Criptosporidiosis: una enfermedad zoonótica poco estudiada en el país

La criptosporidiosis es una enfermedad de distribución mundial que puede afectar a personas y animales. En un trabajo realizado en el último número de la revista del INIA, los doctores Ruben Darío Caffarenal y Federico Giannittil analizan la enfermedad en el contexto de nuestros sistemas lecheros, apuntando a su mayor conocimiento y a disponer de orientaciones que permitan alcanzar estrategias terapéuticas y de manejo adecuadas.
Se estima que aproximadamente el 60% de las enfermedades infecciosas y parasitarias que afectan al humano y el 75% de las enfermedades nuevas se originan de los animales. Estas enfermedades transmisibles de los animales al ser humano se denominan zoonóticas.
Su transmisión ocurre por distintas vías que pueden incluir el contacto directo con animales infectados, el contacto indirecto con elementos que estos animales pueden haber contaminado (suelos, alojamientos, corrales, etcétera), la ingestión de alimentos o agua contaminados, o a través de vectores (insectos y otros artrópodos).
Si bien hay numerosas enfermedades zoonóticas, algunas de ellas han captado mayor atención que otras por parte de las instituciones de la salud, los medios de comunicación y la sociedad. Esto suele estar ligado a la gravedad clínica, la transmisibilidad o la dimensión del impacto económico ocasionado.
Algunas enfermedades zoonóticas han sido mayormente desatendidas a pesar de estar muy difundidas globalmente y entre estas últimas se encuentra la criptosporidiosis. Es una enfermedad causada por Cryptosporidium spp., un parásito protozoario de distribución mundial, transmitido principalmente por vía fecal-oral (digestiva). El parásito coloniza el intestino y es una importante causa de diarrea en personas y animales. Existen varias especies de Cryptosporidium, aunque dos de ellas, C. parvum y C. hominis, son las más relevantes médicamente. Mientras que C. parvum afecta a un amplio rango de hospedadores, C. hominis está más restringido al ser humano.
Clínicamente, en los bovinos y otros rumiantes de producción, la criptosporidiosis es un problema de los animales jóvenes asociada a C. parvum. En los humanos, además de diarrea, el cuadro clínico puede incluir dolor abdominal agudo (cólico), náuseas o vómitos, fiebre, falta de apetito y fatiga. En personas inmunocompetentes, la enfermedad suele ser autolimitante y resolverse espontáneamente sin tratamiento luego de varios días. En los niños, adultos mayores y personas inmunocomprometidas (personas con enfermedades concomitantes como el SIDA, tratadas con inmunosupresores, embarazadas), el cuadro puede ser más severo y tener pronóstico desfavorable. Se han registrado importantes brotes comunitarios de criptosporidiosis humana asociados al consumo de agua o alimentos contaminados.

¿Cómo se transmite?

La transmisión ocurre a través de un estadio parasitario que se denomina ooquiste. Los individuos infectados pueden eliminar enormes cantidades de ooquistes en la materia fecal, lo que ocasiona una alta contaminación del ambiente y representa una fuente de infección para otros individuos, ya sean personas o animales. La transmisión ocurre por vía oral, más frecuentemente a través de la ingestión de agua y alimentos contaminados con materia fecal. La cantidad de ooquistes necesaria para causar la infección es muy baja, y los ooquistes son muy resistentes en el medio ambiente.
Numerosos brotes de criptosporidiosis humana han ocurrido mundialmente por consumo de agua ya sea de cursos naturales o de red, generalmente ante fallas en el proceso de potabilización o por exposición a aguas recreacionales (piscinas o balnearios naturales), siendo el agua la principal vía de transmisión de la enfermedad. Los alimentos contaminados con ooquistes también representan una vía de contagio.
El contacto directo con animales (o personas) infectados es otra de las vías de transmisión, que tiene mayor relevancia en personas que están en contacto estrecho con animales.

Estudios en Uruguay

La información nacional acerca de Cryptosporidium spp. es escasa. El parásito fue identificado por primera vez en el país como causante de diarrea aguda infantil en 1986, estimándose posteriormente que sería responsable de entre 6,15 y 8,9% de los casos analizados.
La criptosporidiosis fue considerada en la década del 90 una enfermedad emergente en Uruguay (enfermedades producidas por agentes no identificados previamente), particularmente en pacientes con SIDA. A pesar de esto, las fuentes de contagio para las personas y las especies parasitarias involucradas no han sido aún exploradas en detalle.
La Plataforma de Investigación en Salud Animal de INIA (PSA, La Estanzuela) evaluó en los últimos años el rol de este parásito como causa de diarrea neonatal en terneros lecheros. Entre los resultados obtenidos, se observó que el parásito está muy difundido en los tambos, infectando una proporción elevada de terneros de 1 – 30 días de vida, en los que se asocia clínicamente a diarrea neonatal.
Esta es una de las principales enfermedades de los terneros y puede culminar con la muerte si no es tratada a tiempo. La única especie de Cryptosporidium identificada en los terneros de Uruguay hasta el momento es C. parvum y dentro de esta se detectaron siete subtipos genéticos diferentes, de los cuales al menos cinco tienen potencial zoonótico.

¿Cómo se diagnostica?

El signo clínico principal es la diarrea, aunque este cuadro puede también ser causado por otros agentes. Por este motivo, es necesario realizar análisis para detectar el parásito en la materia fecal en los casos en los que se sospeche clínicamente de criptosporidiosis. Existen pruebas comerciales simples que pueden realizarse a campo (por ejemplo, la inmunocromatografía lateral, mientras que otros exámenes requieren del laboratorio. Entre estos, hay pruebas simples (tinciones) que permiten observar microscópicamente y semicuantificar los ooquistes, y otras más complejas basadas en pruebas inmunoenzimáticas (Elisa) y de biología molecular (PCR, secuenciación de ADN). Las pruebas de biología molecular son las únicas que permiten identificar al agente a nivel de especie.

¿Cómo se trata?

En los terneros y otros rumiantes neonatos con diarrea, la terapia más importante a instaurar es la rehidratación oral o parenteral, según determine el veterinario en cada caso, dado que los animales con diarrea están a riesgo de morir por deshidratación y desbalances electrolíticos, independientemente de la causa.
En el caso de la criptosporidiosis, es necesario recalcar que los antibióticos utilizados comúnmente no tienen eficacia contra el parásito. Desde hace poco tiempo se comercializan fármacos veterinarios específicos para tratar y/o prevenir la criptosporidiosis. Ante sospechas de esta enfermedad es importante consultar a su veterinario para definir la estrategia terapéutica y de manejo más adecuada.