En este mundo tan caótico y convulsionado, con tanto trigo y tanta cizaña en acción, se me hace muy difícil el decir Feliz Navidad, porque puede interpretarse como un fariseísmo. No soy predicadora y mi misión es buscar la unión, el acuerdo, la armonía, cosas que parecen utópicas, pero igual lo intento. Pienso que a quienes están viviendo una situación difícil por cualquier motivo, unas simples palabras nada le dirán, si no tiene creencias, si no tiene razones para ser feliz. Es un tiempo que nos debería hacer reflexionar cuál debe ser nuestra actitud, cómo poner nuestro granito de arena para una convivencia de unión, amor y libertad.
Como escribo para todo el que desee leerme, no sólo para quienes profesan mis creencias, me referiré a Nelson Mandela, un hermoso ejemplo de lucha incansable por esos ideales. Un magnífico ejemplo de vida dedicada enteramente a construir un mundo mejor, un legado inspirador a perseverar en la resistencia pacífica, la reconciliación y el perdón. Un ejemplo del poder del espíritu humano para transformarse a sí mismo, y transformar la sociedad que lo rodea. (Por supuesto que personalmente creo que ese poder es dado por un Espíritu Superior).
Mandela escribió su Autobiografía en su libro “El largo camino hacia la libertad”, libro que todos tendríamos que leer. Este líder sudafricano, fue un ícono en la lucha contra el Apartheid, el cruel sistema que segregaba a los negros, y que favorecía la dominación blanca en Sudáfrica y en otros países donde había población negra, que consideraba la superioridad de la raza blanca. Por desgracia, aún quedan lugares en el mundo donde subsiste esta tremenda desigualdad y discriminación, aunque no sólo por el color de la piel, sino por motivos ideológicos, principalmente. Subsisten el autoritarismo, el desprecio y la corrupción, las causas de la falta de unidad, de paz y de armonía.
Recuerdo en este momento que en nuestra ciudad está el monumento Puño de Mandela, pero no un puño agresivo, sino un puño que invita a no rendirse ante la adversidad y a la lucha por los derechos humanos, a la resistencia pacífica. Nació Mandela en una pequeña aldea sudafricana, en 1918. Sus padres lo llamaron Rodihlahla, que en el idioma de su clan significa Halar la rama de un árbol, que podría traducirse como “alborotador”. ¡Y vaya si lo fue! Pero su maestra lo llamó Nelson, porque ningún negro tenía derecho a conservar su nombre en esa escuela, a la cual fue uno de los poquísimos negros que pudo asistir. Cuando falleció su padre comenzaron a llamarlo Madiva (Padre, Tata, era el padre para su clan. Estudió Derecho en la Universidad de Johannesburgo y siguiendo las ideas de Gandhi, comenzó la resistencia pacífica. Pero viendo que no daba resultado, después de una masacre cometida por el gobierno autoritario, hizo un curso para la lucha armada, recibió un entrenamiento guerrillero, aunque en lo más profundo de su ser, siempre mantuvo la convicción en la premisa de la no violencia. Porque no se puede encontrar la paz mediante la guerra y la división.
Su activismo chocó contra el Apartheid, el sistema de segregación racial, que duró desde 1948 hasta 1994 en Sudáfrica. El Apartheid determinaba, de acuerdo a la raza, dónde podían vivir y trabajar los sudafricanos, el tipo de educación que podían recibir, y si podían votar o no. (Wikipedia Britanicca). La mayoría de la población, que eran negros, no tenían derecho a votar.
Pasó 27 años en prisión, durante los cuales continuó su lucha y se convirtió en el gran símbolo de lucha contra el Apartheid, incluso para la comunidad internacional. Fue liberado en 1990, y la presión internacional tuvo mucho que ver en esa liberación.
El Apartheid se estaba deteriorando y Mandela inició una transición con el gobierno para sustituir el Apartheid por una democracia. No buscaba venganza, sino reconciliación y perdón. En 1993 le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz. Y un año después se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica.
“Creó la comisión de la Verdad y la Reconciliación para investigar las violaciones de los derechos humanos durante el Apartheid, e iniciativas en educación, vivienda y desarrollo dirigidas a la población negra del país. Dejó la presidencia en 1999, pero continuó luchando, siendo una voz activa en defensa de la paz y la justicia social, en todo el mundo. Falleció el 5 de diciembre de 2013, un episodio que generó gran conmoción dentro y fuera del país”. (National Geographic). Estas son las palabras de Bank Ki moon, secretario de la ONU, en el momento de su muerte: “Nelson Mandela dedicó su vida al servicio de su pueblo y de la humanidad, y lo hizo con gran sacrificio personal. Su posición de principios y la fuerza moral que mantuvo fueron decisivas para desmantelar el sistema del Apartheid. Resurgió, tras 27 años de detención, sin rencor, decidido a construir una nueva Sudáfrica basada en el diálogo y el entendimiento”.
Mandela es un ejemplo más de quienes creen que la educación es el principal catalizador del cambio social, y sigue siendo crucial para la transformación de la sociedad. Aún tenemos mucho que aprender de su ejemplo. Tía Nilda → Leer más