El rescate de un libro escrito en yiddish, hallado en la Biblioteca Británica, fue la base para rescatar historias y pistas documentadas y verificables de lo que racionalizado y sensibilizado se transformó en un proyecto mayor, The Light of Days, en su título de autor, aunque castellanizado, a inspiración de traductor y de marketinero, Hijas de la Resistencia. Te confieso, me gusta más la versión en español (Hijas de la Resistencia, Judy Batalion, Seix Barral. 676 páginas).
En síntesis, esta es la historia de unas chicas judías que se vieron desamparadas a voluntad de los invasores nazis, pero en un ejemplo de dignidad y heroísmo, enfrentaron con decisión el horror y la desfachatez de la mayor plaga del siglo XX, pero no la única.
Dicho de mejor modo y más preciso, el producto terminado es un cuidado y riguroso estudio, severamente documentado, que investigó las vidas de aquellas muchachas que puestas en esas circunstancias lucharon contra los nazis, sin renuncias, comprometidas y de todas las formas en las que les fue posible dar batalla.
Una obra que devuelve del anonimato a valientes mujeres, con “vidas de película con un final trágico”.
Pero a esta altura de la historia, de la vida y de la muerte, del siglo XXI en el que nos toca deambular y hurgar, identificarnos y reconocernos como parte de esa historia, víctimas con dignidad y arrojo, es imprescindible esta labor que no es otra tarea que la de rescatar verdades y erradicar mentiras. Por ello, es oportuno reivindicar, con rigor académico, las historias de sufrimiento, de valor y dignidad de aquellas heroicas mujeres relegadas a un segundo plano, culturalmente abandonadas, cuando no invisibilizadas hasta el extremo de no existir.
The Light of Days se geolocaliza en los guetos polacos. Va al rescate de la historia y las desventuras de esas jóvenes judías que atrapadas por la invasión nazi y enfrentadas al horror y la inhumanidad, la brutalidad y la muerte, lo dieron todo para que, como cantaran los partisanos de Varsovia, las futuras generaciones pudiéramos, orgullosos, con voz firme y emocionada, entonar “estamos aquí”.
Aquellos partisanos judíos enfrentaron la fuerza y crueldad del ejército hitleriano, a su concepción de asesinatos en masa, a su odio profundo a la cultura judía y a todo lo que ella significaba. Lo hicieron sabiendo que la superioridad tanto en soldados como armamento, que la capacidad económica y logística, era desproporcionada: por ello, su resistencia no era bélica, sino de principios, moral y de actitud ética. Hicieron posible, con su ejemplo, que nosotros al igual que ellos, inspirados en ellos, podamos cantar el himno de los partisanos y remarcar, “¡Henos acá!”:
“No digas nunca que transitas tu final
si el día ocultan cielos de metal.
Nuestra hora tan ansiada, ha de venir
cuando redoble nuestro paso: ¡Henos aquí!”
“Se borrará el ayer con el enemigo,
la luz del alba alumbrará nuestro camino.
Pero si tarda, pasará nuestra canción
como consigna de una a otra generación”.
“Con sangre y plomo la canción escrita está,
no es la de un pájaro feliz en libertad,
sino que un pueblo, entre muros derrumbados,
la cantó con las armas en las manos”.
Autor letra Hirsh Glick
Los guetos polacos
The Light of Days testimonia esas vidas arrinconadas en los guetos polacos, secuestradas por la invasión nazi. Esta reconstrucción de época y circunstancias desnudan la barbarie nazi que hoy da señales de resurgimiento.
La labor era creciente y precaria por la escasez de recursos. A veces voluntarias, otras por acatamiento, se jugaban la vida como enlaces, llevando y trayendo mensajes y armas. La incorporación de estos grupos transformó las células de resistencia.
Parecían la levadura necesaria para leudar valor, astucia e inteligencia.
A medida que compartían, maduraba y experimentaban ese espíritu de resistencia, se iban preparando para operaciones de sabotajes, y el aprendizaje de otras habilidades para infiltrarse en las zonas del poder nazi. Así el ejemplo de Niuta Teitelbaum, que simulando un embarazo logró visitar a “un supuesto amante”. Ya en su despacho, le descerrajó un tiro y volvió a salir por donde había entrado.
Y el de Vitka Kempner, que huyó de los nazis trepando a una pequeña ventana del baño de una sinagoga. Y también Faye Schulmann, que colocando explosivos hacía explotar trenes llenos de soldados alemanes. Pero hay otra acción, el arrojo desde el anonimato. Esas chicas del gueto también sobornaron a oficiales de las SS y guardias de la Gestapo, ocultaban revólveres en panes y conseguían algo que sirviera para precariamente abrir búnkeres subterráneos.
No había labor pequeña: se arriesgaron como combatientes e hicieron tareas de inteligencia. Incluso corrompieron a los soldados nazis. Y puestos en extremos, dispararon a corta distancia, mataron y murieron.
Es cierto, ésta fue la veta heroica, la de la serena y decidida rebeldía, la que hizo dudar a los mandos nazis. Pero el fin era la tragedia; las muertes de esas valientes que antes fueron testigos de los asesinatos de sus familias y de la destrucción violenta de sus comunidades.
8M de los de antes y de hoy
Aquellas muchachas judías varios siglos antes habían conquistado “el derecho a saber”. Lo cierto es que a partir de la imprenta y su expansión, los libros en yiddish y hebreo para el “público femenino” se multiplicaron. Las sinagogas se adaptaron ediliciamente y en sus servicios. La sensibilidad de las judías poetas, novelistas, periodistas, comerciantes, abogadas, médicas y dentistas se abrían para dar cabida a esas jóvenes inquietudes.
Y las universidades cada vez más recibían ese alumnado de jóvenes judías que se matriculaban sobre todo en programas de humanidades y ciencias.
Esos mismos grupos juveniles, según nos revela este libro, estudiaban textos de Karl Marx y Sigmund Freud, y también libros de mujeres revolucionarias como Rosa Luxemburgo y Emma Goldman.
Las fotos de los años 1930 captaban a aquellos jóvenes, vestidos de abrigos oscuros y cinturones, ropa de trabajo y pantalones, preparándose para el futuro inmediato. El Libro Blanco británico ya había restringido la inmigración judía hacia tierra santa. Ya el 1º de setiembre Hitler invadía Polonia.Todo habría de cambiar.
Por eso, este 8 de marzo, reivindiquemos y trabajemos por una sociedad más igualitaria. Recordemos que antes del nazismo de Hitler las mujeres tenían muchos derechos que con el ascenso de los autoritarismos europeos se arrebataron. Hoy vemos el resurgir de núcleos aupados por la altísima concentración de poder que vuelven a replantear menos libertades, menos derechos.
Por todas ellas, por las actuales y próximas generaciones, sólo queda apostar por la libertad y la igualdad. Recordar a Clara Zetkin y a aquellas de los años ‘30 y ‘40 del siglo pasado que enfrentaron al nazismo con valentía. → Leer más