En la última reunión del Foro Económico Mundial se presentó un dato muy importante: el 92% de todos los datos del mundo occidental se almacenan en servidores propiedad de empresas con sede en Estados Unidos. En el intercambio que siguió a la presentación, algunos expertos advertían que en tanto esos datos siguieran creciendo de forma exponencial y, no olvidando que las organizaciones dependen cada vez más de las plataformas digitales, crece la necesidad de la soberanía digital en todas las naciones.
Soberanía digital es un concepto reciente e importante, que refiere “a la capacidad de tener el control sobre el propio destino digital”, incluyendo “los datos, el hardware y el software” que alguien “crea” y en los que alguien “confía”. Qué es la soberanía digital y cómo conseguir que se aplique en un entorno “cloud”.
Soberanía
Hagamos una aproximación al concepto de soberanía digital. Digamos, pues, que “la soberanía es la autoridad más elevada en la cual reside el poder político y público de un pueblo”, una nación o un Estado sobre su territorio. Pero el significado de este concepto va más allá aún. Soberanía es, además, la independencia que tiene un Estado para crear libremente sus leyes. Legislar, y controlar sus recursos, sin coerción ni otras formas de presión de otros Estados u actores externos.
Del latín…
Soberanía, del latín, del término sober-, que significa encima. Y, el sufijo -anus, procedencia. Así, consolida un concepto: tenencia de poder o autoridad por encima de otros.
Pero soberanía conceptualmente es una sola y que aplica en diferentes ámbitos. Entre otras, soberanía popular (la ejercida por los ciudadanos que hacen vida en un territorio determinado); la soberanía nacional (la autoridad que ejerce una nación y sus ciudadanos ante otras naciones); y al conjunto de ciudadanos nacidos en un mismo territorio, y también al complejo de instituciones que resume y ejerce en representación del pueblo.
Pero hay más: hay soberanía política (la capacidad del Estado para ejercer la autoridad, según la constitución y sus instituciones).
La organización del poder (ejecutivo, legislativo y judicial) y el código civil son expresiones de la soberanía interna de una nación para ejecutar acciones, ordenar leyes o tomar decisiones.
Hay soberanía alimentaria, económica, militar. Y hay también, aunque más recientemente, soberanía digital. Es la que refiere a la capacidad para regular, gestionar y controlar las tecnologías, datos y servicios digitales utilizados en su territorio. La soberanía digital es la más compleja y sofisticada de proteger y sostener. Y no sólo refiere al marco regulatorio presente, sino que tiene su énfasis en la necesidad de supervisión, protección de la información sensible, asegurando un marco legal acorde y en permanente actualización.
Soberanía digital refiere a la capacidad de un Estado para regular, gestionar y controlar las tecnologías, datos y servicios digitales utilizados en su territorio. En otras palabras, es proteger las infraestructuras, garantizar la seguridad de los datos personales, asegurando independencia tecnológica y acceso a las plataformas digitales, con la ciberseguridad como elemento central y estratégico. Es un concepto importante en un contexto de transformación digital. Pero es más: hay una mirada estratégica en términos de sostenibilidad.
Una cuestión central de la soberanía digital es la seguridad para garantizar la sostenibilidad económica, y al mismo tiempo darle dimensión a la sostenibilidad social. Así, el elemento que emerge como fundamental para la soberanía digital tiene que ver con la protección de datos secretos comerciales de una empresa y los de las infraestructuras críticas del país que no puedan ser adquiridos por Estados extranjeros.
Existe amplio consenso (60%) en la inversión en ciberseguridad por empresas independientes, preservándolas de injerencias del exterior. Así, las principales acciones a instrumentar en ciberseguridad y soberanía digital tienen que ver con la importancia de confiar en sistemas y soluciones de ciberseguridad independientes de injerencias estatales extranjeras, como por la necesidad de realizar inversiones en ciberseguridad que favorezcan a los actores nacionales.
Privacidad en la nube
En el actual contexto, al concebir una sólida estrategia de gestión de privacidad exitosa en la nube hay tres pilares: soberanía de datos, soberanía operativa y soberanía de software.
La soberanía de los datos es mantener el control sobre la codificación y el acceso a los datos: así, se garantiza que los datos sensibles no caigan en manos especuladoras. Por la soberanía operativa se entiende dotar de una organización con visibilidad y control sobre las operaciones del proveedor.
Finalmente, por soberanía del software se entiende ejecutar las cargas de trabajo sin depender del software de un proveedor.
Por ello, existe la convicción que las organizaciones que se hacen cargo de su soberanía digital tendrán mayor idoneidad y condiciones para migrar las cargas de trabajo sensibles a la nube”.
Ciberseguridad y ODS
Lo que surge es, ante todo, una centralidad de la soberanía digital en la seguridad para garantizar la sostenibilidad económica, así como para la dimensión de la sostenibilidad social. En esta dirección, el elemento que emerge claramente como el más importante para la soberanía digital es (“Soberanía digital: un elemento estratégico entre la ciberseguridad y la …”) garantizar que los datos de secreto comercial de una empresa y los de las infraestructuras críticas del país no puedan ser adquiridos por estados extranjeros (ODS 8 de la Agenda 2030: Trabajo decente y crecimiento económico).
Entre los objetivos de sostenibilidad en los que la soberanía digital es más importante están las relacionados con las infraestructuras. Por ejemplo, garantizar que los datos de las infraestructuras energéticas sean inaccesibles a los estados extranjeros.
En el ámbito de la ciberseguridad, por tanto, y la soberanía digital, se activan a forma de garantía ciertos procedimientos, independientes, defensivos. Hay una batalla en proceso, creciente, y cada vez más sofisticada. Es la batalla digital y de soberanía digital, que trata de asegurar la coexistencia en la red de internet.
Por ello, se trata de apelar a sistemas y soluciones confiables de ciberseguridad independientes de injerencias estatales extranjeras. También en las inversiones que preserven sistemas y soluciones de ciberseguridad independientes de injerencias estatales extranjeras, como por la necesidad de realizar inversiones en ciberseguridad que favorezcan a los actores nacionales.
Y fin…
Expertos advierten que las acciones de soberanía digital pueden afectar negativamente el funcionamiento de Internet y, más importante aún, la capacidad para hacer uso de Internet, lo que hace más sensible el problema, ya que de interrumpirse este recurso global sobre el que se sustentan las economías y sociedades, el problema podría irse de control.
La discusión más compleja y de fondo tiene que ver con la invisibilización de los mega operadores de Internet, y su localización en la red. Tiene que ver con esa estampida hacia territorios francos, quedar fuera del alcance del poder judicial, de los bancos centrales, fuera del alcance de los estados, de la defensa y protección de los abusos. No hay espacio ni sentido para un espacio sin leyes, una selva inalámbrica de abusos, tóxica. Hay que ordenarla para que sea un trampolín al futuro y no un instrumento de concentración de poder y exclusión. → Leer más