarse a conversar con la gente y preguntarnos por qué fallaron los procesos. Porque no podemos mejorar si no levantamos los impedimentos”.
Una de sus propuestas apunta a la cría de pollos y cerdos, “de producción a campo, como le decimos. Sería para mi, la forma de hacerlo. Hay un alto componente en infraestructura muy cara que he visto en algunos predios. Es una parte de la producción que no es necesaria porque el cerdo debe ser criado en condiciones muy baratas. No hay que dedicarse a hacer infraestructuras”.
En el caso de los pollos, “han bajado tanto los costos que los galpones se parecen más a un invernadero que a un galpón de antes. Cuando hacemos una infraestructura muy cara de entrada, después quedamos esclavos del negocio”.
Según Vega, “hay una demanda muy importante de carnes orgánicas. Pero arrancaría como lo hice yo en el caso del cerdo, con unas pocas madres. Cuando las compré en Facultad de Agronomía, pedí que me las trajeran con cuarentena. A esto también hay que hacerlo con carácter científico”.
Alertó que en nuestro país, “podemos perder la cultura de la oveja, como le pasa a España que lleva esquiladores uruguayos para allá y todavía, sacamos un premio porque tuvimos al más rápido de todos. Lo maravilloso es que las ovejas están en Uruguay para que los esquiladores trabajen acá”.
A Uruguay llega “la pasta de tomate en tanques de 1.000 litros para echarles el agua acá. Eso me parece al borde de la indignidad”, enfatizó.

LOS SALARIOS

Vega aseguró que los costos son relativos. “Caro o barato es en relación a algo. A España le sale más caro llevar los esquiladores de Uruguay. Acá los salarios del campo no son tan caros. El problema es cultural, es decir, hay que entusiasmar con los números a la gente”.
Explicó que con su proyecto, “primero hay que entusiasmar, segundo hay que calcular y no plantar por plantar y tercero, debemos tener un Estado que nos defienda. Las intendencias pueden hacer bastante más que repartir semillas”.
Recordó que “cuando hablan de crear fuentes de trabajo, la mayor parte de esa gente no tiene estudios. Si para esa población no es el campo, entonces que me digan qué es. Y cuando hablan de la construcción, decimos que ahora van a construir una planta de celulosa, pero cuando se termine: ¿vamos a construir otra planta de celulosa?”.