Sin dudas que el fenómeno TEMU, el sistema de ventas directas desde China mediante una aplicación web, he tenido un fuerte impacto económico no solo en Uruguay, sino en todos los países donde opera.
En el caso de nuestro país ha generado fuertes reacciones de la cámara de comercio, debido a la supuesta caída de venta de los grandes importadores, que compiten en desigualdad de condiciones con los productos asiáticos que, comprados a través de este sistema, llegan en muy pocos días al consumidor a valores irrisorios.
Al respecto, el presidente de la Cámara de Comercio del Uruguay, Julio César Lestido, dijo que “son U$S 15 millones mensuales que no entran en el sector” debido a las compras por internet. Incluso se reunió con el presidente Yamandú Orsi para solicitarle medidas para paliar esta situación que afecta a los comerciantes uruguayos.
Sin embargo no se puede decir que todo el comercio se ve afectado por igual, en primer lugar porque por restricciones de Aduanas no se puede importar cualquier cosa; de hecho cada vez son más los productos impedidos de ingresar bajo este sistema. Además, si bien existe una franquicia por la cual todo ciudadano puede traer hasta 200 dólares en un envío sin pagar impuestos, esta franquicia está limitada a 3 veces al año.
De hecho hace unos meses el diputado del Partido Colorado, Conrado Rodríguez, propuso en marzo de este año elevar el monto máximo permitido por compra a 500 dólares, atendiendo que el tope en moneda norteamericana fue impuesto en 2015 y debido a la inflación de los últimos 10 años, hoy esa misma plata vale mucho menos en valor real.
Incluso debe considerarse que originalmente la franquicia permitía cinco compras anuales, que después se redujeron a 3 en respuesta al por entonces “efecto Alibaba”, la aplicación de moda en aquellos años para compras en China.
A pesar de todas esas limitaciones, los comerciantes montevideanos están ejerciendo una fuerte presión a nivel político para frenar este “trasiego” internacional de mercaderías, y no sería de extrañar que el gobierno reaccione de alguna forma para atender estos reclamos. De hecho la propuesta del diputado Rodríguez naufragó sin pena ni gloria, al no obtener respaldo político alguno.
Y sin miedo a equivocarnos diríamos que por algún lado vendrán las trabas para el ciudadano común, que hoy encuentra en TEMU una alternativa a los exorbitantes costos de nuestro país, donde cualquier producto vale entre dos y tres veces más caro que en el exterior, debido a los impuestos que aplica el Estado, pero también a los jugosos recargos que aplican los grandes importadores y algunos comerciantes, que tienen a todo un país de rehén. No es de extrañar que en Uruguay el gran negocio de los últimos 20 años haya sido la importación, en detrimento de la mano de obra nacional.
Sin embargo no fue así durante los más de 3 años en que Argentina se “robaba” el interés de los consumidores en el litoral uruguayo. Nula fue la reacción del gobierno cuando mes a mes se iban entre uno y cuatro millones de dólares por el puente internacional General Artigas, a engrosar los bolsillos de los supermercadistas de Colón, de los empresarios gastronómicos donde los sanduceros gastaban hasta su último peso en una pizzería o restaurante porque “estaba barato”, o llenaban el tanque de sus vehículos –desde el más antiguo y económico hasta el “4×4” más lujoso–. Los “15 millones” que reclamaba Lestido para las pérdidas a nivel país por “efecto TEMU” son chirolas frente los también millones de dólares que se esfumaban de Paysandú cada mes.
Las consecuencias fueron catastróficas y se perciben hasta hoy, con el litoral con los mayores índices de desempleo del país. Pero claro, el que realmente lo sufrió fue el pequeño comerciante, el de barrio, el uruguayo que perdió el empleo por reducción de personal o desaparición de la empresa en la que trabajaba.
Pero hoy TEMU impacta a otro nivel, ese que tiene línea directa con el Palacio Legislativo, sin importar qué partido gobierne; el de los grandes empresarios que no están dispuestos a resignar parte alguna de sus jugosas ganancias gracias a la protección que le brida estar lejos de la frontera.
El histórico centralismo de Montevideo en su máxima expresión: si no se ve desde la plaza Cagancha, no es importante. Y menos para el poder político, tan permeable a los reclamos del área metropolitana, donde está el grueso de los votos del país.
Por eso cabe preguntarnos, ¿Por qué Colón sí y TEMU no?
Por supuesto, de limitarse las compras en el exterior, no sólo afectará a Montevideo, sino a todo el país, que una vez más quedará a expensas de unos pocos grandes empresarios de la capital que esquilman a los uruguayos con sobreprecios exorbitantes para los productos que gracias a un sistema perverso de protecciones aduaneras del que gozan, no tienen competencia alguna.
Esta vez los que se “salvan” son quienes viven en la frontera con Brasil, que tienen la alternativa de comprar en las ciudades limítrofes brasileras beneficiados por la devaluación de la moneda de ese país. Pero una vez más, esos no molestan, así como tampoco molestan a los políticos capitalinos los pequeños comerciantes de Artigas, Rivera, Melo, Bella Unión, que hoy se están fundiendo no por “efecto TEMU”, sino por “efecto Brasil”. O más bien, el “efecto Uruguay”, ese que hace que cualquier cosa en nuestro país cueste más caro que en Suiza. → Leer más