Temas pendientes en la salud, aún con prioridad en la pandemia

Al estar en la primera línea de trabajo del sistema de salud en general la prioridad de la lucha contra la pandemia, no es por supuesto el mejor momento y escenario para reflexionar sobre medidas necesarias para corregir falencias históricas en salud en nuestro país, habida cuenta de que por regla general lo urgente hace desviar y postergar la atención a lo importante, y es difícil visualizar un trabajo pendiente hacia el mundo pospandemia cuando toda la atención se la está llevando la COVID-19.
Es cierto, aunque se ha incrementado el número de casos y brotes potenciales de contagios en el país, y todavía se está mundialmente a la espera de la solución definitiva que se supone será la vacuna, estamos luchando más o menos bien, dentro de nuestras posibilidades, en la contención de la pandemia, a costa de distraer ingentes recursos materiales y humanos en el área de la salud –prioritariamente–; pero en esta concentración de acciones y medidas preventivas evidentemente hay consecuencias negativas en cuanto a la calidad y eficiencia en tratamientos preventivos y actos médicos respecto a épocas de normalidad.
Así, en forma unánime, en las respectivas áreas y especialidades, hay unanimidad de los facultativos en cuanto a considerar que debido a que el común de la población, sobre todo los adultos mayores y grupos de riesgo, tratan de evitar lugares de reunión y de potencial contagio, han reducido la concurrencia a consultas y tratamientos por motu propio, incluso los de carácter oncológico.
Esto naturalmente es visto con preocupación y se han procurado medidas alternativas tanto desde el punto de vista de la atención individual como de las propias instituciones, para evitar que por causa de las medidas preventivas contra la pandemia se resienta la calidad de atención y se incremente el número de casos de gravedad en patologías que han pasando a segundo plano en la coyuntura.
Y así, ante la premisa de que por lo urgente no debe postergarse la búsqueda de respuestas valederas en temas importantes aunque no de tan urgente dilucidación, nos encontramos con que la agenda que en su momento se habían trazado las autoridades de gobierno al asumir se ha visto trastrocada y la tarea se ha centrado fundamentalmente en las acciones contra la pandemia. Encima, se han disparado los casos en diversos puntos del país, y en Europa ya se sufren los efectos de una segunda ola de contagios que ha obligado a reeditar medidas de confinamiento y reducción de actividades.
Pero hay temas plenamente vigentes que no deberían perderse de vista, y así corresponde recordar que ya en días previos a la asunción del gobierno de Luis Lacalle Pou uno de los tópicos que estuvo en la agenda de contactos en el período de transición refiere nada menos que a las políticas de salud, sobre todo en cuanto a evaluación de resultados de la reforma de la salud y el saldo del costo-beneficio en cuanto a su financiación y resultados.
Salinas manifestó que considera fundamental instrumentar políticas de descentralización y anunció que el gobierno es partidario de estimular la radicación de más médicos y especialistas en el Interior. Precisamente los datos indican que menos del 30% de los médicos están en el Interior, y del río Negro hacia el norte, menos del 6%.
Agregó que en el Interior faltan algunas especialidades y aseguró que hay una distribución “inequitativa de los médicos especialistas en el Interior” y consideró que con la descentralización “nos interesa llegar a una política de cercanía y desplegar a los recursos humanos de manera más eficiente y de la manera más humana”.
Puntualizó que Uruguay padece también en el área de la salud de un “macrocefalismo montevideano y nos interesa mucho llegar a todos los puntos del país y que todos tengan las mismas posibilidades como ciudadanos de atención”, a la vez de abogar por motivar “la radicación en el Interior de médicos y especialistas”.
Bueno, en tren de realidades, intenciones y proyectos, entre estos puntos no hay cosa que no se haya dicho antes, y por cierto que la experiencia revela que del dicho al hecho ha quedado mucha distancia en la gestión de los sucesivos gobiernos, más allá de la impronta que se le haya intentado dar.
Desde la Federación Médica del Interior se indicó que en con el ministro se consideró una gran cantidad de temas, uno de los cuales tiene que ver con la escasez de galenos especializados en el Interior, precisamente, apuntando a revertir esta asimetría e incentivar sobre todo la formación. Uno de los caminos sería estimular que el médico se radique en el Interior, e incluso la mejor manera es que se vaya formando en el lugar o al menos en la región.
Mientras tanto hay números igualmente positivos, como es el hecho de que Uruguay está en el séptimo lugar en el mundo en cantidad de médicos por habitantes, según el Informe Anual de Estadísticas Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Así presentadas las cifras, en forma global, se tiene la pauta de que la cobertura sanitaria del país en gran medida estaría a tono con las necesidades de la población, aún con restricciones en materia de acceso de acuerdo a la situación socioeconómica, pero al mismo tiempo ocurre que Uruguay cuenta con una baja tasa de enfermeros en base a lo recomendado, que es de la misma cantidad de médicos por cada mil habitantes.
Y si bien los números generales reflejan un escenario positivo en esta área en el comparativo mundial, la realidad indica que la distribución geográfica condiciona severamente el acceso a los servicios de salud y en este caso concreto, a la disponibilidad de médicos cercanos, así como a centros de salud.
En concreto, en nuestro país, históricamente la mejor situación de acceso corresponde a quienes residen en la capital y en la zona metropolitana, así como en departamentos del sur, en tanto la relación decrece sustancialmente a medida que nos alejamos de Montevideo hacia el norte, con datos que se deterioran ostensiblemente para quienes vivimos de este lado del río Negro.
Tenemos que el país se divide claramente en dos grandes áreas, que geográficamente coinciden con la división que genera el río Negro, donde el norte sufre una notoria discriminación negativa respecto al sur en cuanto a la radicación y disponibilidad de médicos, así como dentro del propio sur, la prevalencia del área metropolitana como el foco de captación de profesionales, cualquiera sea el origen del estudiante, porque gran parte del estudiantado del Interior que estudia y se recibe en Montevideo opta por radicarse en la capital, donde tiene las oportunidades y considera es el mejor horizonte de formación profesional ya desde el inicio de su actividad.
Este es un aspecto clave a revertir y requiere de un trabajo concienzudo y de amplitud de criterios, de acciones coincidentes en una diversidad de aspectos, y sobre todo, con decisiones políticas que deben adoptarse ya, porque serán fundamentales para avanzar en un proyecto que no va a ser en muchos casos del agrado de corporaciones de la medicina y lobbies que tienen gran capacidad de presión, con fuertes intereses de por medio, y que harán todo lo que esté a su alcance para que todo siga como está.