La pandemia y la Hidra de Lerna

Cuando desde el gobierno se están manejando datos auspiciosos sobre la tendencia de la economía, las noticias que provienen de Europa fundamentalmente, con una cuarta ola de COVID que sigue creciendo, arrojan una sombra de duda sobre como habrá de evolucionar el escenario mundial para un país que depende fundamentalmente de sus exportaciones para sostenerse, a la vez que puede ser condicionado nuevamente desde adentro si la pandemia recobra fuerza.

Así, mientras en los últimos días el presidente Luis Lacalle Pou ha tratado de transmitir una imagen positiva, con apariciones públicas relacionadas con nuevas inversiones e inauguraciones de plantas industriales, o espacios de servicios, por otro lado sus colaboradores en el área sanitaria están monitoreando de cerca la situación que da en Europa, donde han reaparecido los confinamientos y las medidas restrictivas ante el gran número de casos de COVID 19, sobre todo en países como Alemania, Austria y Rusia, dentro de un arco común de preocupación continental y mundial por las características pandémicas de este virus.
Es que cuando en nuestro país –como en prácticamente todo el mundo, al fin de cuentas– todavía no puede afirmarse que se haya superado la pandemia de COVID 19 e ingresado en una etapa endémica, como muchas otras patologías, es pertinente traer a colación que las particulares características de capacidad de mutación y altísimo grado de contagiosidad confieren a este virus un nivel de riesgo muy superior al de otros agentes patógenos, y que por lo tanto, sea verano o invierno, no debe bajarse la guardia ni tomárselo a la ligera.

Según da cuenta el semanario Búsqueda, “en el gobierno ratifican el talante optimista sobre la fase actual de la epidemia de COVID 19 y la progresiva reapertura de la economía”, aunque en el Ministerio de Salud Pública “están atentos” a la situación mundial, pero con cierta “tranquilidad” que da el alto porcentaje de vacunados contra el COVID 19 en la población uruguaya.
Incluso el subsecretario del Ministerio de Salud Pública, José Luis Satdjian, dijo al semanario que en esta secretaría de Estado “se evalúan día a día” las noticias que llegan desde Europa sobre el aumento de casos, pero subrayó que los escenarios “no son estrictamente comparables” por los distintos planes y cobertura de vacunación, con una diferencia significativa en cuanto a la tasa de vacunados con tercera dosis que tiene Uruguay.

El punto es que adquiere cada vez mayor importancia el reforzar la vacunación con la tercera dosis, para cubrirse de ulterioridades, y sobre todo ante lo que está ocurriendo en el Viejo Mundo en la antesala del invierno boreal.
Las últimas noticias indican que el Consejo de la Unión Europea allanó el camino para que los países, que son los que tienen la competencia sanitaria en el bloque, apliquen nuevas restricciones para frenar el avance de los contagios de COVID y generalicen la administración de la dosis de refuerzo de la vacuna.
Los contagios avanzan rápidamente, algunos hospitales comienzan a estar bajo presión y los datos del Centro Europeo de Prevención y el Control de Enfermedades (EDC) muestran que los no vacunados tienen un riesgo 10 veces mayor o más de terminar ingresados o muertos en caso de contagio.

Lo que es peor aún, pese a este panorama poco alentador, los datos de vacunación en los países más afectados apenas se han movido en los últimos días y en las instituciones comunitarias crece la preocupación ante la baja tasa de vacunados en la UE, donde desde hace mucho tiempo que hay fármacos suficientes para inmunizar a toda su población pero la tasa con dos dosis está prácticamente estancada en 65,5 por ciento.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido sobre esta situación, y considera que la alta transmisión obedece al dominio de la variante Delta, al levantamiento de las restricciones, a la caída de las temperaturas y el consecuente aumento de reuniones en lugares cerrados, con el agregado de un alto porcentaje de personas que se han negado a vacunarse.

Paralelamente, para evitar males mayores, varios países de la UE han comenzado ya a endurecer las restricciones para tratar de evitar los contagios. Tal es el caso de Austria, que ha confinado a su población, Bélgica, que ha vuelto a hacer obligatorio el teletrabajo y ha restringido los aforos, o Grecia, que impide a los no vacunados entrar a lugares de entretenimiento. Incluso la OMS advirtió que el COVID-19 podría provocar otros 700.00 muertos en Europa.
En nuestro país seguimos felizmente con un rango “controlable” de casos, de un promedio de unos doscientos y con muertes esporádicas, en tanto en la región nuestra vecina Argentina tiene un panorama similar en forma comparativa, con unos 2.300 casos por día y entre 30 y 40 muertes diarias, con la salvedad de que el número de casos están en aumento y el miércoles tuvo lugar el mayor registro en dos meses.

No es para alarmar pero sí para tener en cuenta que con un núcleo que resiste la vacunación y la alta transmisibilidad de esta cepa, hay un piso que no se ha podido bajar y por lo tanto un “reservorio” del virus que no se ha podido erradicar.
Y como todos sabemos, el COVID-19 es mucho más que un tema sanitario, por más doloroso que sea, sino que la pandemia ha tenido el poder de arrasar con la economía global, y ha tenido consecuencias catastróficas en sectores como el turismo y el transporte de pasajeros, entre otros. “Uruguay se encamina a un punto de inflexión en el combate a la pandemia y la economía muestra indicios claros de recuperación de la actividad”, reflexionó la directora de Política Económica del Ministerio de Economía y Finanzas, Marcela Bensión, en clara alusión al retroceso de un factor que condicionó en forma crucial la instrumentación de la política económica que había previsto aplicar el gobierno de Lacalle Pou cuando irrumpió la pandemia en forma explosiva y hubo que modificar planes y trastrocar prioridades.

Pero, teniendo en cuenta los antecedentes de pocos meses atrás, y el frenazo que sufrió la economía del mundo y la afectación a países como Uruguay, sin espalda financiera, el sentido común llama a cuidarnos las espaldas, precisamente, y actuar previendo siempre como el más posible el peor de los escenarios, desde que la pandemia parece la Hidra de Lerna de la mitología griega, a la que le rebrotan las cabezas en medio de una lucha sin desmayos, en la que por ahora no hay tregua posible.