
Uruguay tiene hoy un Sistema Nacional que involucra 18 áreas protegidas, que comprenden –contando las zonas adyacentes y tanto las áreas terrestres como marinas– algo así como 379.000 hectáreas, el 1,2% del territorio. Para atenderlas el Ministerio de Ambiente cuenta con 14 guardaparques contratados directamente a los que se suman otros 20 que aportan algunas intendencias a través de acuerdos, más algunos otros que se contratan oportunamente por motivos zafrales, principalmente en Semana de Turismo. En Uruguay existe una organización que los nuclea, la Asociación Uruguaya de Guardaparques (AUG), y una formación específica que se imparte en el Polo de UTU en Los Arrayanes, en el departamento de Maldonado.
AUG contaba con 72 socios (31 mujeres, 41 varones), según datos del pasado mes de abril. De ellos hay unos 39 en actividad trabajando en áreas naturales. La diferencia es que, además de las del SNAP, también hay áreas departamentales que cuentan con guardaparques y además los hay trabajando en espacios privados. De estos socios que están trabajando, hay 21 que cuentan con formación de guardaparque y/o Tecnicatura en Gestión de áreas.
RELACIÓN
Mariana Pírez, directiva de AUG, dijo a EL TELEGRAFO que no hay una ecuación sobre la cantidad ideal de hectáreas por cada guardaparques, pero sí hay algunos criterios que han planteado y que defienden para el correcto desempeño de su labor. “Nosotros siempre planteamos que, mínimo, se debe trabajar de a dos personas por una cuestión de seguridad. En Uruguay hay muchas áreas que cuentan con solo un guardaparque para más de 30.000 hectáreas. Algunas no tienen guardaparques, como es el caso de las áreas de Flores; otras tienen, pero en ninguna es suficiente”, dijo. Agregó al respecto que “si calculamos un rango horario de 10 horas de atención al público, y mínimos dos por turno, estamos hablado de la necesidad de un mínimo de cuatro guardaparques por día, sin contar las licencias”. En este momento el área con más guardaparques es Cabo Polonio, “que cuenta con 10, y creo que Humedales de Santa Lucía anda en ese número también entre los contratados por Montevideo y Canelones, porque San José –el otro departamento con territorio comprendido en esta área– no tiene personal”.
VARIADO
Pírez indicó que es “muy diverso” el panorama en cuanto a las formas de contratación y el régimen de trabajo, así como también del salario. “En la mayoría de las áreas los guardaparques se quedan y hacen un régimen 5 días por 3 libres; en otras 5 por 2, en algunas 4 por 3, en otras 5 por 4 y no en todas se pernocta”. El momento de mayor actividad, la “zafra”, digamos, es “más que nada en verano”, en áreas del departamento de Rocha, como Cabo Polonio, Laguna Garzón y Laguna de Rocha, y también en Semana de Turismo, en el departamento de Treinta y Tres, en la Quebrada de los Cuervos.
Señaló que su profesión no está reconocida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “por lo que no hay laudo, ya que no estamos dentro del consejo de salarios. Tenemos diferentes tipos de entes contratantes: el Ministerio de Ambiente, las Intendencias, oenegés, y privados”. De hecho hay, dijo Pírez, “un abanico grande” en cuanto al salario. “Al depender de diferentes contratantes varía, algunos tienen empresas unipersonales, otros son funcionarios presupuestados y otros contratados. Van desde los $40.000 hasta los $55.000 aproximadamente”.
FORMACIÓN
El Polo Tecnológico Los Arrayanes se encuentra a unos 8 kilómetros del centro de Piriápolis, en la intersección del camino del mismo nombre y la Ruta 10. Allí se imparten dos propuestas formativas, una de ellas, un bachillerato, que es el que otorga la certificación como guardaparques, y una superior, terciaria en Conservación y Gestión de Espacios Naturales, indicó Ramón Gutiérrez, coordinador del Área Recursos Naturales del Polo. “La formación tiene más de diez años. Creo que son doce o trece años. Fue diseñada con participación de la Asociación Uruguaya de Guardaparques, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y la UTU, y el objetivo era dar respuesta, justamente, a la creación de un sistema de las áreas protegidas en Uruguay, para formar allí los trabajadores: tanto técnicos para la tareas cotidianas, de sostén de las áreas; como la formación terciaria técnica que permita planificar, gestionar, y dar cuenta de otro tipo de necesidades, digamos, de las áreas protegidas”, detalló. Para cursar la formación de nivel terciario no es requisito haber cursado previamente el bachillerato, se puede ingresar desde cualquier opción de secundaria. “Algunos estudiantes sí realizan los cinco años de formación aquí, pero otros realizan una de las dos formaciones”. De ambos perfiles de egreso, el más conocido, incluso homologado a nivel internacional, es el de guardaparques, pero la formación terciaria “en definitiva, robustece la formación del guardaparques y la inserción eventualmente también, con herramientas que le permiten jugar un papel también en la planificación y en la gestión y no exclusivamente en el trabajo práctico, del mantenimiento del área protegida”. Además, la formación terciaria, aporta en cuanto a “la colaboración con distintos actores de la comunidad en tareas educacionales, el relacionamiento con, por ejemplo, emprendimientos privados que puedan estar dentro o colindantes con el área protegida, proyectos de investigación o educativos que tengan inserción en el Área Protegida”. Agregó que en general la formación contempla “una base científica robusta que permite desde desarrollar tareas de colecta y procesamiento de datos; no diseñar, llevar o liderar un proyecto de investigación, pero sí ser parte del equipo que permite que esta investigación se lleve a cabo”. Además le permite acceder a herramientas tecnológicas “que hoy se utilizan para cualquier tipo de monitoreo o procesamiento de información”.
INSERCIÓN
Actualmente hay unos cien estudiantes cursando, señaló Gutiérrez. En el entorno de 15 estudiantes comenzaron el primer año este año, en segundo rondan los 20 estudiantes y en el último año rondan también los 15. En la propuesta terciaria son 30 estudiantes de primer año, mientras que en segundo son alrededor de 20. Cuentan con “un elenco de unos treinta docentes que brindan las distintas asignaturas”.
La salida laboral de estas propuestas no es exclusivamente en las áreas del SNAP o las intendencias. “Es una formación bastante amplia, en la práctica también hoy en día es bastante común que haya chacras cuyo destino es la conservación, o desarrollar proyectos de eco parques, que tienen espacios de conservación y espacios de uso público turístico. En ese sentido el oficio va ampliando los campos de trabajo a otros terrenos”, dijo. Un ejemplo de ello es el trabajo de restauración ecológica: “el mantenimiento de un vivero de conservación, con especies nativas y todo lo que implica la labor de restauración. Tiene también una salida laboral en torno al trabajo en viveros y eso diversifica las posibilidades que tiene la formación”. Un ejemplo de ello es una cooperativa que presta servicios de forma zafral, “que se llama Endémica y que generó condiciones para tener diez puestos de trabajo de técnicos en conservación y gestión de áreas naturales, que brinda servicios de educación ambiental y desarrollo de infraestructura para áreas naturales”, repasó.