Piden recomendaciones para bajar riesgos en consumo de pescado

“En términos generales la aptitud para el consumo de los peces del río Uruguay es aceptable”, aunque “para determinados compuestos y especies se podrían elaborar desde la CARU simples recomendaciones de consumo que minimicen los riesgos”. Esta es una de las conclusiones del Informe “Relevamiento de Residuos de Contaminantes en Peces del Río Uruguay”, en el que se presentan resultados y conclusiones de la Campaña 2019, que fue dado a conocer recientemente por el organismo binacional a través de su página (caru.org.uy).

Los muestreos para este estudio se realizaron durante la primavera de 2019 y se colectaron a tal fin ejemplares de cuatro especies de peces de interés pesquero: sábalo, boga, dorado y surubí, en las localidades de Villa Paranacito (unos 20 km aguas arriba de Nueva Palmira), Puerto Yeruá (unos 10 kilómetros al norte de la Meseta de Artigas) y en Bella Unión.

El estudio, que lleva la firma del doctor Pedro Carriquiriborde, investigador de UNLP-Conicet y asesor ad-honorem de CARU, analizó la concentración de 120 sustancias en total en el músculo de las 4 especies y en el hígado de las bogas, por ser esta la especie con mayor número de capturas. En total fueron 52 muestras de músculo y 16 de hígado. Hay que considerar, a efectos de definir el riesgo para el consumo humano, en qué niveles aparecen los contaminantes; para ello se emplean referencias internacionales.

DRAGADO

El incremento detectado desde 2014 de las concentraciones de PCBs podría estar asociado a las actividades de dragado que se realizaron para el mantenimiento de la hidrovía “que estaría movilizando y biodisponibilizando remanentes de dichos compuestos que habrían quedado retenidos en los sedimentos”.
El informe indica que la hipótesis se refuerza en los resultados de esta campaña, dado que “los peces aguas debajo de la represa (zona de dragado) mostraron valores mayores que los peces colectados aguas arriba”.
Estima que “las concentraciones medidas en el músculo de los peces parecen haber alcanzado su máximo” en 2019 y señala que incluso muestran un leve descenso.

Las concentraciones medias de PBDEs no representan aún un riesgo significativo para el consumo. Las mayores concentraciones se detectaron en peces colectados en Puerto Yeruá y podrían indicar posibles aportes desde las ciudades de Concordia y Salto.
En cuanto a los insecticidas evaluados, sólo una muestra de dorado excedió los MRL (niveles máximos de residuo) establecidos para el clorpirifós (se tomó como referencia la indicación para carnes de aves, por no haber parámetro indicado para pescados), indicando un riesgo muy bajo respecto a estas sustancias para el consumo humano. Por otra parte, señala el informe, que se desconocen los posibles efectos sobre los propios peces y resultaría deseable poder evaluar si los niveles de acumulación de insecticidas detectados podrían vincularse a efectos neurotóxicos o hepatotóxicos en los peces capturados.

VARIACIÓN

Entre los herbicidas se detectaron la atrazina, el acetoclor, el imazetapir y el metsulfurón en el músculo y sólo los dos primeros en el hígado, con concentraciones promedio de herbicidas totales de 31,27 μg/kg y 25,50 μg/kg con frecuencias de 88% y 69%, para el músculo y el hígado.
Las concentraciones promedio variaron significativamente, mostrando un aumento de los valores de norte a sur, “reflejando una mayor actividad agrícola en esa dirección o un efecto acumulativo de la misma río abajo”.

La concentración de atrazina superó en 22 de 52 peces el MRL establecido por Health Canada. “La atrazina es un compuesto que debería seguirse muy de cerca no sólo por las concentraciones encontradas año a año, sino también por los efectos adversos (ej. disrupción endocrina) que se han descrito sobre la salud humana, estimada mediante diferentes especies modelo de mamífero (ej. conejo, rata, ratón), y la de los peces y otros vertebrados acuáticos”.
Se detectaron 10 de los fungicidas analizados en muestras del músculo y 8 en el hígado, de los cuales los más frecuentes fueron el tebuconazol, el metalaxil y el penconazole. Varios de ellos “superaron los MRL establecidos para otras carnes y cereales, lo cual indicaría la necesidad de continuar evaluando la evolución de esta familia de compuestos”.

En cuanto a los metales, solamente el Cd (cadmio) no fue detectado en alguna muestra de músculo, aunque sí en el 100% de las muestras de hígado. El Cr (cromo) apareció con frecuencias de 92 y 69% en cada tejido.
El Hg (mercurio) se detectó con frecuencias de 73 y 81%, respectivamente y el Pb (plomo) tuvo frecuencias de 59 y 88% en cada caso.
Tanto el Cr, el Hg y el Pb superaron en algún caso los MRL establecidos, pero con frecuencias muy bajas, siendo el Cr, con el 19% de los casos, la más elevada. “Ello indicaría un bajo riesgo para el consumo humano, aunque los niveles hallados en el músculo e hígado podría causar algún efecto sobre la salud de los propios peces”, agrega.

COMPUESTOS

Los PCBs, fueron ampliamente utilizados hasta mediados de la década del 1970 en aceites para equipos con alto riesgo de incendio en la industria y el transporte. Su producción y uso han sido prohibidos en casi todo el mundo, en Argentina y Uruguay desde principios de los 2000. Su capacidad para bioacumularse puede causar efectos adversos sobre peces y otros organismos acuáticos.

Los PBDEs son ampliamente utilizados como retardantes de llama en plásticos y espumas. Son sustancias altamente persistentes y bioacumulables y de allí su relevancia ambiental.
Los POCs, son moléculas orgánicas con un elevado número de átomos de cloro que han sido utilizadas principalmente como insecticidas dada su acción neurotóxica.
El ejemplo clásico ha sido el DDT, aunque el más recientemente utilizado y prohibido ha sido el endosulfán.