Tras recibir resultados de la prueba, venezolanos parten a Montevideo

Los tests PCR de los cuatro venezolanos que arribaron el domingo al Área de Control Integrado (ACI) del puente internacional Paysandú-Colón dieron negativo a COVID-19, por lo que quedaron libres de transitar por territorio uruguayo, aunque en la tarde de ayer estaban completando los formularios solicitando la condición de refugiados para que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), representado en Uruguay por el Servicio Ecuménico para la Dignidad Humana (Sedhu), continúe brindándoles apoyo.
EL TELEGRAFO estableció contacto con uno de ellos, en la cabecera uruguaya del puente internacional: Julio César, de 20 años. Soñaba estudiar ingeniería mecánica en Venezuela, pero con 17 años comprendió que aunque debía dejar a sus padres, abuela y tíos en ese país, “salí para apoyarlos y superarme”. Con solo una mochila abandonó su país desde Petare, en el área metropolitana de Caracas, buscando hacer su camino al andar.
“En Venezuela hay trabajo, pero la paga mensual es de 10 dólares, que se van comprando arroz y pollo. Nada más. No hay futuro en mi país, Maduro destrozó todo”, dice con hablar pausado, mirando hacia ningún lugar. “No hay ni gasolina”.
Cual Forrest Gump, pero seguido solo por dos primos, comenzó a viajar “día y noche caminando, bajo la lluvia y el frío”.
Primero llegó a Colombia “donde estuve trabajando algunos meses vendiendo caramelos y chupetas en los buses”. Luego siguió viaje a Ecuador, donde realizó el mismo trabajo, durante algunos meses. “Después quise seguir un poco más y llegamos a Perú, donde trabajé en un restaurante. Uno de mis primos quiso quedarse, pero yo no aguanté. Los peruanos son racistas, nos hacían trabajar 12 horas por unos pocos soles (1 sol equivale a 11,60 pesos uruguayos). Fue ahí cuando decidí que tenía que venir a Uruguay porque otros venezolanos que ya están aquí decían que es un país tranquilo, que nos tratan bien”. Siempre caminando, cruzaron Bolivia con el primo que aún lo acompañaba hasta llegar a Villazón y luego ingresar a Argentina por La Quiaca. La casualidad quiso que su primo conociera a una venezolana de 41 años, que estaba allí con su hijo pequeño y surgió el amor. Ahí se formó el cuarteto que llegó a Uruguay a través del puente Paysandú-Colón.
En el medio “cayó la pandemia y ahí nos tuvimos que quedar”. Se enteró que “cuatro panas (amigos) están viajando hacia Uruguay y que van a llegar en estos días”, en este último trayecto que les tomó 10 días, ya en un clima “que no estamos acostumbrados, el nuestro es tropical, pero con buen ánimo, hay que ponerle ganas”.
Llegaron a Colón y “nos querían cobrar para hacernos el hisopado, pero no tenemos una moneda” y finalmente “nos dejaron pasar”.
En la cabecera uruguaya del puente internacional les fue realizado el test, tras las gestiones del director departamental de Salud, Carlos Leoni, ante Cancillería, y el acuerdo con la representación de Acnur que aceptó pagar por los mismos.
“Ahorita nos dijeron que es negativo”, dijo sonriendo Julio César. Ahora “quiero llegar a Montevideo, conseguir un trabajo, poder estabilizarme y alquilar aunque sea un cuartico”.
No deja de pensar en quienes dejó en Venezuela: “quiero enviarle dinero a mi familia que se está quemando allá; ellos se conforman con unas moneditas que les permita comprar comida”.
Asimismo Julio César quiere sacar los papeles aquí y traer a mi familia poco a poco, a mi mamá y mi papá”.
“Nos vamos muy agradecidos de Paysandú, nos trataron muy bien, nos alimentaron, nos permitieron dormir en un sitio cerrado y pudimos ducharnos. Para nosotros, eso es mucho. Nos han dado felicidad”, dijo Julio César.
Anoche una oenegé les otorgó alojamiento y hoy se trasladarán a Montevideo en un servicio interdepartamental de ómnibus, desde que el Mides se hará cargo de los pasajes, como lo confirmó el jefe departamental, Ignacio Ifer.