
Al pasar cierta edad es fácil comprobar que el haber hecho y el seguir haciendo ejercicio y llevar una vida saludable puede marcar una enorme diferencia al enfrentar las consecuencias del paso del tiempo. Tanto si hablamos de dolores físicos como de falta de concentración o lagunas en la memoria. De ahí que saber cuál puede ser el mejor ejercicio para cuidar el cuerpo y el cerebro puede ser lo mejor para nuestra salud.
Pues bien, según la Universidad de Harvard es el cardio. Correr, nadar, andar en bicicleta, caminar… son ejercicios cardiosaludables, también conocidos como aeróbicos, que se caracterizan por aumentar el ritmo cardíaco y la respiración empleando músculos grandes y activando las glándulas sudoríparas. Estos ejercicios son buenos tanto para el cuerpo como para el cerebro.
Por supuesto que ningún especialista asegura que haya un método infalible para retrasar la aparición de la demencia y otros problemas de la memoria, pero el ejercicio cardiovascular ha demostrado que ayuda a proteger el cerebro del deterioro cognitivo.
Cómo lo hace
Aunque hay diversas teorías, una investigación de Harvard se ha centrado en cómo puede el cardio promover la salud de las arterias, mejorar el flujo sanguíneo al cerebro, combatir la inflamación y aumentar las sustancias químicas clave que fomentan el crecimiento de las células cerebrales.
Así han demostrado que la inflamación crónica puede convertirse en un factor clave para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes del tipo 2 e incluso el envejecimiento prematuro. Según los estudios de Harvard, el cardio activa una molécula llamada factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, siglas en inglés), que ayuda a reparar las células cerebrales y a producir nuevas células cerebrales.
También se ha asociado con un hipocampo más grande, la región del cerebro que almacena y recupera recuerdos.
Un estudio publicado el 20 de agosto de 2021 por Nature Metabolism encontró que la hormona irisina, producida por los músculos durante el ejercicio, protegía a los ratones contra la inflamación cerebral. El estudio también sugirió que aumentar la irisina a través del ejercicio podría ayudar a contrarrestar los efectos de la enfermedad de Alzheimer.
Las pruebas
Otro estudio publicado el 23 de marzo de 2021 por el Journal of Alzheimer analizó cómo el ejercicio cardiovascular afecta a las personas con deterioro cognitivo temprano. Aquellos que siguieron un programa cardiovascular de moderado a vigoroso durante un año obtuvieron mejores resultados en las pruebas cognitivas que aquellos que solo hicieron una rutina de estiramiento.
La mayoría de los participantes caminaban a paso ligero, pero otros practicaban natación, ciclismo o bailes de salón. Siguieron una rutina de 30 minutos, tres días a la semana durante seis meses y luego la aumentaron a cinco entrenamientos por semana.
De momento no hay nada concluyente respecto al tipo de ejercicio a elegir. Así que lo mejor es que se opte por el que resulte más apetecible, porque lo que cuenta es realizarlo de forma habitual. Aunque también conviene retarse uno mismo y probar cosas nuevas.