Hop on, hop off Heroica I

No se puede poner en duda el significado histórico del sitio donde se ubica la que se conoce como “Batería de Cañones de Santa Bárbara” o los “Cañones de Vera”, unos kilómetros al sur de Casa Blanca, sobre el río Uruguay, el lugar al que la Comisión de Turismo de la Junta Departamental había propuesto habilitar un acceso por vía terrestre, para facilitar su incorporación a la oferta turística del departamento. Como se comprobó que la opción de llegar por tierra no parece económicamente viable, los curules manejaron la posibilidad de llegar por vía fluvial, haciendo recorridos hasta allí con la lancha Heroica I, incorporada por la Intendencia con el apoyo del Ministerio de Turismo.
Desde ese lugar en 1825 un grupo de artilleros defendió el suelo oriental y así lo recuerda un monolito instalado en 1975, a instancias de la Comisión del Sesquicentenario de los Hechos Históricos del Año 1825, y de su mantenimiento se ocupa la unidad militar con asiento en nuestra ciudad, el Batallón “General Leandro Gómez” de Infantería Mecanizado Nº 8. También se ubican allí unos cañones.
¿Alcanza con esto para decir que es un atractivo turístico? Lógicamente quienes más entienden del asunto han de ser los técnicos especializados y asesores con que contará la Intendencia Departamental y los ediles integrantes de la Comisión de Turismo, pero de buenas a primeras, más allá de disfrutar de un prolongado paseo en lancha, no parece que llegar hasta allí para simplemente descender, caminar hasta el monolito, contemplar el horizonte y volver a la lancha sea la más interesante de las propuestas. Habría que pensar algún tipo de complemento, o tal vez proponerlo como un recorrido puntual en alguna ocasión especial que amerite la realización de algún tipo de acto o ceremonia. De lo contrario no parece justificar el costo de movilizar una lancha hasta ese lugar, por más hermosa que sea la vista desde allí, panorámica sin dudas.
Ahora bien, el lugar queda al sur de Casa Blanca, es decir que en ese transporte se puede llegar hasta la localidad, porque –como bien dicen los juristas–– el que puede lo más, puede lo menos.
De buenas a primeras Casa Blanca es una opción muchísimo más interesante para el desembarco de un grupo de visitantes de un paseo en el río, de hecho tuvo un fuerte impulso para convertirse en un destino turístico, en vida de Eugenio Schneider, principal del frigorífico homónimo a la localidad.
Incluso un eventual caminatour por la localidad ya está trazado, porque este recorrido se hizo algunas veces en Semana de Turismo, saliendo en ómnibus desde la ciudad. La posibilidad de realizarlo por el río ha de enriquecer la experiencia.
El recorrido incluía una visita a la histórica Casona de los Cuatro Vientos, otrora propiedad del frigorífico y entonces residencia particular de Schneider, que también tiene una privilegiada vista al río; pero además se trata de una exquisita construcción, con características particulares que permiten apreciar la forma de vida de la época y la organización social en una residencia de este tipo. Por supuesto que también se recorre el muelle contiguo donde cargaban los barcos con los más diversos destinos desde los inicios del saladero, y que si fuese reparado podría ser el lugar de amarre de la Heroica I. Se visitaba parte del frigorífico y el camino que sigue el ganado para acceder a planta. Si se reflotase el paseo –en este caso llegando por agua– no podría faltar la visita a conocer La Pulpería, su fantástico entorno, y su extraordinario invernadero, donde se producen los vegetales que se consumen en el exclusivo restaurante.
Obviamente también se llegaría hasta la capilla Santa Ana, para apreciar las particularidades de esa construcción, así como las de varias de las casas de la localidad y sus calles, las obras de arte que aún decoran varios de los inmuebles, el monumento a la vaca y se podría organizar algún tipo de degustación antes o después de ver el documental que resume la historia del emprendimiento industrial que ha signado la vida del lugar. Entonces, Casa Blanca sería un destino infinitamente más atractivo que un par de cañones y un monolito frente al río, y serviría para atraer verdaderos turistas, no solo para los sanduceros que deseen hacer el tour.
Pero si la idea fuese, de todos modos, seguir hasta allí, habría que pensar en algún otro complemento y una de las alternativas que aparecen, aunque supone navegar un rato más, es alcanzar la desembocadura del arroyo Negro en el río Uruguay. El potencial de este lugar no lo vamos a venir a descubrir acá, de hecho es un sitio de visita frecuente –e incluso motivó alguna controversia en plena pandemia– para embarcaciones argentinas, que con facilidad cruzan desde la cercana Concepción del Uruguay para disfrutar del espectacular arenal. Inclusive en Google Maps aparece con la denominación “Camping El Pinar”, donde se instalan campamentos, aunque no exista tal cosa como un camping organizado.
Este paseo complementaría perfectamente a los cañones y Casa Blanca. La lancha podría ser así la versión anfibia sanducera de los famosos ómnibus “Hop on, hop off” que funcionan en los verdaderos destinos turísticos, donde el turista puede bajar y quedarse –por ejemplo en este caso a almorzar en La Pulpería o hacer playa en los arenales de arroyo Negro– y regresar a Paysandú en el siguiente viaje.
Sin dudas Casa Blanca es el destino más turístico que tiene Paysandú a 50 kilómetros a la redonda, y esta idea podría ser un gran impulso decisivo para el movimiento que el pueblo necesita para despegar.
Por supuesto que primero habría que hablar –y convencer– a los propietarios del Frigorífico y de los campos donde se encuentra lo que pasaría a ser el mejor balneario natural de Paysandú, en arroyo Negro, que hoy está casi exclusivamente para el disfrute de los argentinos, sin autorización alguna. Pero con el “viento a la camiseta” que tomó la actual administración municipal con el éxito en las negociaciones para hacer del Castillo Morató un destino turístico, descartamos que perfectamente podría llegar a buen puerto con el “circuito Casa Blanca”.
Claro que también hay que ver realmente que quienes vayan, una vez en el lugar, se encuentren con algo que justifique el tiempo de navegación que insumirá llegar hasta allí y que el precio que se les pretenderá cobrar sea acorde, porque ese es otro factor decisivo. Si bien hasta ahora la lancha funciona gracias a un subsidio casi total de la Intendencia –de otra forma sería un fracaso–, este podría ser un paseo que se cobre más caro –así debería ser– y hasta hacer sustentable el servicio, porque de hacerse bien, sería atractivo y valdría la pena realizarlo.