Escribe Danilo Arbilla: Odio y primaveras

El lunes pasado fue un día primaveral, un sol brillante y tibio y un cielo celeste intenso, profundo hasta el infinito y más arriba, todavía. Como no se ve en otras partes. Todo invitaba a salir al balcón a la pesca de vitamina D. Ver las flores, que son para Alma, con sus colores, fuertes y suaves, acariciantes. Y la pequeñísima huerta que constituye un invalorable auxilio para mis veleidades de cocinero amateur. Menta, algo separada porque es invasiva, salvia, ideal para una salsa suave con que perfumar ñoquis o ravioles, sin agredir, cilantro, lavanda, eneldo, cebollinos, orégano, curry, romero, mucho perejil, algunas lechugas, verdes y moradas, albahaca, tomillo, rúcula y cherrys.

Y lo que faltaba: una pequeña bandada de golondrinas, alegres, que revoloteaban y danzaban contentas, felices de estar de vuelta.
Las golondrinas se fueron y a mí se me ocurrió ponerme a leer el diario. ¿A razón de qué? Pasé las noticias sobre Argentina y la historia del atentado. Dicho sea al paso, más de la mitad de los argentinos, según mediciones, cree que fue un simulacro para tapar y justificar cualquier desmán kirchnerista en respuesta por la condena (12 años) por corrupción (mil millones de dólares) que un fiscal pidió para Cristina; también sirve, –sugerencia del Foro de San Pablo (FSP) se sospecha– para instalar un nuevo enemigo: el odio. El odio de los otros, se entiende.

¡Los kirchneristas! No parece que sea la mejor elección para un plan con ese enfoque.
Entonces me topé con unas declaraciones del presidente de Colombia, Gustavo Petro sobre el resultado del plebiscito constitucional en el que los chilenos rechazaron el proyecto apoyado por el presidente Gabriel Boric. Un documento considerado un “mamarracho”. “Fue una tremenda paliza” al gobierno, al decir de la reconocida socióloga Marta Lagos.

Para Petro, “revivió Pinochet”: según el colombiano el rechazo, apoyado por cerca de 9 millones de chilenos, supone un regreso del dictador. Qué ordinario, qué entrometido, qué atrevido. Qué falta de respeto a esos millones de chilenos y a Chile todo.
Pobres los colombianos, parecería que, por un tiempo, para ellos no habrá primaveras.
Petro saludó y se solidarizó con Cristina Kirchner, of course.

El que también se solidarizó con Cristina fue Lula. Por el atentado. Con respecto a los 12 años y los mil millones, se ha aguantado. No es bobo. Un colega brasileño me dijo que Bolsonaro estaba agazapado para saltar: ahí están, Dios los cría y los ladrones se juntan.
Hubo sí otras cosas comunes “que metió” Lula: el odio, el lawfare (guerra judicial) –nuevos caballitos de batalla para renovada pancarta–, más las “campañas periodísticas” y la necesidad de regular por ley a los medios; “ley mordaza” se llama.

Es que había que aggiornarse: Imperialismo y fascismo han perdido fuerza. La corrupción sirvió por un tiempo, pero ahora mejor no hablar. Lo de Sendic de que si es corrupto no es de izquierda y si es de izquierda no es corrupto, fue una gaffe.
¿Será que el kirchnerismo es contagioso? ¿Será orden del FSP? El senador Carrera encuadró lo suyo en el lawfare (¿?). Fernando Pereira que ya estaba en lo de “las campañas periodísticas” y el “poder mediático”, habló del “clima de exacerbación del odio en la región” que “ha empezado a instalarse en Uruguay”. (¿Lo dirá por lo del termo contra el que atentó Robert Silva?)

¿Van a empezar o ya empezaron? Avisen, para por lo menos disfrutar de esta primavera.