La orientación de las corrientes turísticas en el verano regional están dando una pauta del escenario de relacionamiento entre las economías de los países del Cono Sur latinoamericano, que más allá de las asimetrías, guardan una relación en la recepción y emisión de turistas que dependen en gran medida del encarecimiento relativo de cada uno, por un tema interno pero sobre todo en la comparativa de la relación cambiaria.
En esta coyuntura, en el inicio de 2025, evidentemente el imán para el turismo regional es Brasil, primero porque la devaluación sucesiva de su moneda en el curso de 2024 ha abaratado sensiblemente a nuestros vecinos del norte respecto Uruguay y Argentina, pero porque además este último país se ha encarecido, cuando hasta no hace mucho era precisamente el mayor receptor turístico de compras sobre todo por su devaluada moneda.
Estos cambios responden a procesos con muchos avatares de nuestros vecinos, pero con la salvedad de que pese a la relativa estabilidad uruguaya, nuestro país sufre el arrastre de los eventos monetarios que pautan éstos, y no puede sustraerse a la adopción de medidas para tratar de acomodarse a los parámetros cambiantes de las dos mayores economías de la región.
En suma, Brasil ha ingresado en una fase de fuerte abaratamiento y el tamaño de su economía hace que este factor pese significativamente desde el punto de vista del turismo, pero sobre todo en lo que tiene que ver con el relacionamiento comercial, por más que en el caso del Litoral uruguayo la influencia de la problemática argentina era mucho mayor por el cruce masivo para compras con nuestros vecinos baratos, lo que ahora se ha revertido sensiblemente por el reajuste del dólar en el gobierno de Javier Milei.
La incertidumbre por las consecuencias de la devaluación brasileña sigue manifestándose en este comienzo de año, por cuanto Brasil es nuestro principal socio comercial dentro del Mercosur, pero también compite con sus commodities con nuestra producción en los mercados internacionales.
Es preciso tener presente que el incremento en términos nominales de la cotización del dólar frente al real brasileño en el último año es del 28 por ciento, al pasar de 4,85 a 6,30 reales, mientras que por ejemplo en Uruguay apenas se ha llegado a devaluar un 7 por ciento, lo que nos ha encarecido relativamente frente a los brasileños, desde todo punto de vista.
Claro, el impacto sobre la economía uruguaya es mucho menor que la maxidevaluación del real en 1999 –al menos por ahora–, cuando Brasil tenía cambio fijo, y devaluó un 60 por ciento sin decir agua va, con decenas de empresas uruguayas que se habían jugado todas sus fichas a la exportación de bienes a Brasil.
La causa mayor de esta brusca devaluación, según los analistas financieros, fueron los efectos recesivos de la crisis asiática de 1997 y la rusa de 1998, que se sumaron a una economía estancada, con tipo de cambio atrasado y un déficit fiscal situado en el 8 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI).
No es poca cosa para absorber por una economía pequeña como la de nuestro país, con tantos empresarios jugados a un mercado único, y a la vez este factor distorsivo de Brasil fue también catalizador de la crisis de 2001 en Argentina, y por efecto dominó para la debacle de nuestro país en 2002, sumado todo ello a la crisis por la epidemia de fiebre aftosa en la región, que devastó nuestro principal producto de exportación.
Una tormenta perfecta, que así nos dejó, y costó recuperar cierta estabilidad, que comenzó por un ordenamiento de las cuentas fiscales tras el auxilio financiero del gobierno de George Bush, y medidas del gobierno de Jorge Batlle que tuvieron un alto costo político en aquel entonces.
Pero situándonos en el presente y en el futuro inmediato, ante esta devaluación brasileña y la revaluación, a la inversa, en Argentina, inevitablemente nos encontramos en medio de dos gigantes, y tal vez como nunca tendremos un impacto de tipo pendular en nuestra economía, porque por un lado nos va a ir mejor con la Argentina, sobre todo en la región litoral, tras comercios que fueron devastados mucho tiempo por una relación cambiaria que ha llevado al cruce para compras masivas desde nuestra orilla, y a la vez ello favorece nuestras exportaciones, mientras que por otro lado las regiones fronterizas con Brasil ya están sufriendo esta devaluación del real y lo mismo ha empezado a ocurrir con nuestras exportaciones a ese mercado.
De esta problemática se ocupa el análisis de Equipos Consultores en el suplemento Economía y Mercado, del diario El País, sobre lo que señala entre otros aspectos que “en esta línea veremos presiones recesivas y deflacionarias de los precios en dólares para la región, como hemos observado en nuestro país en las últimas semanas. Por el contrario, el extraordinario encarecimiento en dólares en la Argentina, (para volver a valores promedio) de mantenerse, compensará los efectos negativos en nuestro país”.
Además, el ajuste de precios en Brasil, combinado con el encarecimiento de Argentina, motivará efectos positivos, por ejemplo para los comercios en el Litoral, evalúa, a la vez que determinará “mayor afluencia de turistas argentinos de poder adquisitivo medio alto y alto a nuestras costas. Por el contrario los efectos negativos más evidentes serán menor demanda para nuestros comercios de la frontera seca, mayor contrabando desde Brasil, menor afluencia (a la esperada hace unos meses) de turistas argentinos del segmento medio a nuestras costas, menor afluencia de turistas brasileños en general y mayor turismo emisivo a Brasil, con menor turismo interno)”.
Es decir, altas y bajas en el área turística, de la misma forma que se dará en el comercio con nuestros dos vecinos, porque sin dudas las exportaciones hacia Brasil se resentirán y se tendrá la contrapartida de mayor competitividad hacia Argentina.
Un eterno péndulo, en realidad, por el factor geográfico y asimetrías en el tamaño de las economías, pero en esta ocasión, cuando se da un cambio de gobierno en Uruguay, se redobla el desafío de ser creativos para procurar minimizar las desventajas y acentuar los factores favorables de la coyuntura, para no repetir errores del pasado, cuando nos recostábamos demasiado a un socio comercial, y de buenas a primeras nos encontrábamos a la intemperie para hacer frente a las consecuencias de la inestabilidad regional, en una u otra frontera. → Leer más