Valorización de lanas medias: la estrategia de los productores

La opción a tomar dependerá de la preferencia de cada productor, sostiene el profesional sanducero.

Uruguay es un país con una tradición y cultura lanera muy importante. “Esto es válido, incluso cuando en la actualidad en sistemas productores de lana fina de alto valor, el componente carne ovina representa 40 – 50% del producto bruto ovino total”, explica a EL TELEGRAFO el ingeniero agrónomo José Francisco Ramos.

Además, Uruguay tiene un historial particular de sistemas doble propósito, “como estrategia para balancear los ingresos por lana y carne ovina. De hecho, Corriedale, que es una raza doble propósito, con producción de lanas medias, buen potencial para la producción de corderos pesados tipo SUL (principal producto cárnico ovino del país) y un largo historial de adaptación al ambiente, es la raza mayoritaria desde mediados del siglo XX”, aclara el técnico del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL).

Sin embargo, en los últimos años, “la participación del Corriedale en la majada nacional ha disminuido en un contexto general de caída del stock (de un 60% en 2001 a un 42% en 2016, según información de Encuestas Ganaderas del MGAP). Los cambios en la composición racial de la población ovina suelen responder a cambios en la naturaleza de los sistemas de producción y en la demanda de los mercados de lana y carne ovina”, sostiene el profesional sanducero.

En esquemas doble propósito, “la señalada, el peso y precio de venta de los animales son determinantes del ingreso bruto del rubro ovino. Pero desde una perspectiva cultural y económica la contribución de la lana es aún importante y es de interés para los productores valorizar esa fuente de ingreso”.
El sector lanero ha recibido de lleno el impacto de la pandemia y anteriormente la guerra comercial de Estados Unidos con China. “En el contexto actual, para estos planteos productivos, además del aporte del acondicionamiento y las certificaciones, urge reducir el diámetro promedio de los lotes de lana para acceder a mejores precios y agilizar la comercialización”.

Para Ramos “Es indudable el rol que tienen los precios en determinar las decisiones de los productores cuando buscan valorizar el producto lana. Técnicamente, las alternativas genéticas son selección dentro de una raza o cruzamientos. Las preguntas a responder y que pueden orientar la decisión son: “¿cuál es el punto de partida?, ¿a qué diámetro se quiere llegar? y ¿a qué velocidad?

Actualmente existen productores “con sistemas doble propósito muy exitosos, que han valorizado su lote de lana ubicándose en segmentos tales que capturan una importante proporción de la mejora del precio por reducción del diámetro (24 – 26 micras) y consiguen agilidad en la comercialización, a la vez que logran resultados reproductivos compatibles con excelentes registros físicos y económicos en carne ovina (señaladas por encima del 100%, buenos pesos de venta y precios)”.

Precisa José Francisco Ramos que “muchos de ellos han alcanzado estos registros productivos a partir del trabajo en selección dentro de una raza, apoyándose en las evaluaciones genéticas poblacionales y otras mediciones objetivas (como Flock Testing y OFDA), con progresos genéticos anuales en el eje de 1,5 a 2% en diámetro medio de la fibra”.

“Naturalmente, los productores de estos sistemas doble propósito que, temprano en este siglo, interpretaron las señales del mercado respecto a la necesidad de ubicar su lote de lana en segmentos de mayor valor y la necesidad de mejorar parámetros productivos tales como tasa reproductiva y velocidad de crecimiento, son los que actualmente obtienen mejores resultados en estos esquemas”, agrega el técnico. Ejemplifica que “cuando a John D. Rockefeller un periodista le preguntó cómo había hecho su primer millón él le respondió: ‘¿Ve esa lámpara que está allí?’, ‘Sí’ le respondió el periodista. ‘Pues yo la vi primero’, dijo Rockefeller”.

Para el caso de empresas que pretenden alcanzar diámetros más finos para su lana lo antes posible, “la velocidad de selección dentro de una raza puede no ser suficiente y los cruzamientos con razas productoras de lana más fina son una opción válida y que ha sido adoptada por un número creciente de productores”.

Manifiesta que a diferencia de la mejora por selección, “la mejora por cruzamientos no es permanente, hay que recrearla en cada generación (las razas compuestas, también llamadas sintéticas, son un intento de perpetuar los beneficios de cruzar). Los cruzamientos explotan diferencias raciales, complementariedad y heterosis produciendo cambios rápidos en características del producto (en este caso diámetro), pero también habrá cierto compromiso en algunas características (como peso de vellón o rusticidad, entre otras), pérdida de uniformidad y eventuales cambios en el manejo”.
Acota que el balance entre ventajas y desventajas del cruzamiento “debe ser cuidadosamente analizado. Al incursionar en cruzamientos para mejorar características laneras, la cuestión es definir bien la estrategia a futuro”.

En algunos casos el cruzamiento “puede conducir a la absorción de una raza por otra, o al establecimiento de un sistema de cruzamiento rotacional, que ordena, contribuye a una mejor planificación de los apareamientos y no implica la sustitución de una por otra, pero agrega complejidad”.
Para los productores que, en los últimos años, iniciaron o continuaron el proceso de afinamiento de su lote de lana a través de la selección dentro de una raza, “la decisión es a todas luces justificada si consideramos las referencias promedio del mercado lanero para el período 2010 – 2020, donde la lana de 26 micras vale un 54% más que la lana de 30 micras (en momentos de picos de precios alcanzó 126%, más del doble) y un 31% más que la lana de 28 micras”, sostiene Ramos.

El cambio del diámetro de una majada con 4 – 5 categorías de edades en las ovejas de cría “no es un proceso que ocurra rápidamente ni se generan las respuestas esperadas de inmediato, a pesar de lo cual este grupo de productores valoran particularmente realizar selección dentro de su raza, atendiendo aspectos de rusticidad y adaptación al ambiente, y el balance con otras características productivas como peso de vellón y peso del cuerpo”.
Por su parte, para los establecimientos que utilizaron o han utilizado cruzamientos como estrategia “(por ejemplo, con Dohne Merino) para iniciar o continuar el proceso de afinamiento de su lote de lana, la decisión también luce sensata y lógica”.

Dice el técnico del SUL que “si pensamos exclusivamente en la valorización del lote de lana a partir del diámetro, las referencias promedio del mercado lanero para el período 2010 – 2020 señalan que ubicarse en 25 micras respecto a 28 micras captura el 48% del incremento de valor por reducción del diámetro, mientras que ubicarse en 21 micras respecto a 28 micras captura el 76% del incremento de valor por reducción del diámetro, siendo el 100%, el aumento de valor de 18 micras vs. 28 micras”.

La mejora del ingreso por concepto lana a través de reducción del diámetro, “puede ser parcialmente equiparada con mejoras en otras características de la producción lanera o en el desempeño reproductivo y peso de venta de los corderos, alcanzando mejores resultados por concepto de carne ovina”.
Agrega que “las diferencias en facilidad relativa de encarar cada uno de estos caminos (aumentar los ingresos por lana o mejorar la señalada y peso de venta de los corderos) no deben desconocerse”.

En el caso de sistemas doble propósito “se entiende que existen alternativas tecnológicas para reorientar la producción de lanas de micronaje medio hacia un sector con mejores posibilidades y precios, en un marco de mayor productividad ovina (más señalada, más producción y sin desatender la producción de carne ovina)”.

Entiende Ramos que este camino “no es antagónico con otras orientaciones (la producción de lana más fina y corderos pesados es posible), pero teniendo presente que la opción a tomar dependerá de la preferencia de cada productor, de su sistema de producción y de su voluntad para tomar alguno de estos caminos de cambio”.

La asistencia técnica “siempre ha estado enfocada a la aplicación de un paquete tecnológico para mejorar la productividad del rubro ovino en un sentido amplio”. Además de lo estrictamente técnico, expresa que “no se puede desconocer el rol de los gustos y las preferencias, las expectativas, el comportamiento frente al riesgo y el hecho de que existen estrategias y motivaciones que van más allá del objetivo de maximizar el ingreso”.

Además, “el trabajo de los técnicos y las instituciones, puede suscitar voluntades, propiciar cambios, orientar y promover tecnología sobre la base de la investigación y validación, pero nunca imponer una visión u opinión, puesto que al final del día el tomador de decisiones es el productor agropecuario que actúa sopesando múltiples factores, con un enfoque integrado e intuitivo”, finalizó.