El pronunciamiento popular, sin lugar para tremendismos
Con un respaldo ciudadano mayor que el que en principio otorgaban previamente la mayor parte de las encuestas, la fórmula presidencial del Frente Amplio logró la mayoría de adhesiones en el balotaje del domingo, y por lo tanto asumirá el gobierno el 1º de marzo de 2025, tras una segunda vuelta electoral en la que como es el sentido de esta nueva consulta, los ciudadanos tuvieron la oportunidad de pronunciarse por quien quieren y/o por quien no quieren encabezando el gobierno nacional por cinco años.
Pero lo que es aún más importante, ello se ha hecho en un marco de convivencia democrática y fundamentalmente dando continuidad a la vigencia de la institucionalidad tras el interregno de la dictadura que se instaló en el país durante doce años, más precisamente entre 1973 y 1984.
Este logro es la clave de que los uruguayos podamos asistir y ser protagonistas de la rotación de partidos en el poder sin vivir situaciones traumáticas, arrastradas por quienes siempre tratan de poner las cosas en blanco y negro, en actos tremendistas que en realidad solo buscan llevar agua hacia su molino.
En este caso la coalición de izquierdas, con Yamandú Orsi a la cabeza, supo tal vez interpretar y canalizar mejor la voluntad ciudadana, sostener un mensaje con más llegada al ciudadano común, pero naturalmente, esta es una interpretación para politólogos y no tiene respuestas simples, ni siquiera referencias categóricas e irrefutables, porque son innumerables los factores que derivan en generar el humor ciudadano que se traduce en las adhesiones en una contienda electoral, de la naturaleza que sea.
Y las interpretaciones naturalmente son tantas como la cantidad de votantes, porque cada persona vota individualmente de acuerdo a su percepción y preferencias, incluso eventualmente a contramano de los colectivos a los que pertenecen, y así se da el tejido que sustenta el respaldo electoral hacia uno u otro lado. Cuando todavía repercuten los ecos de la campaña y está fresco el resultado electoral, las “explicaciones” apuntan primero a señalar los errores de los derrotados en la contienda, y eventualmente a virtudes expuestas por los victoriosos, pero en este juego de errores, virtudes, estrategias y formas de dirigirse a la ciudadanía hay también otros múltiples elementos en juego, y éstos no son lineales ni nada que se parezca, porque tienen que ver con las características del receptor. Ergo, lo que es válido para unos no lo es para los otros y viceversa, ante una complejidad en la que cuesta diferenciar causa de efecto, y sobre todo se tiende a generalizar y extrapolar visiones individuales del votante al resto del electorado.Lo que sí es claro es que toda esta multiplicidad de factores se vio reflejada en el humor social expresado en votos y que hoy determina que el Uruguay cambie de partido de gobierno dentro de tres meses, y que los que ayer estaban en el llano hoy vuelvan al poder de la única forma legítima que debe hacerse, es decir por la voluntad del ciudadano expresada en las urnas.
Muy lejos por suerte de situaciones que se han dado en lugares como Venezuela, donde hay un dictador que no ha resignado el poder pese al triunfo electoral de la oposición, y esto debe ser valorado en toda su magnitud por los uruguayos, que podemos hacer los cambios en paz, sin que a los que hoy ejercen el gobierno ni siquiera se les cruce por la cabeza aferrarse al poder.
En este caso el retorno de la izquierda al gobierno plantea nuevas interrogantes respecto a escenarios anteriores en que llegó al poder, por cuanto si bien logró una mayoría en el Senado, no ocurre lo mismo con la Cámara de Diputados, y ello ya de por sí determina la necesidad de buscar acuerdos extrapartidarios, y eventualmente conciliar propuestas para generar las mayorías que se necesitan para aprobar leyes y encaminar actos de gobierno con un necesario respaldo legislativo.
Pero todo esto sin tremendismos hacia uno y otro lado, y no debería ser tan difícil buscar puntos en común para abordar los grandes temas que siempre han quedado pendientes y que por ejemplo hacen que desde hace muchos años tengamos un país caro, en la relación entre ingresos y costo de vida, pero que también nos deja fuera de competencia en los mercados, porque se ha encarecido la mano de obra en dólares y ello determina que agregar valor dentro de fronteras a la materia prima nos deja fuera de precios en el comercio internacional, solo por mencionar un tema en el que deberían estar de acuerdo todos los partidos.
Por supuesto, no todos tienen la misma visión sobre el problema, y por lo tanto tampoco hay unanimidad respecto a las respuestas, cuando primero además se debería identificar las causas para coincidir en el diagnóstico.
Ello hace necesario un diálogo entre los representantes de los partidos entre sí y los actores involucrados, los agentes económicos, los inversores, las fuerzas vivas, porque nadie tiene la varita mágica y ello da la pauta de la magnitud del desafío, porque no es cosa menor que por utilizar mano de obra local los costos se disparen y no podamos competir hacia afuera ni con lo que nos viene del exterior, salvo en productos primarios.
Este es un reto de gran magnitud para el equipo que conducirá –al menos así se había asegurado– el economista Gabriel Oddone, quien por cierto se libró del tiro en el pie que hubiera significado la aprobación del plebiscito sobre la seguridad social, aunque va a tener sobre sí la presión de los grupos radicales liderados por el Pit Cnt que han vuelto a la carga para que el nuevo gobierno incorpore a la legislación varios de los planteos contenidos en el plebiscito, y por ende condicionando severamente las cuentas públicas.
Tampoco es un tema menor la problemática de la geopolítica internacional, por cuanto la guerra por la invasión rusa a Ucrania sigue presentando una severa amenaza para la paz mundial, genera inestabilidad y dispara los precios internacionales, tal como ocurriera durante el mandato de Luis Lacalle Pou, mientras que por otro lado el advenimiento de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos augura un rebrote proteccionista que en nada favorece al Uruguay.
En fin, un camino que no se presenta libre de obstáculos ni nada que se le parezca, pero confiemos en que Yamandú Orsi, mandatario electo que será el presidente de todos los uruguayos desde el 1º de marzo venidero, sabrá interpretar el mandato popular –en un país que sigue dividido prácticamente en mitades– y ajeno a las presiones extremistas de uno y otro signo, sin revanchismos y sin delirios refundacionales, tendrá el buen sentido y la decisión que se requiere para hacer lo que hay que hacer para que le vaya bien en su gestión de gobierno, y con ello a todos los uruguayos. → Leer más