Un acuerdo mayúsculo

El acuerdo que alcanzaron esta semana Emiratos Árabes Unidos (EAU) e Israel, con mediación de Estados Unidos, es un hecho histórico, significativo y de gran implicancia para los actores. También para todo Medio Oriente y, por ende, para la estabilidad de resto del mundo. Los conflictos en torno a esa zona siempre han tenido ramificaciones en todo el globo, y jamás pasa desapercibido lo que sucede allí. Es un buen signo para alcanzar la paz, entre israelíes y palestinos, entre israelíes y árabes, tan ansiada y esperada. Esa que no parece llegar nunca.
Se trata de un paso relevante también porque hasta ahora Israel no tenía relaciones diplomáticas con ningún país del Golfo Pérsico debido, principalmente, al apoyo de esos países a la causa palestina. De hecho, hasta ahora, solamente dos naciones árabes habían firmado acuerdos de paz con Israel: Egipto y Jordania.
La preocupación compartida por la influencia regional de Irán ha llevado en los últimos años al establecimiento de contactos no oficiales entre Israel y EAU, así como con otros gobiernos de la región como Arabia Saudita. La formalización de las relaciones también contó con el aporte de Estados Unidos, muy interesado en estrechar estos lazos.
El acuerdo ha sido presentado como una decisión “valiente” y un gran logro porque detiene, al menos de forma temporal, los planes de anexión que Israel se disponía a emprender desde julio en Cisjordania, así como un paso hacia la paz en Medio Oriente. De cualquier modo, no han detenido las protestas palestinas en algunas ciudades, justamente, de Cisjordania.
Tras el sorpresivo comunicado conjunto del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el príncipe heredero de Abu Dabi, Mohamed bin Zayed, muchos se han preguntado qué gana EAU dando este arriesgado paso, siendo el primer país del Golfo Pérsico que se atreve.
“EAU obtiene muchas ganancias estratégicas de este proceso de normalización con Israel”, afirmó a la agencia Efe la directora del proyecto “Dinámicas futuras en el Golfo” del centro de ideas británico Chatham House, Sanam Vakil. La experta señaló que las relaciones entre los dos se han desarrollado desde 2010 y han sido cada vez “más abiertas” en los pasados años.
“Ambos países comparten la preocupación por la influencia regional de Irán y por el papel de los Hermanos Musulmanes en la zona”, explica Vakil. Uno de los principales enemigos de Israel es precisamente el grupo islamista Hamás, que gobierna en la franja de Gaza y es gemelo de los Hermanos Musulmanes, agrupación que tiene muchas ramificaciones en todo Medio Oriente y que EAU no tolera en absoluto.
Además, uno de los motivos de EAU es mejorar su posición en Washington. Hasta el momento, EAU ha evitado el enojo de Estados Unidos respecto a su participación en la guerra del Yemen, que ha llegado a poner en duda la alianza con Arabia Saudita, el principal aliado árabe de los estadounidenses. Arabia lidera la coalición militar que interviene en el Yemen desde 2015, en la que EAU es un socio destacado, y que es acusada por organizaciones humanitarias de matar a civiles en el conflicto.
Aunque Netanyahu, primer ministro israelí, vaticinó que otros países árabes y musulmanes seguirán el ejemplo de EAU, de momento es poco probable que el próximo sea Arabia Saudita, debido a su posición en el mundo árabe y teniendo en su territorio los lugares más sagrados del islam.
Las especulaciones apuntan a Bahréin, el pequeño reino que en junio del año pasado recibió una conferencia promovida por Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, en la que se presentó un plan económico de la Casa Blanca para solucionar el conflicto palestino-israelí, y que ha tenido varios y polémicos contactos con Israel.
De cualquier modo, hay que matizar y poner los elementos en su justo lugar. Habrá que tener paciencia e ir viendo cómo se desarrollan los acontecimientos. El establecimiento de relaciones diplomáticas completas, la apertura de embajadas y la normalización de lazos comerciales entre Israel y los Emiratos Árabes son un paso diplomático significativo, pero inevitablemente despiertan dudas.
Es importante también ver qué no significa, se pregunta un análisis de la BBC que afirma que esto está lejos de ser un plan de paz amplio que resuelva la cuestión palestina como ha promocionado el presidente Trump, aunque sí hay beneficios a corto plazo para todas las partes.
Para EAU, Israel y Estados Unidos resulta un gran acuerdo, pero no tanto para los palestinos, cabe decir. Para ellos, no parece que esto vaya a crear otra cosa que no sea frustración y esa sensación de que de nuevo han sido dejados de lado.
Por este motivo, no queda otra que seguir trabajando para, justamente, conseguir la paz con los palestinos, para que ellos por fin puedan contar con su estado propio y que ellos e israelíes, logren una convivencia pacífica. Esto, en definitiva, es el gran reto para todos. Aplacar la agresividad mutua que suele surgir entre los bandos, debería ser otro objetivo. Por lo pronto, Israel se animó a firmar un acuerdo de paz con un país árabe desde aquel con Jordania en 1994. Una movida más que positiva, a la que hay que seguir regando.