La combinación de factores que caracteriza a estas fechas es preocupante: mucha diversión, consumos y excesos poco recomendables, poco descanso, apuros por cerrar pendientes, y presiones por comenzar nuevas tareas. Cuando la variable de ajuste parece ser el acelerador del auto, el resultado de esta ecuación puede ser desastroso. Así terminó 2024 y comenzó 2025, con una serie de siniestros de tránsito, varios de ellos con personas gravemente heridas y algunas muertes. Claro que cada situación tiene su propio contexto y no todas pueden atribuirse a los mismos factores, pero en general, en la mayoría de los casos, hubo previsiones que pudieron haberse tomado y no se hicieron. A veces, se trata de una revisión adecuada de los vehículos; otras veces, de tomarse una o dos horas más de descanso antes de salir, o de asumir que no pasa nada si llegamos un día más tarde al inicio de las vacaciones. Es preferible perder un día de alquiler que poner en riesgo nuestra vida o la de otros.
Durante el reciente seminario sobre Drogas y Conducción, organizado por la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev), el psicólogo Daniel Ventura y la doctora Gabriela Cordone ofrecieron una conferencia titulada “Aportes desde las Políticas Públicas para la reducción de la morbi-mortalidad vinculada al consumo problemático de drogas en la movilidad”. Aunque el tema pueda parecer bastante específico, de ninguna manera puede considerarse inoportuno. De hecho, el propio hecho de que Unasev haya considerado necesario abordarlo en todo un seminario refleja la gravedad de la problemática. Más aún si consideramos antecedentes como el del taxista montevideano que fue sorprendido y registrado en video consumiendo cocaína mientras conducía, un incidente que generó un amplio debate. Si esto ocurre con un profesional del volante, ¿por qué no asumir que también podría estar sucediendo entre los conductores particulares? Y ni hablar del episodio protagonizado por el conductor de un ómnibus, que tras atravesar la rambla de Montevideo en Pocitos, se fue a la playa, un incidente que aún no se ha esclarecido completamente.
Cordone mencionó en su intervención que las edades más afectadas son las jóvenes, en el rango de 15 a 34 años, un grupo que pierde el 54% de los años debido a muerte y discapacidad. Esto representa el 1% del Producto Bruto Interno (PBI), unos 600 millones de dólares, y si se le suma el costo de la atención sanitaria, el impacto estimado asciende a entre 1200 y 1500 millones de dólares por año, es decir, alrededor de 2 puntos del PBI.
Por su parte, Ventura se refirió a la problemática del “cannabis y conducción”. Señaló que ha habido un intento de ampliar la fiscalización para integrar nuevas sustancias, además del alcohol y el cannabis, como la cocaína. Añadió que estas sustancias tienen un impacto claro en la conducción, respaldado por estudios, como los realizados por el TRL inglés, la institución líder en estudios de conducción en Reino Unido, que ha realizado investigaciones utilizando simuladores. En este sentido, Ventura destacó que cuando se habla del efecto de una sustancia, también se debe considerar a la persona en su totalidad. El consumo de una sustancia por parte de un conductor se ve influido por otros factores, como situaciones personales, estrés y las dificultades cotidianas de la vida. De ahí la importancia de estudiar el “efecto del consumo cruzado”.
Cordone, por su parte, aseguró que el policonsumo (uso simultáneo de varias drogas) es una realidad tanto en Uruguay como a nivel global. Por ello, enfatizó que el abordaje de esta cuestión debe ser una política integrada, con un enfoque intersectorial.
Ventura también hizo referencia a una iniciativa impulsada por Unasev en 2016, que ha pasado por dos períodos de discusión y estudio sin lograr consenso. Esta iniciativa se refiere al uso de psicofármacos en la conducción. “En el Ministerio de Salud aún no se ha concretado”, señaló Ventura, aludiendo a una percepción errónea según la cual no se quiere desalentar la prescripción médica. El objetivo es que, cuando un médico o miembro del equipo de salud recete un medicamento, se alerte al paciente sobre los posibles efectos que pueda tener sobre su capacidad para conducir, operar maquinaria peligrosa o realizar cualquier otra actividad que requiera concentración.
Ventura también mencionó el proyecto “Druid”, que ha clasificado más de 300 medicamentos según su impacto sobre la capacidad de conducción, con categorías que van desde los que no afectan en absoluto hasta los que tienen una influencia muy marcada. Por ello, resaltó la importancia del consejo sanitario en la consulta médica, ya que esto puede prevenir accidentes, especialmente si se trabaja en la atención primaria de la salud.
Ambos profesionales subrayaron la necesidad de controlar y fiscalizar, ya que sin estas medidas, las acciones educativas y de concientización pierden gran parte de su eficacia. Ventura agregó que los factores de riesgo no existen de manera aislada. “En el caso del consumo de cocaína, por ejemplo, sabemos que hay una conducta temeraria, un exceso de autoconfianza, decisiones apresuradas y una mayor exposición al riesgo. Todo esto genera otro factor de riesgo, que es el aumento de la velocidad”, indicó.
Para colmo, en este momento histórico estamos experimentando un crecimiento importante en el parque automotor, con más de la mitad de los hogares uruguayos que disponen de al menos un automóvil. Esto contrasta con la disminución de las motos, cuyo número se redujo por primera vez según los datos del Censo 2023, recientemente publicados en diciembre pasado.
Esta combinación de factores nos enfrenta, si no a una tormenta perfecta, al menos a una situación compleja que exige redoblar esfuerzos para garantizar un uso seguro de las vías de tránsito.
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