La economía de Javier y la economía de Cacho

La yerba uruguaya y el té inglés, productos de lujo.

(Horacio R. Brum. Buenos Aires)
Cacho tiene entre 70 y 80 años; es difícil saber su edad exacta, porque se mantiene ágil de mente y cuerpo, tal vez gracias a que todas las mañanas, a las cinco, llega al kiosco de diarios en una bicicleta amarilla. Los siete días de la semana, Cacho le vende los diarios a este corresponsal, en la esquina porteña de Talcahuano y Marcelo T. de Alvear. Una esquina donde sopla fuerte el viento sur en invierno y poco abrigo dan las cuatro latas del kiosco. “Si no estoy el jueves, es porque fui a Caritas, donde me van a dar una campera”, se disculpó hace unos días este hombre que integra la masa de jubilados que han vuelto a trabajar, para subsistir. Según los datos sobre la precariedad laboral publicados por el Instituto Argentina Grande y corroborados por el Defensor de la Tercera Edad, casi el 54% de los trabajadores que entraron al mercado desde el año pasado pertenecen a la clase pasiva. Por otra parte, un estudio hecho por la oficina local de la fundación alemana Friedrich Ebert indica que va en aumento la precarización laboral a través del empleo en las “empresas de plataforma” que operan por Internet, cuyo símbolo más evidente son los repartidores en bicicleta y quienes ofrecen servicios de taxi para complementar sus ingresos de otras fuentes. “En Argentina se consolida el modelo de la changa”, con trabajadores sin protección social alguna, afirma la fundación Friedrich Ebert.

Cacho también es uno de los casi tres millones que cobran la jubilación mínima: aproximadamente 310 dólares, incluido un bono de 60 dólares que no se ha actualizado a la inflación durante varios meses. Vive en un apartamento de 36 metros cuadrados, heredado de su madre, pero como la propiedad está en una zona residencial de calidad, paga 200 dólares de gastos comunes. A eso se agregan los servicios de agua, gas y electricidad, que sólo puede solventar con una ayuda que le da el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, de 40 dólares. Para recibir ese bono, Cacho debe ir todos los meses a una oficina municipal, a mostrar los recibos. Por atender el kiosco, que no es suyo, recibe el equivalente a diez dólares por día. “¡Si no tengo esto, no como!”, dice y agrega que en algunas ocasiones va a la plaza que está a un costado el teatro Colón, donde una organización de caridad reparte desayunos y ropa.
A no más de cuatro cuadras del kiosco de Cacho, en el barrio pudiente cuyo centro es la plaza Vicente López, un grupo de señoras se reúne todos los jueves a tomar café. En el café y restaurante Los Inmortales, usualmente ellas hablan de problemas médicos y también de compras y viajes. “Me compré estos guantes en Venecia”, dice una. Otra comenta que unos familiares van en grupo a Miami, por 25.000 dólares y a otra más le preguntan si no ha estado recientemente en Chile, donde “todo se consigue baratísimo”. La interrogada informa que se trajo de allá toda la vajilla de uso diario para la casa y la conversación continúa con menciones a pasar el verano en Punta del Este o ir el próximo fin de semana a la estancia. Durante el kirchnerismo, estas señoras se quejaban de la inflación y maldecían a los políticos. Hoy ya no hablan de política y no se espantan por las groserías que pronuncia a diario el presidente Javier Milei contra todos los que no piensan como él. Al igual que una buena parte de los argentinos, están satisfechas por el control de la inflación y como una mínima parte de sus compatriotas, se alegran de poder viajar y comprar en el exterior sin restricciones de cambio.

Milei fue muy aplaudido en la Exposición Rural hace una semana, cuando intercaló insultos con el anuncio de que rebajará los impuestos a las exportaciones agropecuarias conocidos como “retenciones”. En el mismo discurso reiteró que vetará las leyes aprobadas por el Congreso para aumentar las jubilaciones y la asistencia a los discapacitados. Esa decisión se enmarca en la actitud obsesiva del Presidente de no permitir el déficit fiscal, aunque la consecución de tal objetivo depende del endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional, algunos bancos privados y otras organizaciones financieras internacionales, en una suerte de “bicicleta” de usar préstamos para pagar intereses de préstamos, intentar llenar el vacío de las reservas del Banco Central (las que están en un rojo de 5.000 a 10.000 millones, según los economistas independientes que las estimen, porque las autoridades no dan precisiones al respecto) y evitar una devaluación descontrolada del peso.

Mantener el dólar “pisado”, como lo dicen los medios nacionales, facilita el aumento exponencial de los viajes de turismo, pero disuade a los extranjeros de venir a un país donde tomar un café sale tanto como en Europa. En otro ejemplo de las distorsiones de precios, un kilo de la yerba Canarias Serena, importada de Uruguay, cuesta en la cadena de supermercados Disco 15 dólares; en Tienda Inglesa de Montevideo se ofrece a menos de cinco unidades de la divisa estadounidense. Supuestamente para bajar los precios, el gobierno de Milei ha liberado la importación, pero mucho de lo que llega está destinado a satisfacer los gustos de los sectores de ingresos altos: chocolates europeos –tres y cuatro veces más caros que en sus países de origen–, pastas italianas, quesos franceses, aceitunas y embutidos españoles…

Los compradores de esos productos están entre los casi 700.000 argentinos que viajaron por placer en junio, batiendo un récord de la década, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos. Sin embargo, llegó menos de la mitad de esa cifra en visitantes, por lo cual hay expertos que opinan que el balance negativo de 2025 entre egresos e ingresos por turismo podría alcanzar los 10.000 millones de dólares. Otro dato relacionado lo da el estudio de la empresa de consultorías de mercado Moiguer y Asociados, que se presentó con el título: “La Argentina ‘pesificada’ versus la Argentina ‘dolarizada’”. De acuerdo con ese trabajo, la clase alta está compuesta por el 6% de los hogares, que tienen un ingreso mensual de 17.000 dólares y el 50% de los argentinos puede ser considerado de clase baja, con un ingreso por hogar, en el estrato inferior, de 504 dólares al mes. Para Moiguer y Asociados, “mientras los segmentos medio bajos y bajos se muestran más restrictivos y con dificultades para afrontar gastos básicos del hogar, los segmentos medio altos y altos expanden sus consumos en dólares (atesoramiento, viajes, compras en el exterior)”.

En su discurso en la Exposición Rural, el presidente Milei citó a Axel Kaiser, un abogado chileno que se especializa en escribir libros contra la izquierda y el progresismo, con títulos como: “La tiranía de la igualdad” y “Parásitos mentales”. Kaiser integra la Fundación Faro argentina, que tiene por fines difundir las ideas del mandatario y recaudar fondos para las campañas políticas de su partido. Por otra parte, el viceministro de Economía es José Luis Daza, un chileno nacido en Argentina, perteneciente a una de las familias conspicuas de la derecha transandina, quien ha manifestado en las redes sociales su desprecio por los economistas del Chile actual, gobernado, en las palabras de Javier Milei, por el socialismo empobrecedor. El presidente admira el modelo económico impuesto durante la primera década de la dictadura de Augusto Pinochet, cuando los economistas colegas de Daza decían con sorna: “¡Adiós, América Latina!” Al volver la democracia, ese modelo daba cuenta de más del 40% de los chilenos en la pobreza y muchos otros que sustentaban una apariencia de prosperidad mediante el endeudamiento, en una de las sociedades más desiguales del continente. En octubre de 2019, las enormes protestas populares obligaron a la clase política a revisar a fondo el sistema económico y del descontento generalizado surgió la presidencia de Gabriel Boric, uno de los muchos líderes regionales despreciados por el inquilino de la Casa Rosada. En octubre de este año, hay elecciones parlamentarias en Argentina y Milei espera consolidar su poder, para implementar más cambios al estilo de los primeros años de su admirado modelo chileno.