Secretos de un escándalo en Prime video

El pasado, como buen juez que es, puede condenar a casi todos en la vida y en el arte; menos, por supuesto, a la gente honesta y a los verdaderos artistas. Y si algo ha probado el director Todd Haynes a estas alturas es que se trata de un verdadero artista.
Y hablo del pasado porque cualquiera que vea algunas imágenes de la película Secretos de un escándalo y se informe que está protagonizada por dos mujeres, Julianne Moore y Natalie Portman, esperará de un director como Haynes lo que ya ha hecho varias veces en su filmografía: un romance homosexual.

Pero quien así piense se encontrará con otra cosa. Porque la película trata de una actriz (Portman) que se inmiscuye en la familia del personaje ya maduro que interpreta Moore, para prepararse para su próxima actuación.
Es que se está preparando una película sobre la vida de esa mujer ya que, hace varios años, tuvo un escandaloso romance con un adolescente, que ahora es su pareja estable. Se trató de un escándalo social y mediático que ahora parece haberse calmado, ya que todos los implicados viven pacíficamente en el solaz de una familia feliz, o eso parece.

El director Haynes revela aquí otra vez más su verdadera especialidad que no es la de filmar amoríos gays, sino la de deconstruir una sociedad que se presenta como un paraíso, pero que tiene más grietas que cualquier partido político.
Porque si bien la actriz que encarna Portman es recibida con los brazos abiertos y todos intentan mostrarle que por más escándalo que haya habido ahora “está todo bien”, la investigación “artística” de la intéreprete no demorará en revelar los numerosos abollones de esa armadura. Tanto como familia “diferente” o como familia a secas.

No son pocas a esta altura las películas y series que pueden verse en las que un personaje fagocita a otro convirtiéndose en él. Desde la clásica Vértigo, en la que el protagonista obligaba a una mujer parecida a su amante muerta a “transformarse” en ella, para acá los ejemplos son muchísimos.
Sin embargo, como decía al principio, Todd Haynes es un realizador con personalidad y que si bien varias veces se ha basado en temas e historias que no son “originales”, su estilo hace que lo parezcan. Y ahí está todo, en los parecidos. En la máscara que se utiliza para ser lo que uno es o lo que quieren que piensen que uno sea.

El personaje de Natalie Portman no se pone límites para conseguir lo que necesita para su papel. Y lo que necesita es la verdad, algo que parece estar frente a sus ojos pero que es más complejo de lo que parece.

¿Qué llevó a una mujer casada y con hijos a relacionarse con un adolescente? ¿Por qué tiró todo por la borda por esa pasión? Obviamente, aquí hay material para un melodrama de alto voltaje o para una película de tono telenovelesco, algo que, por supuesto, el director no elige hacer. Fiel a sí mismo, sigue retratando a sus personajes al límite con un tono contenido, que se podría pensar como frío pero que, justamente por eso, hace de sus películas una experiencia tan diferente como recordable. No es, en definitiva, ni escandaloso ni sensacionalista. La suavidad tan civilizada conque Portman se introduce en la familia de Moore tampoco es lo que parece, como nada en el filme. Ya lo decía Ricardo III en la obra del mismo nombre “puedo sonreír y asesinar mientras sonrío”. Y no soy tan atrevido para seguir escribiendo luego de citar a Shakespeare…

Fabio Penas Díaz

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