
Menor jornada laboral, ¿sirve?
Con el advenimiento del próximo gobierno –incluso antes de que asuma– se espera que el Pit Cnt retome con marcado énfasis su planteo –formulado oficialmente en agosto de este año, cuando no se conocía quien sería el nuevo presidente– de reducir la semana laboral de 48 a 40 horas, sin reducción salarial, en una idea similar a la que se está dando en algunos países europeos, con “éxito” diverso, y sobre todo con la expectativa de los dirigentes sindicales de que la experiencia de países desarrollados, que tienen muy buenos índices de empleo y calidad de vida, sea extrapolable al Uruguay, sin tener en cuenta las abismales diferencias entre ambas realidades.
Pero incluso en el Viejo Mundo la jornada laboral de cuatro días es uno de los grandes debates en gobiernos y empresas y no son pocos los obstáculos para su implementación. Hay casos de éxito o al menos de viabilidad en países como Alemania –aunque por diversos motivos este “motor de Europa” está cayendo en una suerte de crisis, donde el “milagro alemán” parece haberse terminado–, reticencias en otros como Japón, y numerosos estudios teóricos. La aplicación de esta semana laboral de cuatro días es defendida por sus promotores como un modelo que promueve el equilibrio entre vida personal y profesional. Pero lo que pocas veces se difunde es los casos reales de fracaso en el mediano o largo plazo. Por ejemplo, Julien Le Corre, dueño de una agencia de comunicación francesa llamada YZ, la adoptó en empresa. Ahora, en un libro, Jour Off, cuenta su mala experiencia: tuvo que cerrar en apenas 18 meses su emprendimiento en Francia.
Le Corre aplicó la semana de cuatro días en su empresa, YZ, que contaba con 20 empleados. Parecía ideal en un emprendimiento que bien puede funcionar en este formato, con flexibilidad horaria por teletrabajo, puesto que los empleados perfectamente pueden trabajar desde la comodidad de su casa a través de una computadora. Una de las primeras dificultades identificadas fue la rigidez de designar exclusivamente el viernes como día libre, lo que implicaba el cierre total de la empresa ese día. Esto afectó la capacidad de respuesta ante los clientes y generó tensiones internas. Según Le Corre, permitir flexibilidad en la elección del día libre podría haber mitigado parte de estos problemas. Además, la reducción de días laborales puso a la empresa en desventaja frente a competidores que operaban los cinco días, lo que comenzó a ralentizar su crecimiento. Los problemas no se limitaron a la relación con los clientes: también se evidenció una caída en la productividad y conflictos entre empleados. Asimismo, la implementación no tuvo el efecto esperado en la retención de talento. Por el contrario, algunos empleados dejaron la empresa, y los que permanecieron comenzaron a mostrar descontento cuando se les pedía trabajar ocasionalmente los viernes por urgencias. La falta de cohesión en los equipos se hizo evidente. Mientras algunos empleados optaban por trabajar fuera de horario para cumplir con sus tareas, otros se mantenían estrictamente dentro de los nuevos límites laborales, lo que generó divisiones internas.
La situación financiera de YZ se deterioró, por cuanto la caída en la facturación, combinada con los efectos de la pandemia y la semana laboral reducida, dejó a la empresa al borde del colapso. Aunque se intentó revertir la medida en setiembre de ese año, los problemas acumulados resultaron insuperables. Finalmente, en octubre de 2023, la empresa fue declarada en quiebra. Para Le Corre, esta experiencia dejó importantes lecciones sobre la implementación de nuevos modelos laborales. Entre los errores que destaca se encuentra la falta de planificación a largo plazo y una evaluación insuficiente de las consecuencias operativas y comerciales. Este ejemplo es extremo, pero en numerosos casos se dan situaciones similares intermedias, y ninguna o casi ninguna con saldo beneficioso para la salud de las empresas, desde que cuando se está en competencia, el que subsiste es el que logra responder a las exigencias del mercado consumidor o usuario, aunque una cosa muy distinta es el Estado, donde la falta de productividad y la ineficiencia, con sus consecuentes mayores costos laborales y operativos, corre por cuenta de los contribuyentes, sea en el país que sea, y con particular énfasis, en naciones como Uruguay. Por otra parte, quedó en evidencia que la mayor libertad de elección de horarios y días por parte de los trabajadores no necesariamente significa mejor ambiente laboral ni satisfacción de los empleados; por el contrario, los conflictos aumentaron así como la disconformidad, hasta el punto que los propios empleados –empezando por los más talentosos—abandonaron la empresa supuestamente “modelo”. Además, debe tratar de conciliarse la mejora en condiciones de trabajo de los empleados con las necesidades operativas y la sostenibilidad financiera de las empresas, que es un aspecto clave en el sector privado.
Sin embargo en Uruguay ya el Pit Cnt expuso hace varios meses la iniciativa que promueve el Instituto Cuesta Duarte para reducir la jornada laboral a 40 horas semanales con pago por 48 horas. La central sindical planteó que será necesaria una ley para implementar la iniciativa y anunció que mantendría reuniones con los candidatos a la Presidencia de la República. Según los técnicos, el “fuerte aumento en la productividad del trabajo, producto de la implementación de nuevas tecnologías y cambios en la organización del trabajo, respalda que esta demanda pueda llevarse adelante”, y paradójicamente una de las consecuencias sería el “aumento del bienestar de las personas, su satisfacción con el trabajo y su satisfacción con la vida en general”, algo que el testimonio de Le Corre demuestra que no necesariamente es así.
Otro beneficio es que se espera que “permita reducir las brechas de género, ya que las mujeres tienen una mayor carga global de trabajo debido a que dedican más tiempo al trabajo no remunerado que los varones”.
En relación con la productividad, considera que la teoría indica “un aumento de la productividad media del trabajo, ya que al eliminarse las últimas horas de trabajo, que tienden a ser las menos productivas, se podría esperar un incremento en la productividad”, cosa que tampoco le funcionó a Le Corre, y así le fue.
Pero por supuesto, una cosa es la teoría y otra la realidad, sobre todo en países como Uruguay, con bajo nivel de empleo, precariedad y altos costos laborales, serios problemas de competitividad a medida que se incorpora valor agregado, energía y servicios caros, solo por mencionar los aspectos más relevantes, a lo que debe agregarse el factor cultural, que es de significativa gravitación.
Porque más allá de la teoría facilonga de que la reducción puede ayudar al funcionario en su vida personal y laboral, tenemos como contrapartida que al mantenerse el mismo salario, el costo por hora trabajada aumenta, lo que podría llevar a las empresas a reducir la demanda de mano de obra, con la consecuencia directa de un aumento del desempleo, pero a la vez sería relativa la mejora laboral, por cuanto con menos horas el trabajador se vería ante la disyuntiva de dedicar las horas liberadas al descanso o en cambio, a conseguir otro trabajo, para aumentar sus ingresos, y por lo tanto presionar la demanda y generar más desempleo. Además, es absurdo pensar que como en las últimas dos horas la productividad disminuye, al recortar el horario de trabajo se va a aprovechar el pico de rendimiento del trabajador; lo que realmente va a suceder es que va a rendir igual que ahora por cuatro horas y las últimas dos tendrá la cabeza en lo que va a hacer cuando salga del trabajo, al igual que ocurre ahora. Pero eso al Pit Cnt no le importa, porque la empresa privada es mala palabra para la central sindical, que ve al empresario como un explotador que lo único que piensa es en incrementar su riqueza exprimiendo a los trabajadores. Si se funden, es problema de ellos.
En suma estamos ante una propuesta voluntarista, de neto enganche electoral e ideológico, además de a contramano de la realidad y de lo que precisamente requiere el país para su desarrollo y consecuente mejor futuro. → Leer más