El lamentable festejo de los jóvenes médicos

En las últimas horas ha trascendido, en los medios de prensa y en las redes sociales, el festejo de graduación protagonizado por varios estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (UdelaR) que tuvo lugar en el Parque Batlle de la ciudad de Montevideo sin respetar las políticas sanitarias que se aplican en Uruguay y en el mundo en cuanto a distanciamiento social, uso de tapabocas, así como evitar los saludos sociales (abrazos, etcétera) y una aglomeración de esas características, en la cual participaron unas 400 personas.
Si bien culminar una carrera universitaria luego de tantos años de estudio es un justo motivo de alegría (Medicina es de las más largas) y orgullo que amerita festejarlo, la forma que eligieron estos flamantes médicos para hacerlo fue absolutamente riesgosa, desubicada e infeliz. En efecto, durante la celebración se desconocieron las más mínimas medidas de prevención para evitar el contagio del coronavirus COVID-19 (propiciando de esa forma su contagio, lo que demuestra una absoluta falta de interés por la salud ajena) lo cual resulta agravado porque se trata de médicos recién graduados, contradiciendo así los más mínimos principios de esa noble e importante profesión. A esto hay que sumarle que estas reuniones se realizan utilizando alimentos (harina, huevo, aceite) lo que no sólo significa un desperdicio frívolo de los mismos, sino también la generación de residuos que quedan tirados en calles, plazas y parques que son bienes públicos de uso común y que deben ser limpiados a costo de los contribuyentes. Ante estos hechos, el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) expresó claramente su opinión sobre los mismos en un comunicado difundido en su cuenta de Twitter en la cual manifestó que “rechazamos la ausencia de responsabilidad sanitaria, así como la falta de sensibilidad sobre la convivencia ciudadana dejando la zona de festejo en pésimas condiciones. Apelamos a que los responsables de lo antes mencionado, reflexionen sobre la situación y desarrollen el ejercicio de la profesión con un mayor compromiso con la sociedad”.
Lamentablemente, los estudiantes de medicina (hoy médicos) fueron protagonistas de otro triste y macabro episodio acaecido en el año 2015. Como lo consignara el diario “El Observador” en ese momento, “Que los estudiantes de medicina que realizan sus últimas guardias de práctica antes de recibirse realicen fiestas para celebrarlo no es extraño. Tan habituales son esas fiestas, que cuando las programan, contratan a otros estudiantes para que trabajen mientras ellos celebran. La madrugada del 30 de abril fue una de esas noches, pero ninguna persona fue contratada para cubrirlos. La emergencia del Hospital de Clínicas estaba casi al tope de pacientes. Según pudo saber El Observador, un interno de los 10 que estaban de guardia llevó en una camilla el cuerpo de una persona que había fallecido hacía menos de 15 minutos y lo sumó a los festejos en el cuarto de internos, donde otros 8 alumnos bailaban, fumaban y tomaban alcohol con luces sicodélicas que ambientaban el lugar. (…) Las horas pasaban y sólo uno de los 10 se preocupó de atender a los pacientes. Sobre la hora 4 uno de esos pacientes murió. Era un hombre mayor que estaba en la Emergencia hacía varios días y al cuidado de un familiar. Testigos relataron a El Observador que una vez que el hombre murió, su familiar se despidió y aceptó que comenzaran los trámites para trasladarlo a la morgue. Los médicos colocaron el cuerpo en la camilla y lo dejaron en un corredor, tan solo unos minutos. Uno de los internos vio el cuerpo y aprovechó que no había nadie supervisando para llevárselo. De esa forma, el cadáver llegó al cuarto de internos donde se realizaba el festejo por el fin de cursos dentro del hospital”.
En el año 2018, los hoy médicos volvieron a mostrar su falta de sensibilidad. En esa ocasión, los entonces recién egresados robaron diversos materiales médicos (bolsas de drenaje, pañales para adultos, mascarillas y otros insumos) para usarlos en sus celebraciones en el Mercado del Puerto. El total de lo robado ascendió a 50.000 pesos pero no hubo denuncia porque según el diario “El Observador”, al comprobarse el faltante, el grupo decidió abonar esa suma y evitar de esa forma que el tema fuera llevado a la órbita penal.
Estas conductas de los estudiantes de medicina dejan en claro que los hoy profesionales médicos de salud tienen un “modus operandi” para festejar sus graduaciones que está basado en la frivolidad, la indiferencia, la carencia de empatía y la más absoluta falta de respeto por otras personas vivas o fallecidas. No importa si la fiesta es en un cuarto médico, en el Mercado del Puerto o en el Parque Batlle: para ellos el otro no existe y mucho menos les interesa el bienestar de los demás. Lo único que realmente les interesa es divertirse sin importar si para ello deban molestar, agredir derechos ajenos, robar o vilipendiar cadáveres. Resulta alarmante imaginar qué clase de profesionales se están formando en nuestro país y cómo atenderán a sus pacientes en el futuro. Si creen que pueden organizar fiestas por encima de los derechos de vivos y muertos, ¿qué pensarán el día de mañana cuando ejerzan su profesión, en la cual el bienestar de sus semejantes es y debe ser su principal preocupación?
Sobre lo que sí no hay dudas es que los protagonistas de estos aberrantes hechos han olvidado sus obligaciones en materia de ética profesional que les imponen el Código de Ética del Colegio Médico del Uruguay (institución que regula el ejercicio de la medicina en sus aspectos éticos, deontológicos y diceológicos, y a la cual pertenecen todos los médicos) según el cual “Los profesionales de la medicina deben cuidar la salud de las personas y de la comunidad sin discriminación alguna, respetando la vida y los derechos humanos. Es deber fundamental prevenir la enfermedad y proteger y promover la salud de la colectividad. El médico debe ejercer inspirado por sentimientos humanitarios”. Todo ello sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 307 del Código Penal Uruguayo, el cual dispone que “El que vilipendiare un cadáver, o sus cenizas, de cualquier manera, con palabras o con hechos, será castigado con seis meses de prisión a cuatro años de penitenciaría”. Al fin y al cabo, se trata de lamentables “tradiciones” que deben ser sancionadas con medidas ejemplarizantes como la suspensión temporal del título que han obtenido, sin perjuicio de las multas administrativas o acciones penales que pudieran corresponder. En cualquier caso, resulta justo dejar en claro que estas conductas de los recién graduados no pueden ni deben empañar el ejercicio de miles de médicos que a lo largo y ancho del país desempeñan ética y responsablemente su profesión.
Así las cosas, a estos frívolos e irresponsables exestudiantes de Medicina y hoy médicos egresados de la UdelaR hay que recordarles que los médicos no son dioses ni están por encima de ley; son simples ciudadanos que han recibido educación pública gratuita y que deberían mostrar un mínimo de respeto, educación, decencia, y solidaridad hacia sus semejantes. Pobre destino el que nos espera a las uruguayas y uruguayos que caigamos en manos de estos jóvenes profesionales.