Solicitada

El miércoles 12 de mayo se iniciaron las clases presenciales en las escuelas primarias. El horario de comienzo fue 8:30. A esa hora la temperatura era de 4ºC y el pronóstico para el jueves 13 es de 3ºC con sensación térmica de 2ºC. Estas temperaturas son las que se registran dentro de una heladera.

Las autoridades no han tenido en cuenta que la gran mayoría de los familiares de los escolares no poseen vehículos cerrados y se deberán trasladar en ómnibus, motocicletas o caminando, sufriendo el clima inhóspito reinante.

Como estamos en plena pandemia de Sars Cov 2, las autoridades recomiendan que las aulas tengan las puertas y ventanas abiertas para que corra fácilmente el aire, pues en los ambientes cerrados es más favorable el contagio. El protocolo para reducir posibles contagios también recomienda que los niños no se aglomeren y lleven puesto tapabocas que les cubra bien la boca y la nariz. En las aulas los niños deben mantenerse sentados en sus bancos y en los recreos, la entrada y la salida deben mantener distancias de no menos de un metro con sus compañeros. ¿Ustedes creen que es posible que se cumpla con esas recomendaciones? Hoy miércoles 12 es un día soleado y sin viento, pero a las 8 y 30 hubo helada y el jueves 13 será aún más frío. Estamos a mediados del mes de mayo y recién el 21 de junio comienza el invierno y es natural que ocurran días más fríos, ventosos y lluviosos.

Todo este panorama se da cuando la casi totalidad de las madres de estos niños no han recibido la primera dosis de la vacuna contra la COVID-19 ni la de la gripe. Si se cumpliera con los calendarios establecidos, estas madres recién estarían vacunadas contra estas dos enfermedades en un plazo de dos meses y medio y ya estaríamos a fines de julio en pleno invierno. A este panorama tan preocupante se le debe agregar la existencia generalizada en nuestro país de la variante P1 de Manaos-Brasil, que contagia a adultos, jóvenes y niños con más virulencia que el virus original. Por tanto, es razonable pensar que en cientos de miles de niños que concurren a las escuelas haya contagios y que esos niños lleven la enfermedad a sus hogares y contagien a sus familiares, teniendo en cuenta que ni sus madres ni sus hermanos están aún vacunados contra la COVID-19 ni contra la gripe. Lo razonable hubiera sido que las clases presenciales se hubieran reiniciado a fines de invierno, cuando la mayoría de las personas ya estuvieran inmunizadas contra estas graves enfermedades respiratorias. ¿Qué se gana con adelantar el reinicio de las clases presenciales, si lo que estamos facilitando son las condiciones para el agravamiento de la pandemia?

Ricardo Brasesco