Con el respaldo de la bancada y dirigentes del MPP (Movimiento de Participación Popular), y la plena confianza del presidente Yamandú Orsi, el ministro de Economía y Finanzas, Ec. Gabriel Oddone, está volcado de lleno a dar los últimos ajustes a su proyecto de Ley de Presupuesto Quinquenal, y consecuentemente llega la hora de confrontar la propuesta electoral del partido de gobierno con la disponibilidad de recursos para llevarla adelante, cuando además hay de por medio visiones encontradas entre los sectores moderados y los radicales de la fuerza de izquierda para definir las áreas prioritarias.
Entre mucho ruido, resuenan fuerte los reclamos de que se incluya en el presupuesto el impuesto “al uno por ciento más rico” del país, según sus promotores, para contar con recursos para supuestamente financiar medidas para erradicar la pobreza infantil.
Sin embargo eso es solo una maniobra distractiva para hacer las delicias de la tribuna adicta, en una reafirmación nostálgica de la lucha de clases, con lo que no está de acuerdo el ministro Gabriel Oddone, por considerarlo de difícil aplicación, tanto como de rendimiento en eventuales recursos, además de que sería un pésimo mensaje para los inversores.
En cambio, el ministro se allanó aparentemente a los reclamos de comerciantes con relación a los perjuicios del “efecto TEMU”, mediante la aplicación del IVA a los bienes que se importen directamente desde el exterior, mediante el uso de las compras por Internet, debido a que entienden los empresarios que es una competencia desleal que afecta su situación por la merma de la demanda interna.
Y aquí queda expuesto, que en realidad de lo que se trata es de aplicar a este ingreso de paquetes un nivel impositivo más o menos similar –aunque tal vez algo menor–, a lo que se aplica en Uruguay desde hace décadas a lo que viene desde el exterior, que provoca que lo que en otros países se pague 60, en Uruguay se pague 100, y así tengamos bienes importados con costos exacerbados en dólares, uno de cuyos ejemplos más claros es el de los vehículos, entre la generalidad de bienes afectados.
Y todo ello para recaudar mediante impuestos que permitan sostener al Estado, que demanda más y más recursos cada vez, por sus costos fijos pero también porque cada gobierno ha gastado por encima de las posibilidades del país, y el déficit fiscal sostenido es una clara prueba de ello.
El actual ministro de Economía y Finanzas no cuenta con mayor margen de maniobra para encaminar un presupuesto austero sin afectar la aplicación de las promesas formuladas en la campaña de gobierno, por cierto, y mucho menos con el presente griego que le arrojó de entrada su fuerza política.
Viene al caso, en esta instancia presupuestal, traer al ruedo reflexiones al respecto formuladas por el exdirector del Banco Central del Uruguay Ec. Julio de Brun, al semanario La Mañana, en el sentido de que “creo que un país no debería gravar rentas que estén fuera de la instancia, del principio de territorialidad, porque hay también una cuestión de justicia que tiene que ver que más allá de que una persona tenga una capacidad contributiva, está en otro país y por lo tanto recibe los beneficios de otro Estado. Es ese otro Estado el que debería gravar esas rentas, y no así Uruguay, que a quienes generen rentas en el exterior no les aporta absolutamente nada”.
Es decir, lo que se diga que se puede hacer en este sentido como medida para recaudar es tan intrascendente como contraproducente. En cuanto a la realidad, al déficit fiscal y al desequilibrio entre ingresos y egresos, el Ec. De Brun es bien claro: “si miramos los números con atención, podemos ver que tenemos una situación fiscal que va camino a preocupante, y por otro lado, en materia de gastos, ya antes de empezar a discutir el presupuesto parecería que hay una batalla que el Ministerio de Economía ha dado por perdida, que es justamente de tener alguna especie de contención en materia de gasto público.
Entonces, por un lado uno ve que el gasto va a seguir creciendo más rápido o menos rápido, pero de todas maneras va a seguir creciendo y probablemente, más de lo que crece el producto (PBI). Si no se aumentan mecanismos de recaudación, ya sea por fiscalización o por creación de nuevos impuestos, o por aumento de impuestos existentes, Uruguay va camino a una situación fiscal comprometida, que dependerá de cómo sea la situación económica en los próximos años”.
Pero hay un punto que todavía está a oscuras, y es el rumbo de la economía que pretende el Frente Amplio, y ello se da porque además de los problemas intrínsecos del país, hay un tironeo interno entre sectores del partido de gobierno, como es vox populi. Lo resume el Ec. De Brun: “hay sectores del gobierno que quieren una cosa y hay sectores que quieren otra. Yo creo que el ministro de economía tiene un apoyo político fundamentalmente en lo que hoy sería el MPP, por lo menos culturalmente.
Y el MPP parece más inclinado a las fórmulas que propone el ministro que a las que están proponiendo, por ejemplo, el Partido Comunista o los socialistas. Por eso es más probable que en el Presupuesto aparezcan las modificaciones tributarias que propone el ministro de Economía y no la del llamado impuesto a los ricos”. Resume además que “después habrá que ver qué fortuna tiene la actuación del ministro de Economía en los próximos años, y ahí dependerá un poco de lo que es su situación o su sostenibilidad a largo plazo. Pero yo creo que hoy por hoy no está cuestionado”.
Lo que sí es seguro y está comprobado, es que afortunadamente durante sus gobiernos las políticas económicas de la izquierda en el poder siguieron los lineamientos y conducción de ministros como Danilo Astori y/o sus directos colaboradores, y ahora de Gabriel Oddone, lejos de los Olesker, los Castillo o los Civila, afectos al gasto estatal desenfrenado para hacer desaparecer como por arte de magia –un delirio total– los problemas que nos tienen atenazados desde hace mucho, demasiado tiempo.
Pero aún tan o más importante que eso es la suerte que nos toque: ojalá que se dé un escenario como en los primeros gobiernos de la izquierda, que duró hasta el 2014, de la ola favorable de los años en que los precios internacionales de nuestros commodities estaban por las nubes, y no se nos venga algo equivalente a una pandemia como la que tocó pasar al anterior gobierno, por citar extremos.
Y ello simplemente porque nuestros mayores problemas son de orden estructural, y por ende imposibles de revertir en un solo período de gobierno, por mejor ministro que tengamos.
Porque como señalara De Brun, –y como hemos sostenido repetidamente desde esta página editorial– se gasta por el Estado más de lo que se recauda, y mal, una realidad contra la que de nada sirven los discursos para salir del paso, sino los hechos, que son lo que marcan la cancha, y que han estado ausentes hasta ahora. → Leer más