Objetivos ambiciosos, pero necesarios

“En Paysandú estamos tirando plata”. La frase, que se ha vuelto una muletilla del intendente departamental Nicolás Olivera, refleja una realidad que todos vemos a diario pero que dimensionamos. Hay dinero en la basura y por ello hay personas que lo están extrayendo.
No hablemos de la cooperativa de clasificadores, que trabaja con los circuitos limpios de los Centros de Entrega Voluntaria, donde deberíamos todos desprendernos de los materiales reciclables, sino de quienes “minan” en las volquetas entre los residuos domiciliarios “generales” (por llamarles de alguna manera) para retirar elementos por los que puedan recibir a cambio alguna suma. Al ocurrir esto en un circuito informal –o al menos no del todo formal–, ayuda a que las condiciones en que realizan esta tarea los exponga a infinidad de riesgos. Pero mucho más se exponen quienes hacen esto mismo directamente sobre montañas de residuos en el vertedero.
Pero esto podría empezar a cambiar a corto plazo. Olivera anunció la semana pasada que se está cerrando la adquisición de una máquina con la que se apuesta a eliminar el vertedero a cielo abierto y que se apresta a, una vez recibidos losequipos, realizar un llamado para adjudicar su operativa a una empresa privada para que la opere y gestione los residuos, que dejarán de disponerse a cielo abierto y serán “encapsulados”.
Antes de ese encapsulado habrá un proceso de clasificación para extraer de los residuos que se van a encapsular todo lo que pueda tener valor comercial. Esto va a tener varias ventajas, por un lado se va a reducir significativamente el volumen de residuos y por otra parte se va a formalizar la situación de las personas que realicen ese trabajo de minería. Además los residuos que se recuperen y se comercien para su reciclaje reportarán recursos que ayudarán a pagar la misma máquina. La idea cierra por todos lados, por lo menos en los papeles.
Hay quienes ya han salido a poner el grito en el cielo porque implica la privatización de la gestión del vertedero, pero seamos sinceros, la gestión en manos públicas no ha sido un éxito ni nada que se asemeje, independientemente de qué partido esté en el gobierno. Pero este esfuerzo de la Intendencia de Paysandú va en la misma línea que un objetivo que se ha planteado el gobierno a nivel nacional con un nombre bastante marquetinero: “Relleno sanitario Cero / Cierre de vertederos a cielo abierto”. Este objetivo, trazado para el año 2025, forma parte del Plan Nacional de Gestión de Residuos (PNGR) que presentó el Ministerio de Ambiente, con la intención de que paute el camino para los próximos 10 años.
Se lo anunció como una herramienta de planificación estratégica, que apuesta a ser motor de las transformaciones en residuos para lograr el desarrollo sostenible. Hoy este Plan está en la etapa de consulta pública, hasta el 15 de noviembre, es decir que hasta esa fecha cualquiera de nosotros puede ingresar por los canales habilitados para hacer comentarios, aportes y sugerencias.
El plan consta de 10 ejes en los que se abordan todos los tipos de residuos establecidos en la Ley N° 19.829 y a efectos de su gestión considera tres dimensiones: ambiental, social y económica. Establece además mecanismos de seguimiento y gobernanza e impulsa fuertemente la disminución de la generación de residuos y los posiciona como recursos, apostando al desarrollo de capacidades nacionales para que no sea la disposición final de residuos la base de la gestión. Es decir, que solo terminen yendo al vertedero aquellos residuos que no haya más remedio que tirar.
“El Plan Nacional busca reducir los flujos de residuos con destino a enterramiento, a la vez que determina el cierre de los vertederos y la instalación de rellenos sanitarios, eventualmente regionales”, expresó el ministro Adrián Peña, durante su presentación. Esto quiere decir que si Paysandú logra un sitio de disposición final que funcione eficientemente y que ademas de dar respuestas a los problemas que hoy existen permita pasar a esa siguiente fase, a generar dinero a partir de la basura, es posible captar residuos de otras ciudades o localidades de la región.
Pero no nos adelantemos. Es un camino que va a llevar muchos años de trabajo, de investigación, de inversión y de compromiso por parte de la comunidad, porque nada de esto será posible si al menos la mayor parte de la población decide que será posible.
El plan pretende otras cosas, como la reducción de los plásticos de un solo uso, con una certificación para empresas que apliquen a esta condición, y otra muy importante, como la reducción de “las pérdidas y desperdicios de alimentos, en todos los eslabones de las cadenas de alimentos”.
Es una visión futurista. Son, indudablemente, objetivos ambiciosos los que están planteados sobre la mesa, van a requerir mucho esfuerzo de educación, de investigación y de comprometer a la comunidad, pero es el camino que hay que transitar.
Dijo hace pocos días aquí en Paysandú el coordinador residente de la Organización de las Naciones Unidas en Uruguay, Pablo Ruiz Hiebra, que en el contexto internacional “Uruguay es un país muy activo en discusiones internacionales, pero también puede incidir con ejemplos concretos de sostenibilidad”. Consideremos entonces que esto es también una oportunidad para mostrarle al mundo que es posible.