La dictadura de lo políticamente correcto

El miércoles una noticia sorprendió por lo ridículo. HBO Max retiró de su plataforma de streaming el filme “Gone With the Wind” (Lo que el viento se llevó) de su catálogo en Estados Unidos, después de que la cinta de 1939 haya sido criticada durante años por ofrecer una visión idealizada de la esclavitud y perpetuar estereotipos racistas. Una película de hace más de 80 años analizando con los ojos actuales, un filme que versa sobre la Guerra de Secesión en el siglo XIX escudriñado con la mentalidad de hoy en día.
Es otro paso dado por esta dictadura de lo políticamente correcto, que todo lo aplaca para reducirlo al pensamiento predominante, a ese que supuestamente no quiere herir a nadie pero que encasilla y termina siendo lo que asegura combatir: ser intolerante con los que piensan distinto.
Que no pueden ni siquiera darse cuenta de la época en que ocurren las cosas ni ponerse a pensar que en otros tiempos –además de saber tenerlo como elemento histórico– había actitudes que moralmente no eran condenadas. Y de ahí el valor de conocer cómo transcurría la vida décadas atrás, para no volver a repetirlas. Pero esta no es la forma de condenarlas.
Difícilmente el racismo se acabe porque sacaron de la grilla esta película que protagoniza el gran Clark Gable.
El racismo seguirá allí por más que a algunas luminarias, influida por ese precario pensamiento, hagan esta movida. Los problemas no van a dejar de suceder porque se retire este tipo de documentos en formas de filmes, incluso en un país donde el racismo hace punta.
“Lo que el viento se llevó” es una joya de Hollywood, una superproducción de suma importancia histórica, cultural y estética; ganadora de diez premios Oscar, entre ellos el de Hattie McDaniel (Mammy), la primera afroamericana en ser reconocida con la estatuilla. Es justo mirarla con los ojos de su tiempo, finales de los años de 1930, una década donde la discriminación y las leyes de Jim Crow estaban en su esplendor. Sin embargo, no podemos negar su naturaleza problemática.
El movimiento en Estados Unidos coincide con la decisión de otras compañías como Disney, que evitó incluir en su nueva plataforma “Song of the South” (Canción del Sur) –un filme polémico desde su estreno en 1946– o la cadena de televisión Paramount que canceló el programa de telerrealidad “Cops” protagonizado por policías de Estados Unidos.
La retirada de “Gone With The Wind” llega un día después de que el diario Los Angeles Times publicara una columna de opinión, firmada por John Ridley, en la que solicitaba la medida porque la historia “glorifica” la esclavitud durante la Guerra de Secesión de Estados Unidos, “ignora sus horrores y perpetúa los estereotipos más dolorosos para las personas de color”.
El período histórico en el que se basa la película, y la novela original, es un capítulo aún controvertido en la sociedad estadounidense: los estados del sur querían proclamar la independencia al negarse a abolir la esclavitud.
Por cierto, esta película ya había sido señalada en su época por activistas como el guionista afroamericano Carlton Moss, quien criticó las estereotipadas caracterizaciones de los personajes negros por ser “perezosos, torpes, irresponsables” y mostrar una “radiante aceptación de la esclavitud”.
Otro caso del estilo surgió por estos días con la popularísima serie “Friends”. Marta Kauffman, que creó el formato con David Crane, lamentó la falta de diversidad de la trama. “Ojalá hubiera sabido entonces todo lo que sé ahora. Lo lamento, porque habría tomado decisiones muy diferentes”, dijo en una conferencia del festival ATX TV. Ahora solo faltaría que la prohibieran por ese mismo motivo.
Y así con muchas cosas por estos tiempos. En nuestro país también sucede con diferentes manifestaciones u opiniones. Los jueces de la nueva moral salen con los tapones de punta en caso de que una aseveración no entra en sus registros. Para peor, lo hacen en nombre de la libertad y el decoro.
Pareciera que existe un paquete sobre lo que hay que pensar y decir, sobre lo que hay proponer en cualquier ámbito o actividad. Sucede con las películas y también con postulados políticos, sociales, económicos. Hoy en día, quien se manifieste en contra del aborto, por ejemplo, será ejecutado en la plaza pública sin más miramientos. Sin escuchar argumentos y sin respetar que otro pudiera pensar distinto.
La dictadura de lo políticamente correcto se encuentra entre nosotros, aunque no lo notemos. Y no es otra cosa que eso: una dictadura. Tan nociva y aberrante como cualquier dictadura.
Existe una gran autocensura en todo sentido. Su instauración no ha generado ningún gran debate, inhibido en sus prácticas y contenidos. Algo que demuestra la eficacia de esta conducta. Parece increíble, pero ya casi no se pueden hacer bromas en público sobre algunos asuntos, porque cualquiera, en su literalidad infinita, se puede ofender.
Un terror que está matando las expresiones de humor y de las opiniones diversas en el buen sentido, algo que suele pasar con muchísima frecuencia en las redes sociales y en los medios de comunicación.