
Como hace 114 años, por nuestros lectores…
En esta jornada celebramos el 114º aniversario de la fundación de El TELEGRAFO, ni más ni menos que más de un siglo largo de existencia y de cotidiano diálogo con nuestros consecuentes lectores, nuestro leit motiv desde el primer ejemplar que salió a la calle el ya ahora muy lejano 1º de julio 1910, cuando abordamos un desafío quijotesco en el que no han faltado avatares que también en gran medida han servido de estímulo y obrado como catalizador para intentar siempre superarnos de forma de llegar a los sanduceros con lo mejor.
Hoy, con más de once décadas que podemos evaluar a partir de la perspectiva que da el tiempo, nos encontramos también con nuevos desafíos, con la necesidad de seguir superándonos con el mismo entusiasmo de aquellos tiempos en que cada día de salida a la calle era una lucha enmarcada en las limitaciones de una elaboración tan artesanal como trabajosa.
Precisamente, entre estos avatares, desafíos y riesgos, EL TELEGRAFO ha logrado incorporar recientemente su nueva impresora en la planta ubicada en avenida Dr. Roldán y Purificación, en el edificio que fuera afectado por la gran tormenta que se abatió sobre Paysandú el 11 de julio de 2022. No ha sido fácil tampoco, como ocurriera con tantos sanduceros, la recuperación luego de este traspié ocasionado por la madre natura, pero aquí estamos, como tantos otros conterráneos, nuevamente en el camino que nos habíamos trazado para mantenernos actualizados tecnológicamente y tratar de ofrecer el mejor producto posible a nuestros lectores.
En este día especial, y con un presente esperanzado por poder salir con la nueva impresora, es pertinente tener una mirada retrospectiva tanto desde el punto de vista de nuestra casa periodística como así también de la región y el mundo, porque los tiempos han cambiado, aunque no siempre para bien, y por cierto, que también suele mirarse con una visión romántica aquellos tiempos pasados, que sin embargo eran todo un reto para quienes los vivieron en el día a día, en la incertidumbre, en la relación de la comarca con el entorno, más allá de la problemática de cada uno, de su círculo cercano, de las propias instituciones.
Y cuando hacemos referencia a la necesaria actualización tecnológica, debemos plantear asimismo que cada paso que se ha dado ha sido, como en tantos emprendimientos de cualquier actividad, una mejora asociada al riesgo y las interrogantes ante la magnitud del acometimiento, de eventualmente no solo estar a la altura del desafío periodístico, sino también y muchas veces sobre todo por la incertidumbre empresarial, de hacer sostenible y viable la inversión desde el punto de vista económico, que es casi como pagar el precio de lanzarse al vacío para estar al día en la tecnología.
Así fue cuando en sus primeras décadas, EL TELEGRAFO pasó del armado de las páginas enteramente a mano al uso de la impresora del tipo rotoplana, que fue todo un acontecimiento y avance fundamental, que implicó asimismo la incorporación de las linotipos en base a la fundición de plomo, sistema que toda la prensa adoptó por décadas y que asimismo estuvo jalonada por sensibles y sucesivas mejoras en estas máquinas, a las que se fue dando mayor rapidez y versatilidad junto con otros elementos complementarios para elaborar las páginas, caso de las tituleras, aviseras, etcétera, todo dentro del sistema basado en el plomo que se derretía para llevar la escritura a las pesadas páginas que permitían que la rotoplana pudiera imprimir.
Otro gran salto –con no menos desafíos y dudas– fue el haber pasado en 1978 al sistema Offset de impresión, lo que implicó un cambio drástico, porque se abandonó el plomo para pasar a un sistema fotográfico en frío y el uso del papel en el armado de las páginas, con la adquisición de las máquinas lynocomp y otros equipos necesarios para que el proceso pudiera terminar en la impresión con la impresora Harris V15, la que con sucesivas mejoras nos ha acompañado durante décadas hasta hace unos pocos meses, en que ha sido suplantada por el equipo de impresión Goss Community que funciona en el nuevo edificio.
Estos grandes pasos que hemos resumido en pocas palabras, –sin dejar de mencionar las sucesivas instancias de recambio de equipos y la informatización de gran parte del proceso– han sido sin embargo producto de asumir los riesgos intrínsecos a cada momento, con todo lo que ello significa para cualquier empresa, pero con el factor diferencial –sin el cual hubiera sido imposible acometer todos estos pasos– de contar con nuestros fieles y consecuentes lectores, quienes una y otra vez han respaldado a EL TELEGRAFO por encima de las circunstancias del momento.
Y este es sin dudas el mayor valor a rescatar cada 1º de julio: que los sanduceros nos siguen renovando la confianza cada día, y son los que nos impulsan a seguir superándonos, a asumir los riesgos tanto desde el punto de vista periodístico como empresarial, para seguir juntos en la cruzada por un Paysandú, una región y un mundo mejor. → Leer más