
Los que mintieron, las dudas y la repetición del relato
“Nosotros sabemos quiénes son los que mintieron, pero no lo vamos a decir porque no somos botones ni traidores”, dijo la exguerrillera integrante del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) tupamaros, al autor del libro Los Indomables, Pablo Cohen, al referirse al procesamiento y condena de militares por la comisión de delitos de lesa humanidad durante la dictadura.
Precisamente a mediados de este mes de diciembre fue presentado este libro, constituido fundamentalmente por una recopilación de entrevistas del periodista y escritor al expresidente de la República José Mujica y a su esposa, Lucía Topolansky.
En uno de los pasajes de la entrevista, la exvicepresidenta se refirió al avance de las investigaciones judiciales sobre los delitos de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico-militar, instancia en la que entre otras reflexiones dijo que hay “gente que miente en las declaraciones” sobre crímenes ocurridos en dictadura. “A un compañero vinieron a decirle: ‘Mentí, decí esto y aquello, y metemos preso a fulano’. Él contestó: ‘No lo voy a decir’. Ahí te acusan de traidor y opinan que los tupamaros no dijeron nada. No, decimos lo que vimos”, confesó.
“Nosotros sabemos quiénes son los que mintieron dentro de la izquierda, pero no lo vamos a decir”, aseguró. Ante la repregunta de Cohen, Topolansky respondió: “Porque no somos traidores ni botones”.
A su vez, recordó que un militante de izquierda testificó por un caso de la dictadura y el juez a cargo de la causa le dijo: “Lo quiero felicitar porque, de todos los que pasaron por aquí, es el primero que dice la verdad”.
Como no podía ser de otra manera, estas “revelaciones” –que fueron refrendadas por el expresidente José Mujica– han causado gran revuelo, porque comprenden nada menos que las causas abiertas contra militares condenados, muchas veces exclusivamente en base a testimonios de los directamente afectados o su entorno, teniendo en cuenta además que se trata de hechos ocurridos hace más de medio siglo y que no son nada fácil de reconstruir en sus alcances e implicaciones. Es más, el manto de duda que se tenía sobre el margen de garantía sobre el detalle de los episodios delictivos, ha quedado confirmado por este “sincericidio” de quien fuera una de las más importantes protagonistas del movimiento subversivo, además de haber sido vicepresidenta de la República en la administración de José Mujica, también uno de los principales dirigentes tupamaros.
Lo expresado por Lucía Topolansky no son nimiedades, porque por un lado, refiere a testimonios de personas que mintieron para hacer condenar a estas personas, pero también por el hecho de que la expresidenta considera que no revela sus nombres “porque no somos botones ni traidores”.
Es decir, en su concepto moral es mucho más importante no ser “botón” ni traidor al movimiento tupamaro, que revelar la verdad sobre los hechos que se estaban juzgando, aún a sabiendas que este silencio cómplice puede haber significado que alguien haya sido condenado social y penalmente de por vida sólo por el odio y necesidad de venganza que motiva a algunos denunciantes.
La pregunta entonces es cuántas personas fueron formalizadas o condenadas y están presas bajo falso testimonio, y como bien sostiene el experiodista Gerardo Sotelo, diputado electo por el Partido Independiente, “si algún juez lo intuyó, como afirma Topolansky, ¿qué deberíamos pensar del resto de los jueces y fiscales? ¿Que no lo sospechaban o que no pusieron el debido celo?”
La exfiscal Gabriele Fossati dijo que “esto es gravísimo. No dudo que Ricardo Perciballe (fiscal para delitos de lesa humanidad) haya logrado meter a varios inocentes presos, sin prueba suficiente”, en tanto el propio Perciballe, consultado sobre los dichos de Topolansky, afirmó que “no se ha constatado en absoluto” lo vertido por ella. “No tenemos ninguna constancia, y de tenerla haríamos la denuncia correspondiente”, para acotar que lo dicho por la extupamara “es la opinión de una persona y nada más. No sé en qué se basó para decir eso; si tiene los elementos, que haga la denuncia”; cuando paradójicamente las “investigaciones” que llevaron a esas condenas no son más que otra “opinión”, pero de una parte interesada, por cierto.
Es decir, ni por asomo intervenir de oficio o facilitar la eventual revisión de casos en los que la condena se apoya exclusivamente en testimonios que según denuncia públicamente una voz más que autorizada –o más bien dos–, podrían ser inventados.
Las reflexiones de Topolansky, además, no son las únicas, porque había antecedentes de expresiones similares del también tupamaro exministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández Huidrobro, y del extumaparo Jorge Zabalza, que iban en esta misma línea.
Por supuesto, los primeros en poner el grito en el cielo fueron los colectivos que participan activamente en la militancia por los derechos humanos –cuando son de izquierda–, como es el caso de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos y de las organizaciones sociales que pregonan la búsqueda “por verdad, memoria, justicia”, que de verdad y justicia no buscan nada, sino que a través del relato tratan de imponer una verdad parcializada, donde siempre serán las eternas víctimas.
Nos afiliamos a la declaración del Frente Amplio al respecto que expresa que “el respeto a la memoria histórica no es sólo un acto de justicia hacia las víctimas y sus familias, sino también una condición esencial para consolidar una democracia plena, basada en la verdad y los derechos humanos”, y precisamente para eso, consideramos que lo que debe buscarse es la Verdad, a secas, sin falsos testimonios y el relato deformado de parte interesada en hacer aparecer a unos como los héroes intachables y a todos los demás como villanos o como cómplices, sin hacerse eco de la gran cuota de responsabilidad que tienen por el drama que durante más de diez años hemos vivido los uruguayos. Y encima por seguir mintiéndonos.
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