“Angelina”, una buena película profesional realizada por sanduceros a puro impulso y esfuerzo

ANGELINA. Dirección: Dany Pérez. Guión: Dany Pérez. Asistencia de Dirección: Antonella González. Director de Fotografía: Cristian Payret. Edición: Cristian Payret. Música Original: Ezequiel Ordiozola. Con: Rodrigo Coitinho, Abigail Thoma, Antonio Ojeda, Patricia Correa, Julieta Pérez, Pablo Coll. Duración: 100 minutos. Cine Shopping.
Mientras los títulos pasan en la pantalla, surge una sola palabra: proeza. Filmar un largometraje con calidad profesional sin previa experiencia, sin presupuesto, sin equipos técnicos profesionales, sin un elenco adiestrado, es eso. El resultado es una película profesional –con las mismas luces y sombras que cualquier producción comercial– que puede exhibirse en cualquier circuito del país o el exterior.

Una historia que se ubica en Sicilia, en los años cuarenta del siglo pasado, donde las grandes familias dominaban la sociedad y las menos pudientes estaban a su servicio o se ocupaban de las tareas más duras. La familia Matchia es de alta alcurnia y vive en una lujosa residencia. Las dos hijas, Antonieta y Angelina pasan sus días leyendo, recorriendo el parque familiar. Los padres Florentino y Aurora administran una fábrica y forman un matrimonio donde la voz cantante la tiene la mujer.

Al lugar llega Marcos, un carpintero de la zona para hacer algunas reparaciones. En uno de esos paseos de Angelina se conocen y la historia de amor comienza, aun cuando las barreras de “clase” son muy fuertes. El ingreso de Italia a la Segunda Guerra Mundial, hace que Marcos deba partir al combate y la pareja forzosamente debe separarse. El futuro, el destino, tendrán en sus manos la definición de la historia.

Desde el punto de vista de la trama, la película tiene una primera parte en la cual el estilo narrativo se asemeja al utilizado por las telenovelas, y una segunda parte donde el relato se torna realmente cinematográfico.

Hay un hecho curioso y es que parece que la película, en algún momento, fue rehecha. Hay escenas que aparecen como innecesarias, pero que bien miradas forman parte de una trama anterior, luego modificada ligeramente.

La película tiene dos grandes logros principales. Por un lado la fotografía y todo lo que eso implica, como el encuadre –muy buen uso del plano medio y plano medio con contraplano–, pero además la fotografía misma, la excelencia de claros y oscuros, la calidad con que se resuelven los contraluces, el detalle en los interiores. Por otro lado, la música original es notable. Hace un punteo de la escena sin ocupar un espacio protagónico y es realmente apropiada. Un gran trabajo realmente, aun cuando –aunque quizás sea pedir demasiado– se extraña una canción original, que cerraría la propuesta sonora.

En lo que refiere al elenco, se hace evidente que la gran mayoría no ha tenido capacitación actoral y menos ante cámaras. Pero de todas formas no reduce el impacto de la película en general. Aun cuando casi no hay construcción de personajes (quizás Abigail Thoma lo logra, con su personaje que tiene el mismo carácter que su madre). Esto es, en lugar de construirse personajes (con una historia “personal”) que hace más sencilla la actuación ante la cámara, el estilo utilizado es la actuación de escenas. No hay una continuidad de personajes. Pero la película no cae, mantiene interés de principio a fin.

En lo que refiere a escenas, la mejor escena es la bélica. Más allá que no hay consistencia ni en uniformes ni en armas (obviamente no hubo presupuesto), el uso de la cámara y el movimiento de actores es realmente bueno. A esto se suman efectos especiales visuales y de sonido (se escuchan aviones lanzados en ataque). La decisión de adquirir esos efectos especiales fue la correcta, porque resultaban imprescindibles para el logro de la escena. Además, hay un notable trabajo de mezcla de sonido con las voces de los actores.

En la contracara, hay un error evidente en la escena en que Marcos, emocionalmente destrozado, mira un entierro. La cámara se ubica debajo y hace un contrapicado. Se justifica por el efecto que se busca, pues encima de la cámara se coloca un vidrio o similar y sobre él se arroja tierra, que va cubriendo el fotograma. Pero no tiene justificación dramática. El contrapicado sirve para engrandecer al sujeto. Dada la escena, el encuadre debió ser un picado, que aplasta al personaje y buscar una solución técnica diferente para resolver esa toma.

Por otra parte, si la película tuviera algunos minutos menos ganaría en impacto, porque hay reiteraciones y algún flashback innecesario. Se comprende que un guión que parte de un libro tenga más palabras que las necesarias, que se explique más por el habla que por la imagen, y se sostiene el carácter de proeza del resultado final. Aun así, con algunos minutos menos, “Angelina” sería aun mejor.

¿Y ahora? ¿Qué es lo que queda? ¿Solo golpearnos el pecho por la buena película profesional de un grupo de sanduceros? Pues es de esperar que no. En primer lugar, el paso debe ser acercarse al Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual Uruguayo (Incau) y buscar estrenar comercialmente la película en otros departamentos, porque es una buena película. Por encima de haber sido producida en Paysandú, es una buena película. Luego, sería interesante iniciar el camino de los festivales de Óperas Primas. Los hay en muchos lugares, incluso en Uruguay como el Latinuy de Maldonado. Es el escenario donde se podrá contrastar la calidad.

Finalmente, por la manera en que termina la película –una muy buena vuelta de tuerca–, hay un camino que puede conducir a una secuela. El tiempo y el impulso del grupo realizador lo dirán. E.J.S.