Imprudencias, sí, pero no solo

No es la primera vez que abordamos este tema en lo poco que llevamos del 2023, ya lo hicimos en la edición del 9 de enero, pero es que desde entonces el problema de los siniestros de tránsito, en especial en rutas nacionales, no ha hecho más que ir a peor. Las cifras son de catástrofe y hablan por sí solas, pero no están tan alejadas y se ubican incluso por debajo de registros de otros eneros. Tal vez la pandemia, que aplacó el movimiento turístico durante los últimos años, y con ello la intensidad del tránsito, nos haga perder un poco de perspectiva, pero no estamos ante un fenómeno nuevo. No pretende ser una excusa, todo lo contrario, porque si fuese un fenómeno novedoso que nos estuviese tomando por sorpresa tal vez podrían justificarse algunas acciones, o la falta de ellas, pero lo real es que estos problemas vienen de lejos y no los han solucionado los mayores controles, el endurecimiento de las penas ni la mejora en la infraestructura ni en la seguridad de los vehículos –que todo ello ha ocurrido en las dos últimas décadas–.

Quizás el hecho más saliente y más preocupante en las rutas en lo que va del año haya sido el despiste y vuelco de un ómnibus de la compañía Copsa en el Este, en el que tristemente perdió su vida una quinceañera y otras 20 personas sufrieron lesiones de variada entidad. Hay una investigación en curso que irá a determinar las eventuales responsabilidades y la Justicia será la que se encargue de atribuir las sanciones que correspondan, en caso que las haya. Sin embargo hay elementos demasiado llamativos como para abstenerse de tenerlos en cuenta. Circula por las redes –y ya fue difundido por algunos medios digitales– un audio que envió desde su teléfono el conductor del vehículo, en el que da cuenta de los problemas mecánicos que estaba ofreciendo la unidad y de las quejas al respecto de los pasajeros. Esto, a la vez que un documento sobre la existencia de anormalidades en el funcionamiento, lo es también de la distracción que suponía para el chofer. Después es entrar en el terreno de las especulaciones opinar sobre si correspondía seguir circulando hasta llegar a destino o, por el contrario, detenerlo al margen de la ruta y buscar otra solución. Son decisiones que se deben tomar en el momento y sin estar en la piel del conductor, es difícil considerar todos los factores que inciden. Es este un momento del año en el que las empresas de ómnibus, y en especial las que hacen recorridos hacia el Este, están sumamente presionadas en sus recursos y eso, sabido es, facilita que se tomen malas decisiones. Lo que, en todo caso, parece poco oportuno fue el comentario de una autoridad del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, el director de Transporte Carretero, Carlos Flores, quien dijo que daba la “tranquilidad” de que el ómnibus cumplía con el requisito de antigüedad, así como que había cumplido con la inspección anual, tenía permiso nacional de circulación vigente y contaba con seguro. Si el ómnibus cumplía con todo esto y presentaba los problemas que no solo el chofer manifestó –porque aparecieron varios testimonios que los señalaban–, los que no dan ningún tipo de tranquilidad son estos controles. Tal vez fueron pensados para otro momento u otro tipo de ómnibus y necesitan una actualización, pero si se comprueba que había problemas, no dan la tranquilidad debida y deberían ajustarse. Sabido es también que estos controles suponen para las empresas un costo adicional y un tiempo de uso que se pierde, pero se tendría que estudiar la forma.

Otro hecho muy comentado y más reciente aun, fue el choque en el que fallecieron varios trabajadores que regresaban a sus hogares luego de su jornada laboral, sobre la Ruta 1, en el departamento de Colonia. Entre ellos –y de allí la mayor repercusión– el hermano del golero titular del equipo de Peñarol de Montevideo. De este caso también son llamativas las circunstancias: la camioneta en la que viajaban impactó contra un camión que estaba detenido y se encontraba parcialmente sobre la ruta. El camión había sufrido un desperfecto y no había demasiada banquina como para que se ubicara en su totalidad fuera de la ruta –a esa altura una doble vía–.

Esto no puede dejar de ser considerado cuando se analiza el hecho, sumando, por supuesto a la responsabilidades que les cabrán a ambos conductores. El diseño de las rutas –y la banquina es una parte muy importante de la ruta– no debería dejar de tener en cuenta el tipo de vehículos que circula y la posibilidad de que necesiten ser detenidos aunque fuera temporalmente por un problema mecánico o por alguna necesidad del conductor. No son decisiones fáciles, por supuesto, estamos hablando de pronto de millones de dólares de diferencia por una diferencia de algunos centímetros quizás. Pero cuando en uno de los platos de la balanza se pone la vida de las personas es difícil equiparar. Y a veces tampoco es tan clara la solución técnica en el diseño de una ruta, como por ejemplo con los carriles de sobrepaso, o tercer carril, como también se los denomina. Cuando los hay los vehículos lentos deben hacerse a la derecha para priorizar la circulación de los más rápidos, pero cómo resolver la reincorporación de estos al tránsito. Todos tienen un Ceda el paso al final, por lo general en la cima de un repecho –porque esta solución se usa en zonas donde la geografía es más ondulada– y esto supone una dificultad para los camiones, porque no tienen forma de respetar ese Ceda el paso si ello implica detenerse y reiniciar la marca, por el peso de estos vehículos y su carga.

Pero tampoco era solución colocar la reincorporación a la ruta después del repecho, en bajada, porque perjudicaría la visibilidad de vehículos más rápidos. Pero en algún lado hay que ponerlos y hay que elegir la solución menos inconveniente, aunque esto suponga que exista riesgo de encontrarse con camiones que no ceden el paso al terminarse el carril adicional. En ese caso se debe apelar al sentido común de los conductores, que lamentablemente es lo que muchas veces falla.
En esta nota hemos elegido no utilizar la palabra “accidente”, a la que nos hemos acostumbrado, omitiendo que por lo general se trata de incidentes que se pueden prevenir y que la mayoría de las veces lo que ocurre es fruto de una imprudencia y se pudo haber evitado.