Hay más de 250 cardenales procedentes de más de 90 países, pero apenas unos 135 son cardenales electores. La condición de electores se extingue al cumplir los 80 años. Aunque no se hable de qué está en juego en esta elección, es inocultable que la decisión llega inmersa en un cambio de época.
Algunas pistas hay si apelamos al propio Francisco, cuando el 21 de diciembre de 2019 marcó en sus reflexiones a la Curia Romana en ocasión de las felicitaciones navideñas. Pero habría más referencias de similar encuadre.
El cardenal Newman, y su obra El desarrollo de la doctrina cristiana, deja planteada una transformación interior. Lo formuló así: “Aquí sobre la tierra vivir es cambiar, y la perfección es el resultado de muchas transformaciones. La percepción de que el cambio de época pone serios interrogantes a la identidad de nuestra fe no ha llegado, por cierto, improvisamente”. En tal cuadro se insertará también la expresión “nueva evangelización” adoptada por San Juan Pablo II, quien en la Encíclica Redemptoris missio escribió: “Hoy la Iglesia debe afrontar otros desafíos, proyectándose hacia nuevas fronteras, tanto en la primera misión ad-gentes, como en la nueva evangelización de pueblos que han recibido ya el anuncio de Cristo”. Y lo enfatiza, reforzando el concepto: es necesaria una nueva evangelización, o reevangelización.
En otras palabras también de Francisco, pero esta vez del año 2013, señala como principios orientadores los que están en discusión, que marcarán el cambio de época, y que pueden ser orientadores para definir el futuro.
En este sentido, el primer énfasis estuvo puesto en el trabajo a largo plazo: “el tiempo es superior al espacio”. Tan trascendente como este primer punto, ubica “la unidad (que debe) prevalece sobre el conflicto. El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada”.
El tercer elemento es que “la realidad es más importante que la idea”. En otras palabras, no caer en la tentación de recurrir a cuestiones que no son las de fondo y son evasivas, algo así como los intelectualismos sin contenidos. Y una extensión de esta misma máxima, que el “todo es superior a las partes, y al mismo tiempo también más que la mera suma de ellas”.
Los electores
Otro dato relevante es que alrededor de 110 de los cardenales electores han sido elegidos directamente por Francisco en los últimos 10 años, lo que pondría en ventaja a esta corriente de opinión y proyección, y que no sólo busca reordenar la institución, sino postular nuevos desafíos y significados. Lo que han traído a estos días, es la reflexión y una revisión amplia, aun considerando que se trata de información reservada y en proceso: pero lo que se asoma, y existe ciertos consensos en ello, es que estamos ante una gran reformulación, que encaminan los destinos hacia una visión reflexiva, y la de una Iglesia más inclusiva.
Sin una regla escrita, los antecedentes advierten que a los cardenales estas reuniones les insumen alrededor de 2 a 3 semanas cuando se reúnan en Roma, después de la muerte del papa. Estarán reunidos bajo la custodia de una obra mayor de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Estas nuevas deliberaciones encuentran a la iglesia en un momento de desafíos y revisión.
Cuando avance la ceremonia, y se produzca la invitación a los cardenales votantes, las puertas se cerrarán hasta el anuncio de que el colegio elector haya completado la votación, y se anuncie el “habemus papam”. A partir de ese momento empieza otra historia.
La institución adopta medidas especiales para asegurar la reserva del proceso, especialmente, de los intercambios. Los cardenales se obligan a la reserva a través de un juramento de absoluto secreto, la prohibición de contacto con el mundo exterior mientras se extienda el proceso. Incluso en los antecedentes y también en éste en particular, se habrán retirado los teléfonos y se asegura la veda a periódicos, televisión, cartas y mensajes. Finalmente, se adoptan recaudos para asegurar que en la capilla no se hayan instalado dispositivos de escucha antes y durante el cónclave.
De este modo, los cardenales se abocarán a la exclusiva labor de decidir quién será el próximo papa. La presencia inmensa del Papa Francisco será plena, pues los intercambios y las votaciones, una o varias, transcurrirán en la casa de Santa Marta, cerca de la Capilla Sixtina, donde Francisco vivió los últimos 12 años.
Así las cosas, después de que se pronuncien las palabras “extra omnes” (todos fuera), refiriéndose a todos menos a los cardenales votantes y a un puñado de funcionarios y médicos, las puertas se cierran. Se abrirán, como fue dicho, cuando la elección haya concluido.
El papa dejó escuetas instrucciones para la “parte no pública” de su cortejo. Una tumba sencilla y una breve inscripción: “Franciscus”. Ahora comienza una labor reservada que acabará cuando el humo blanco anuncie que han logrado para un candidato la mayoría necesaria y desde ese momento “habemus papam”, hay papa. Luego, empezarán a intentar decodificar las líneas rectoras del nuevo papado. → Leer más