Carta abierta al Sr. Intendente Departamental de Paysandú
Dr. Nicolás Olivera
Le confieso que para mí es una satisfacción poder dirigirme a Ud. el título que conlleva la enorme responsabilidad que le ha otorgada la población de Paysandú.
“¿A quién mató ese Liandro Gómez?”
Confieso que –yo que soy tan charlatán– quedé mudo ante esa pregunta de una chiquilina que, estimo, estará en segundo año del liceo.
Dejemos de lado mi nerviosa respuesta y la agradable charla que tuvimos después y vayamos a la situación que ha causado este desconocimiento.
Paysandú ha sido siempre un grupo humano valeroso y orgulloso como lo prueba el hecho que a poco de asentarse en esta región abandonaran su primera ubicación en la margen hoy argentina del Río Uruguay, para asentarse luego en la zona cercana al hoy Casa Blanca y finalmente al punto actual.
Valerosos y orgullosos fueron los sanduceros mil y una vez: enfrentando los peligros del territorio salvaje, gestando la confabulación de Casa Blanca, acompañando a Artigas en el Éxodo, cobijándolo en Purificación y defendiendo a Paysandú tantas veces como fue necesario, con las armas primero y con el esfuerzo productivo después, cuando las armas se transformaron en herramientas y el humo de los disparos dejó su lugar en el aire al ondulante exhalar de las chimeneas fabriles.
Por esto, dolorosamente, constatamos que no existe una “política de estado” en las autoridades departamentales en lo que tiene que ver con la investigación, estudios. Información, difusión y hasta explotación turística de nuestra historia, la Historia de Paysandú.
Con el devenir de los distintos períodos de gobierno se han hecho las cosas bien, regular, mal y muy mal.
Señor Intendente, aunque parezca un contrasentido, no pretendemos hurgar en el pasado, ni buscar culpables que, permítaseme el chistecito, serán juzgados por la Historia.
Por lo expuesto veamos brevemente la situación de hoy. Desconociendo el organigrama municipal, suponemos que todas las reparticiones vinculadas con la historia dependen de la Dirección Municipal de Cultura y todos sabemos que la titular de la misma dio claras muestras de desconocimiento y desinterés total por el tema.
Los museos departamentales, pese a algunos esfuerzos aislados, se han convertido en verdaderas taperas, salas de exposición, de espectáculos artísticos y hasta algunos “cuasi rituales” con mucho “porro y birra” llegando a producirse un incendio en la capilla del Monumento a Perpetuidad.
Repasemos: el Museo de la Tradición fue avasallado. Fueron retiradas piezas muy importantes, especialmente de la cultura gauchesca e indígena, se realizó una mini exposición sobre temas sanduceros con un desconocimiento llamativo. Luego retiraron el resto del material y fue sala de exposiciones. Finalmente y hasta hoy el local es una mezcla de tapera y depósito de otras dependencias municipales, mientras que en el jardín valiosos carruajes, carretas y volantas enfrentan sin ninguna defensa la intemperie que día a día las está carcomiendo.
El Museo de la Defensa, ubicado en el Mausoleo del General Leandro Gómez, luce cadenas y candados que no protegen nada, porque nada hay en su interior.
El Monumento a Perpetuidad, si bien indestructible por sus características, ha sido profanado por el uso indebido, el robo de la mayoría de las piezas de metal que existían y la pequeña “oficina” que se construyó ni siquiera combina estéticamente.
Es justo destacar que el emprendimiento público privado ha aportado muy destacados murales con temas históricos, así como que hace pocos días la comuna ha lanzado con bombos y platillos un centro cuya creación fue planteada y planificada hace una docena de años.
El Interior Departamental daría para escribir tanto o más, pero para no abusar de su tiempo sólo voy a mencionar un caso: el sitio donde se recuerda a Purificación. Ese lugar es, en mi opinión, una ofensa a la memoria de José Artigas, una vergonzante violación al Decreto Presidencial que fuera firmado en el Palacio Legislativo, frente a la urna que guarda los restos del Héroe.
En suma, en la Intendencia Municipal hay un descuido pasmoso de la Historia de nuestro Paysandú.
Por todo esto le sugiero, le solicito, que las dependencias municipales aludidas cumplan su fines específicos, que dejen de hacer interpretaciones ideológicas y se muestren los hechos como fueron. Que los museos sean museos, que la Dirección de Cultura promueva efectivamente la difusión de todos los contenidos históricos, que se produzca tecnológicamente todo tipo de material para docentes en particular y para todos los sanduceros en general.
Señor Intendente, he tenido la oportunidad de participar en algunas reuniones de trabajo con usted cuando era Director Municipal y por eso recuerdo claramente como describía el “sueño” que tenía de realizar una gigantesca recreación de la Defensa de Paysandú, utilizando una tecnología que recién se iba conociendo en aquel momento y que hoy es mucho más accesible.
La verdad es que, en mi imaginación me parece posible estar en el centro de la Plaza Constitución aturdido por los cañonazos brasileños y argentinos, viendo al Coronel Leandro Gómez dictar una orden para que el Capitán Larravide la haga llegar al jefe de la línea defensiva de la calle treinta y tres orientales, el Coronel Lucas Píriz. O, también, estar esquivando metralla dentro del cuadro pintado por Juan M. Blanes.
Acaso podría ser una buena idea la creación de una Academia de Historia de Paysandú, un organismo público privado que se encargaría de que no haya más quienes pregunten “¿A quién mató ese Liandro Gómez?”.
Dejo expresa constancia de que mi intención es colaborar y no polemizar por lo que no responderé a ningún comentario que se formule sobre Solicitada, sabiendo que todos tenemos derecho a opinar.
Dado que no busco ningún protagonismo ni nada por el estilo, no hago pública mi identidad y, por supuesto, soy único y total responsable de lo que digo, quedando mi identidad en manos de la Dirección de “El Telégrafo”.
Saludo al Señor Intendente con mi mayor consideración.
Defensor
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