Opinión

Turismo y patrimonio: ¿un matrimonio feliz?

Para los más puristas de la conservación patrimonial, no es una imagen feliz la de tener a una horda de personas desconocedoras de la riqueza que los rodea, pisoteando y toqueteando cosas a dos manos y sacándose selfies con el celular para subir a una red social. Es igual a vaciar de contenido a esos elementos patrimoniales. Lo ideal sería tener solamente un turismo instruido previamente, conocedor del lugar al que llega, que sepa apreciar debidamente lo que está visitando y por lo tanto atento a los parámetros bajo lo que debe desarrollar su visita. Pero esta situación no es compatible con la masividad necesaria para que la actividad turística logre la rentabilidad que requiere. Esto es válido tanto para un sitio patrimonial como para un área natural protegida, un museo, o una construcción famosa, como el Partenón, la torre Eiffel, la torre de Pisa y las pirámides de Egipto. Son lugares cuya fama mundial provoca que permanentemente estén sometidos a una carga de visitantes muy importante.
Ya cuando estuvo en Paysandú hace algunos años, el catalán Toni Puig nos sorprendió diciendo “¿queréis turismo?, os lo regalamos”, en alusión a los problemas que el exceso está provocando en Barcelona. La lista incluye el desplazamiento de la población local hacia la periferia a favor de los lugares destinados a arrendar a los visitantes que llegan a pasar sus vacaciones en la costa mediterránea, con el incremento de precios que se genera, lo mismo que en el costo de vida. Y ni hablemos de la invasión cultural que supone esa masividad.
Se ha acuñado incluso un término para referir a este fenómeno: la “turistificación”, que se emplea como sustantivo, y el verbo “turistificar”. “Se refieren al impacto que tiene para el residente de un barrio o ciudad el hecho de que los servicios, instalaciones y comercios pasen a orientarse y concebirse pensando más en el turista que en el ciudadano que vive en ellos permanentemente”, explica la web de Fundeu, Fundación del Español Urgente.
Estos riesgos han sido advertidos a escala mundial hace ya algún tiempo, e incluso han motivado reuniones al más alto nivel internacional, involucrando a los organismos de Naciones Unidad para la Cultura (Unesco) y el Turismo (OMT) en el que se trabajó en proponer y fomentar un nuevo relacionamiento entre ambos, como fue justamente el título de la conferencia celebrada en Camboya, en el año 2015.
En parte de la declaración emanada de ese ámbito se advierte que en general los dos sectores (Turismo y Cultura) operan bajo estructuras administrativas y gubernamentales diferentes, desconectadas o pobremente coordinadas, lo que dificulta la planificación y el despliegue de políticas en común. Esto, señalan, es una debilidad frente al crecimiento sin precedentes que el turismo ha tenido a escala mundial y requiere la asunción de responsabilidades.
Expresaban también que es necesario que el turismo entienda que debe valorar y proteger las características sociales y económicas, así como la sustentabilidad ambiental de cada nación, por más que no deja de reconocer la relevancia de la actividad en el desarrollo económico, como a través del impulso de la actividad cultural, gastronómica y las industrias creativas locales.
“El turismo cultural tiene el potencial de contribuir al desarrollo cultural, crecimiento y rejuvenecimiento de las áreas urbanas y ciudades históricas”, manifestaron.
Esa declaración culmina con una serie de reafirmaciones, como la de “construir nuevos modelos de entendimiento entre turismo y cultura”, en busca de una mayor integración, reduciendo las barreras entre ambos desde el nivel internacional hasta la planificación local, a efectos instrumentar políticas y prácticas que redunden en beneficios comunes. También reafirman la idea de promocionar y proteger el patrimonio cultural, procurando que la cadena de experiencias turísticas incluya el mayor conocimiento, a través de la comunicación, de los valores históricos y patrimoniales de cada lugar, pero especialmente teniendo en consideración las aspiraciones de las comunidades locales acerca de la gestión y conservación de sus valores culturales. Y prosigue con una lista de recomendaciones.
Quizás pueda pensarse que en Paysandú el turismo no tiene una relevancia tal como para que estemos atentos a este tipo de recomendaciones y a lo que está ocurriendo en el mundo, sin embargo bien patente es que se ha invertido mucho en el impulso a la actividad turística, desarrollando infraestructura y acciones promocionales que –eventualmente– van a generar determinada circulación de público. De hecho ya hay un impacto, tal vez no en grandes números aún, pero han surgido iniciativas que ocupan un espacio en el mercado, es decir, Paysandú es una opción que cada vez más gente toma para salir a conocer.
Estas iniciativas –Luna Llena en el Palmar, travesías en bicicletas, canoas y kayak, ideas de senderismo relacionadas con el Artiguismo, La Defensa, los Charrúas, regatas de veleros, vuelos en parapente–, por el momento, son desarrolladas por las comunidades locales y en general están muy alineadas con las preocupaciones que Unesco y OMT pusieron de manifiesto en su declaración, pero no podemos obviar que una vez vista la oportunidad de negocio, puedan aparecer otras propuestas menos preocupadas por tener los mismos cuidados.
También existe un turismo más difícil de controlar a través de las empresas, y que tienen un impacto potencial muy grande en el medio ambiente; por ejemplo el de la pesca, la caza o los campamentos, que además del efecto depredatorio agrega contaminación y destrucción de monte natural, entre otros riesgos, aún cuando ocurra a pequeña escala.
Por eso, dado que aún estamos en una fase incipiente, es posible llevar a cabo una planificación, de forma que quien llegue, lo haga sabiendo los valores naturales y patrimoniales de los que estará rodeado y pueda acompañar y ayudar a protegerlos.
El otro motivo de esta columna es que todos somos turistas y, por tanto, debemos tener el mismo celo por los lugares que visitamos que el que esperamos de quienes llegan. → Leer más

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Una forma de entrometerse

En medio de las turbulencias en países como Ecuador y Bolivia, saltó la noticia de que los profesionales cubanos –la mayoría médicos– que prestaban servicios en esas naciones debieron retornar a su patria de forma acelerada. La solapada intromisión del régimen de Cuba en los lugares con gobiernos amigos es algo que también se vive en nuestro pago y perder esa posibilidad de colocar doctores supone además un golpe a las finanzas de la isla caribeña.
La prestación remunerada de servicios profesionales a terceros países, especialmente en medicina y educación, es una de las principales fuentes de divisas del gobierno cubano, que denomina esta actividad “colaboración internacional”. Lo que los nostálgicos y románticos no quieren ver: para Cuba esto es un gran negocio y al final termina en otro tipo de explotación, además del que hacen gala en su propia tierra. Los médicos cubanos que viajan a otros países a trabajar deben volcar casi todo el salario que ganan en las arcas del régimen comunista.
Además, al ritmo de esa guerra fría que gustan los cubanos estar eternamente, victimizándose claro está, supone una estrategia de intromisión en los asuntos de las naciones a las que arriban. En las dos últimas décadas, con el ascenso de gobiernos de izquierda en buena parte de Latinoamérica, Cuba firmó con sus nuevos aliados bolivarianos importantes convenios de este tipo que supusieron la llegada de miles sus médicos, maestros y otros profesionales a países como Uruguay, Brasil, Ecuador, Argentina y Bolivia.
Los últimos datos oficiales disponibles (2017) cifraban los ingresos de Cuba por servicios profesionales en 9.628 millones de dólares, según un informe de la agencia Efe. Partiendo de lo que era un salario de 15 dólares al mes para los médicos en la isla, pueden pasar a cobrar 125 mensuales durante los primeros seis meses en otra nación. Según un informe de la organización Cuban Prisoners Defenders (CDP), una oenegé con sede en España que hace campaña por los derechos humanos en Cuba y está vinculada al grupo opositor Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), los médicos reciben en promedio entre el 10% y el 25% del salario pagado por los países de acogida, y el resto se lo quedan las autoridades de Cuba.
Se trata de unos de los pilares de la política exterior de Cuba, que el año pasado desplegaba más de 50.000 médicos en 67 países. El régimen cubano gusta sacar pecho de la calidad de su salud y de sus médicos, aunque la población en la isla –como denuncian los opositores– no siempre tiene acceso a ella y sobre todo es para los que vienen de afuera y para los turistas.
“La nueva oleada de victorias conservadoras o los conflictos políticos y sociales surgidos en los últimos meses han hecho tambalearse esos acuerdos, también en la mira de Estados Unidos dentro de su estrategia de asfixiar económicamente a La Habana por su apoyo a Nicolás Maduro en Venezuela”, asevera un informe de Efe acerca de los nuevos aires regionales que ponen en riesgo esa política y la economía de Cuba, siempre en búsqueda de recursos tras la caída, hace tiempo ya, de la Unión Soviética y de los vaivenes de Venezuela, el nuevo gran aliado que vive una crisis profunda.
Más de 700 especialistas del país caribeño dejaron Bolivia en la última semana para garantizar su seguridad en medio de los graves disturbios que vive el país tras la renuncia al poder de Evo Morales, ahora asilado en México. Lo ocurrido en suelo boliviano coincidió con la salida de Ecuador de otros 400 doctores cubanos que prestaban servicios allí en programas que se remontan a 2013, cuando gobernaba Rafael Correa.
En el trasfondo de la ruptura del acuerdo hay también acusaciones de medios ecuatorianos que involucran a profesionales cubanos en las fuertes protestas que sacudieron el país este año por la decisión gubernamental –después revertida– de retirar los subsidios al combustible. A su vez, la salida de los profesionales cubanos de los dos países andinos se suma a lo sucedido el año pasado en Brasil, hasta entonces uno de los principales clientes de la colaboración médica de la isla.
Cuba retiró a sus más de 8.000 médicos en Brasil a finales de 2018 ante las amenazas del entonces presidente electo Jair Bolsonaro de cancelar el programa “Más Médicos” si La Habana no aceptaba unas nuevas condiciones, entre ellas que los doctores cobraran su salario íntegro. Uruguay cuenta actualmente con dos convenios vigentes para la atención oftalmológica y ortopédica por parte de profesionales cubanos y uruguayos, uno firmado en 2007 y otro en 2008.
Las naciones que contratan estos servicios pagan directamente al Estado cubano, que se embolsa en torno al 70% de los salarios y abona el porcentaje restante a sus trabajadores, quienes además viajan al exterior sin su familia, aunque el Gobierno de La Habana subraya que todo el personal que sale de misión lo hace voluntariamente.
Lo cierto es que estos programas proponen que un alto porcentaje del salario se vaya a las arcas estatales y el hecho de mantener a los familiares en la isla es una manera de evitar que el personal expatriado deserte. Además de sumar gente, de infiltrar personal no médico, en territorio ajeno. → Leer más

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Imperativo: Reducir los costos para crear empleos

Recientemente la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU) festejó sus 121 años de existencia de forma “austera”, como forma de dar a conocer y de alguna manera sensibilizar a la población y sobre todo a quienes tienen y tendrán poder de decisión sobre el “momento crítico” que atraviesa el sector, según expresó el presidente de la gremial, Gabriel Murara.
Al hacer referencia a esta conmemoración, el presidente de la gremial expuso en su discurso los principales desafíos que enfrenta la industria y adelantó que se prevé “un nuevo deterioro” de los niveles de producción al cabo del año, de acuerdo a los índices que se vienen registrando.
Al respecto Murara mencionó que el Índice de Volumen Físico (que mide la evolución de la producción industrial) caerá un 2,5% al cierre de 2019, reflejando el hecho de que sin considerar la actividad de la refinería de Ancap y de las zonas francas –como UPM y Montes del Plata–, la industria atraviesa un escenario recesivo desde el 2014, con niveles de actividad similares a 2008.
El presidente de la CIU mencionó que una de las señales negativas es que la potencialidad productiva del sector presenta una elevada capacidad ociosa, dado que la utilización de los equipos instalados ronda el 62%, siendo un “guarismo históricamente bajo” y menor a los de Argentina y Brasil.
Otro elemento que pesa en este análisis acerca del escenario del sector tiene que ver con el empleo, que es un elemento contundente si lo analizamos en proyección histórica: la industria ha sido un proveedor de numerosos empleos, sobre todo calificados y bien pagos –bien lo sabemos en Paysandú– y sistemáticamente desde hace años sigue cayendo la ocupación en el sector, sin que hayan podido ser sustituidos por puestos de similar calidad y número.
Asimismo, en relación al empleo, Murara manifestó que el personal ocupado por la industria es aproximadamente 24% menor a los niveles máximos del período 2007-2011, y que en lo que va del 2019, la tendencia se sigue profundizando, con una baja en torno al 5%.
Observó en este sentido que “junto a la construcción, la industria es el sector que más puestos de trabajo destruyó en los últimos años, con unos 22.500 cotizantes menos en el Banco de Previsión Social”, completando así un diagnóstico que lamentablemente salta a la vista en nuestro medio, donde el cierre de emprendimientos, pequeños, medianos y grandes, es un azote que genera desempleo y cese de actividad, lo que a la vez es determinante para que merme el reciclaje de recursos en el tramado socioeconómico.
Hay explicaciones para este escenario que no solo está situado en estos términos, sino que se sigue agravando, porque siguen vigentes y en algunos casos se han acentuado, los factores que inciden para este persistente descenso.
Así, entre los factores que explican el “crítico” momento de la industria, el presidente de la gremial mencionó la baja rentabilidad debido al aumento de los costos salariales por encima de las posibilidades de las empresas, el atraso cambiario que encareció el costo en dólares de la mano de obra y abarató la importación de tecnología; y las relaciones laborales que “siguen siendo muy conflictivas” dado que presentan “un diseño institucional que no favorece el empleo y desalienta la contratación”.
Evaluó asimismo que “mirando el futuro, si cambian las condiciones del contexto, no tengan duda de que nuestro sector reaccionará, porque estamos en condiciones de aumentar la producción y crear más empleo rápidamente”.
Los datos igualmente indican una porfiada realidad, más allá de las expectativas y deseos, y como un síntoma claro de lo que ocurre con la economía uruguaya, si se mira a la interna del dato del Producto Bruto Interno (PBI) puede verse que los sectores en contracción son los que emplean más mano de obra: industria, comercio y construcción.
Los problemas que muestra el mercado de trabajo se reflejan en la pérdida de unos 45.000 puestos desde 2014 y un descenso en la demanda laboral. Según informaron desde las gremiales sectoriales, la industria actualmente emplea unas 150.000 personas, la construcción unas 44.000 y el comercio (contabilizando hotelería y gastronomía) en el orden del millón, pero en persistente declive.
Según un gráfico que difundió la gremial de la construcción, el sector mostró contracción en 17 de los últimos 18 trimestres, y desde el primer trimestre de 2013 no muestra un crecimiento de volumen considerable, mientras que en el caso del comercio, acumula cuatro períodos en baja y el presidente de la gremial sectorial, Julio César Lestido, dijo a El País que la retracción se explica por el menor consumo de los hogares, asociado al estancamiento económico, los problemas en la región y “las subas abruptas que tuvo el dólar”.
Dentro del comercio uno de los sectores más golpeados es el turismo. Hoy la actividad nuclea unos 55.000 empleos directos, registro que en temporada sube, pero se perciben perspectivas que no son buenas de cara al verano, en especial por el encarecimiento de Uruguay como destino para los argentinos, según señaló el presidente de la Cámara de Turismo, Juan Martínez. Agregó que aumentaron un 40% los envíos al seguro de paro en el último tiempo, vinculado a “meses complicados” en la hotelería.
En este diagnóstico igualmente existe un común denominador en términos generales, más allá de particularidades lógicas, que indica que el Uruguay es un país caro en dólares a la hora de competir en el exterior, pero también hacia lo interno, con empresas en el límite de rentabilidad, cuando la tienen, y que ello repercute en el empleo y en las expectativas de inversión, con un Estado que demanda gran cantidad de recursos para sostenerse, que provienen naturalmente de los sectores productivos, y ello ha generado este encierro de altos costos y baja rentabilidad, pese a la bonanza que nos vino desde el exterior durante más de una década.
Se requiere un baño de realidad, aprender de los errores, buscar instrumentos para abatir estos costos en forma gradual, reconocer donde estamos parados, cualquiera sea el gobierno que surja de las urnas, pero en todos los casos reconociendo que no es tarea fácil revisar y revertir costos que en muchos casos están consolidados y atados con los impuestos para sostener al Estado, como la energía eléctrica, los combustibles, en el marco de una arquitectura interrelacionada que ha generado esta pirámide que condiciona todo el desenvolvimiento de la economía.
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Migrantes indeseados

Desde hace cuatro siglos las especies exóticas invasoras han contribuido a casi el 40% de todas las extinciones de animales de las que se conoce causa, siendo consideradas la segunda principal amenaza para la conservación de la diversidad biológica a escala global dado que sus impactos generalmente son irreversibles y pueden ser muy perjudiciales para las especies y los ecosistemas nativos.
Se trata de un problema complejo que continúa en aumento a nivel mundial debido al intercambio y transporte de productos y personas a través del mundo por motivos de comercio o el turismo, lo que según los organismos internacionales con competencia en la materia, causa un gran costo para la salud humana, animal e incluso, el bienestar socio-económico y ecológico del mundo.
Las especies exóticas invasoras son animales o vegetales que no corresponden a nuestros ecosistemas nativos y cuya presencia es perjudicial tanto para los ecosistemas en los que se insertan o la salud de la población en general.
Según la Dirección Nacional de Medio Ambiente, en Uruguay fueron introducidos accidental o intencionalmente sesenta y cuatro especies con estatus poblacional invasor en al menos una localidad, incluyendo organismos terrestres (plantas vasculares, vertebrados e invertebrados) y acuáticos que plantean riesgos importantes para la salud humana y animal como el mosquito aedes aegypti (transmisor de los virus que causan las enfermedades de dengue, zika y chikunguya o la fiebre amarilla), o cambios en la estructura de la comunidad y desplazamiento de especies nativas (como en el caso del ligustro y la acacia negra), daños y perjuicios en flora y fauna autóctona así como en cultivos y animales de producción (jabalí), impactos negativos en la producción como la reducción de la capacidad productiva (Capim annoni) o efectos ecológicos en ecosistemas acuáticos generando problemas económicos y sanitarios como los provocados por el mejillón dorado o la rana toro, entre otros.
Su introducción en nuestro país fue en algunos casos voluntaria, atendiendo a un determinado objetivo pero ignorando sus posibles consecuencias en términos ambientales o de salud, mientras que otras especies llegaron al país en forma accidental. Muchas de estas especies de migrantes indeseados compiten –y en algunos casos con gran éxito– con nuestros sistemas nativos por el espacio, el agua o la sombra, por ejemplo.
¿Qué se hace al respecto? Uruguay cuenta desde hace 12 años con un Comité de Especies Exóticas Invasoras (CEEI), integrado por diversas instituciones del Estado y la academia, y liderado por la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), que elaboró la lista de especies exóticas invasoras en nuestro país, 42 especies no nativas que requieren de atención prioritaria dado su impacto sobre la biodiversidad y la salud.
Actualmente se encuentra realizando el análisis de riesgo de esta lista como insumo para la toma de decisiones y en julio del año pasado diseñó un Protocolo de Respuesta ante Invasiones Biológicas de Especies Exóticas Invasoras, alineado a lo que establece el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) en casos de emergencias y desastres súbitos.
Un primer paso fue la identificación de estas especies y su nivel de riesgo. La necesidad de identificarlas, en un contexto de actualización de la Estrategia Nacional de Biodiversidad, coincide y se corresponde con los compromisos asumidos por Uruguay a nivel internacional, específicamente en el cumplimiento de las metas que se propuso el Convenio sobre Diversidad Biológica.
En este sentido, se prevé que para el año próximo se alcance la meta de identificar y priorizar las especies exóticas invasoras y vías de introducción y se controlen las especies prioritarias, además de establecer medidas para gestionar las vías de introducción a fin de evitar su introducción y establecimiento.
Nuestro país ha venido desarrollando una serie de acciones tendientes a un mayor conocimiento y la toma de acciones en relación a este problema, dado que en un contexto de cambio climático global la llegada, instalación y dispersión de especies exóticas representa un problema para la diversidad debido al desplazamiento de especies nativas, las modificaciones y cambios en los ecosistemas o la introducción de especies que pueden actuar como vectores en la aparición de nuevas enfermedades.
En este sentido es que más allá del trabajo en los ámbitos científicos y formales, hay medidas que claramente pueden instrumentarse a nivel de la población en general, las cuales además resultan estrictamente necesarias para intentar frenar o disminuir los impactos o riesgos causados por algunas de estas especies.
En este sentido, un claro ejemplo de especie exótica invasora que plantea grave riesgo de impactos de índole sanitario, ambiental ecológico, económico o social es el mosquito aedes aegypti.
Días atrás el Ministerio de Salud realizó el lanzamiento de la campaña “Ni una chance al Aedes”, destinada a combatir la reproducción de aedes aegypti enfatizando en que si bien Uruguay ha tenido un solo caso de dengue, preocupa el aumento de esta enfermedad a nivel regional, por lo cual se insiste en la importancia de la aplicación de las medidas preventivas.
La directora general de Salud, Raquel Rosa, exhortó a tomar medias como limpiar completamente los depósitos de agua, como floreros, platos de macetas o el agua de las mascotas, ya que el mosquito pone sus huevos en recipientes con paredes rígidas y cuando hay agua depositada eclosionan.
Por su parte, Giovanni Escalante, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Uruguay, recordó que el dengue es un problema serio para las Américas debido a múltiples factores, entre los que destacó el cambio climático. Agregó que actualmente se contabilizan unos 2 millones de casos de dengue en la región, por lo cual la lucha contra ese vector es un asunto de relevancia para los países de la región.
Todas las personas que no hemos tenido exposición previa al virus y que vivimos en zonas donde el mosquito aedes aegypti está presente somos susceptibles de ser infectadas si se registran casos importados o autóctonos. Como este mosquito se encuentra disperso en toda nuestra región, es altamente probable que los brotes se extiendan a otros países donde actualmente no se registran casos, como Uruguay, razón por la cual el tema vuelve a estar presente con el regreso de las altas temperaturas.
Se trata de una enfermedad provocada por un migrante indeseado, exótico e invasor pero altamente resistente que una y otra vez nos pone a prueba. Por eso, lo que pueda hacer cada uno de nosotros en nuestro entorno para ponerle un freno resulta crucial en una nueva batalla contra una enfermedad emergente y peligrosa. → Leer más

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En su día universal para cada niño, cada derecho

Faltan apenas cinco días para que Uruguay elija a su próximo Presidente de la República. Claramente la campaña electoral ocupa buena parte del quehacer diario. Unos por uno, otros por otro. En la esencia de la democracia, los ciudadanos libremente eligen a quien creen mejor conducirá los destinos del país en el próximo quinquenio.
Aun quedan algunas discusiones del clásico del fútbol uruguayo y siempre hay otros temas que refuerzan el interés de la sociedad.
Pero entre medio de todo eso, hoy –20 de noviembre– se celebra también el Día Universal del Niño. La fecha fue determinada por la ONU al aprobar la Declaración de los Derechos del Niño en 1959. Esa declaración, que no tenía legalmente carácter vinculante, no era suficiente para proteger los derechos de la infancia. Tras diez años de negociaciones con gobiernos de todo el mundo, líderes religiosos, oenegés, y otras instituciones, se logró acordar el texto final de la Convención sobre los Derechos del Niño, el 20 de noviembre de 1989, cuyo cumplimiento es obligatorio para todos los países que la han firmado, incluyendo a Uruguay.
A nivel mundial, la infancia ha experimentado un enorme progreso: las tasas de supervivencia infantil han mejorado, millones de niños han salido de la pobreza y muchos hoy van a la escuela en áreas donde antes era imposible. Sin embargo, demasiado a menudo, los más vulnerables se quedan rezagados. La pobreza, los conflictos, la desigualdad y la discriminación siguen despojando de sus derechos a millones de niños.
De acuerdo a datos 2018 del Índice de Capital Humano del Banco Mundial, Uruguay se encuentra en el lugar 68 entre 157 países.
En este contexto, el informe de la institución posicionó a Uruguay en el puesto 68 del ranking, mostrando su mayor debilidad en la permanencia de los jóvenes dentro del sistema educativo. Esto implica que en el país cada niño que nace, cuando crezca será el 60% de lo productivo que podría haber sido en caso de tener una educación completa y una salud plena. El mayor problema que continúa teniendo Uruguay es el abandono en el sistema educativo, que en la actualidad presenta la más alta deserción de toda América Latina.
No obstante, el mayor problema de la infancia en Uruguay es cómo muchos padres o familiares aun ejercen la disciplina desde la violencia, lo que tiene un alta prevalencia. La violencia contra niños y adolescentes, sea en sus manifestaciones más evidentes –como la violencia física– o en las más sutiles –como la violencia psicológica–, parece indicar que el fenómeno no es aún percibido socialmente como un tema de preocupación.
La violencia física ocasional no es identificada como una conducta que debe modificarse. “Un chirlo no le viene mal a nadie”; “mi padre me daba con el cinto y salí una persona de bien” y frases por el estilo hasta parecen justificar esos actos violentos.
Pero, al mismo tiempo, se percibe que como adultos hemos mejorado respecto a la forma en que nos disciplinaban nuestros padres. Ya no se usa “tanto” la violencia física como una herramienta cotidiana de disciplina. Empero, hay otra violencia que se usa en perjuicio de muchos niños y adolescentes, la psicológica, de alta prevalencia como método de disciplina. Gritos e insultos parecen a los ojos de los padres que es una manera de disciplina. Pero es violencia.
No solo por la violencia que de manera directa sufren niños y adolescentes sino también porque –de manera significativa– son testigos cotidianos de la violencia en sus hogares y que sin embargo no son lo suficientemente visibilizados, ni en las estadísticas ni en las políticas públicas.
Las políticas no parecen contemplar integralmente la posibilidad de que en un mismo núcleo familiar exista una situación de violencia hacia la mujer y maltrato infantil, ni toman suficientemente en cuenta que ante una situación de violencia de género los hijos también son víctimas. La legislación y las políticas públicas de respuesta a la violencia de género deben adoptar también un enfoque de derechos de infancia.
En momentos en que los femicidios parecen convertidos en epidemia, no es de consideración pública que la violencia también afecta directamente a niños y adolescentes por homicidio doloso.
En el informe Panorama de la Violencia Hacia la Infancia, de Unicef, se subraya que la violencia intrafamiliar es el segundo motivo de los homicidios dolosos de niños y adolescentes uruguayos. Casi uno de cada tres niños víctimas de homicidio entre 2012 y 2016 murió por este motivo.
Ante esta realidad que muchas veces no llega a los titulares de prensa, conviene recordar que entre las recomendaciones de las Naciones Unidas destaca la necesidad de dar prioridad a la prevención, porque solo así se podrá asegurar el respeto al niño y su familia, su dignidad, su privacidad y sus necesidades de desarrollo.
Asimismo los gobiernos deben asegurar que en toda iniciativa de prevención relacionada con la familia exista un foco en la situación y los riesgos de niños.
Es necesario que se reconozca que los niños suelen ser víctimas de la violencia doméstica y que es imprescindible garantizar su atención. Es necesario asegurar la protección de sus madres y la extensión de servicios de atención de niños en los centros de acogida para las mujeres. La comunidad y el Estado deben desarrollar programas apropiados para brindar asistencia a los niños que necesitan reponerse tanto de la violencia y los abusos que han sufrido como de los que han presenciado.
Es fácil decirlo y de hecho es algo que frecuentemente se escucha. Los niños son el futuro de la sociedad. Es cierto, casi algo de Perogrullo, crecerán y cuando adultos tendrán a su cargo llevar adelante la sociedad humana. Los niños de hoy son los científicos, políticos, médicos y profesores de mañana. Los hijos de hoy heredarán todo lo que la humanidad ha logrado desde el principio de su existencia, tanto las buenas y honorables acciones como las crueles guerras y los terribles fracasos. Son los niños de hoy los encargados de proteger a los en el futuro débiles y vulnerables de este mundo, y de tomar las decisiones más difíciles para hacerlo.
Ha pasado mucho de aquel 1954 en que la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció como objetivos animar a los niños de todas las razas, credos y religiones a pasar tiempo juntos, conociéndose unos a otros y apreciando las diferencias de cada uno, e instar a los gobiernos de todo el mundo a prestar más atención al bienestar de sus ciudadanos más jóvenes.
Y 30 años desde la Convención de los Derechos del Niño que avanzaron bastante en el ideario de derechos humanos para todos los niños. En Uruguay la violencia intrafamiliar es un problema concreto. En otros países el énfasis está en la erradicación de la pobreza infantil, en suprimir el matrimonio precoz y aumentar el número de niños escolarizados.
Como sostiene la Unicef, “Para cada niño, cada derecho”. Hoy, en su día, y siempre. Porque lo que hoy somos como adultos es consecuencia de los cuidados que recibimos en la infancia. → Leer más

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Los desafíos para el nuevo gobierno

El escenario internacional ha cambiado sustancialmente en los últimos años respecto a las favorables condiciones que se dieron desde principios del milenio hasta 2014, aproximadamente, las que no aprovecharon los gobiernos de izquierda para destinar recursos que permitieran financiar los cambios estructurales para evitar los desequilibrios que condicionan el desenvolvimiento económico de nuestro país.
Es decir que el nuevo gobierno que asuma el 1º de marzo de 2020 estará muy condicionado por una serie de factores. El más importante es sin dudas el déficit fiscal del 5 por ciento que heredará de la gestión de los tres gobiernos del Frente Amplio, necesidades sociales insatisfechas y una falta de competitividad manifiesta, que no puede compensarse simplemente con una devaluación que afectaría de entrada a los sectores más desposeídos, y a la vez impulsaría la inflación que se devoraría luego esa competitividad.
Siempre es mejor aterrizar en la realidad, que indica que no hay soluciones mágicas y mucho menos que se puedan lograr de un día para otro. Es oportuno traer a colación al respecto reflexiones del economista Enrique Iglesias, expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y excanciller de la República, quien expresó al diario El País que, en lo que respecta al sistema político uruguayo, “hay en todas las fuerzas políticas y en la opinión pública una sensibilidad por la estabilidad de precios, la apertura externa por el excesivo endeudamiento o la flexibilidad cambiaria que no tuvimos en los años 60 o 70, que bien recuerdo y que tanto costaron social y económicamente”.
Aseguró que “quedaron atrás las políticas de decidir el tipo de cambio por decretos del gobierno y se comenzó a apreciar la llegada de inversiones externas al amparo del grado de inversión que nos destaca dentro de la región”, en tanto evaluó que el creciente enfrentamiento entre Estados Unidos y China son un signo de que se abandona el multilateralismo en las relaciones internacionales “y rija la ley del más fuerte, el enfrentamiento entre las dos grandes potencias”.
Evaluó que eso es muy visible en el comercio mundial, que este año crecerá solo el 1,2 por ciento, en camino a pasar a indicadores negativos.
Por lo tanto, a su juicio “hay que luchar por sostener relaciones comerciales abiertas que nos permitan seguir creciendo y apoyando el crecimiento mundial, así como dinamizar las relaciones intrarregionales en las que siempre hemos soñado, con poco resultado lamentablemente”, en tanto el panorama regional no da para ser optimista.
Asimismo, para Iglesias “esto se inserta en un mundo enfrentado políticamente y enfriándose económicamente” a la vez que los problemas individuales de cada país y su difícil solución alimentan la desconfianza en las relaciones internacionales y se pierde esta confianza, que “es un tema que lo vemos en todo el mundo y en todas las instancias políticas o económicas”.
Y en nuestro país, a partir de la contienda electoral y el cambio de gobierno, del signo que sea, el desafío se presenta en que habrá necesidad de acuerdos interpartidarios en cualquier hipótesis, desde que el Frente Amplio no cuenta con mayorías propias y la coalición de partidos generará mayorías solo a partir de acuerdos que se traduzcan en respaldos parlamentarios.
Es decir que queda atrás la práctica que se ha dado en los quince años de gobierno de la izquierda, cuando esta coalición de gobierno se ponía de acuerdo en lo interno y llevaba las leyes ya “cocinadas” para ser sancionadas por sus mayorías propias en el Parlamento. Ahora habrá negociaciones previas interpartidarias, gobierne quien gobierne, y por lo tanto incluso los programas de gobierno que cada partido llevó en su propuesta electoral quedarán rebajados y condicionados por lo que impulsan a su vez los otros integrantes del acuerdo a cambio de dotar al nuevo gobierno de mayorías parlamentarias, sea tanto encabezado por Daniel Martínez como por Luis Lacalle Pou.
Es imprescindible por lo tanto conciliar posiciones para instrumentar políticas que permitan abordar con mayores posibilidades de éxito sobre todo los grandes temas del país, que incluyen entre otros proporcionar estabilidad, equilibrar las cuentas fiscales en forma progresiva, una reforma gradual de la educación y recuperar competitividad, demás de combatir la inseguridad. En todos los casos se manifiesta una problemática de muchas puntas de cara a revertir un proceso de deterioro que se ha acentuado en los últimos años, con aumento del desempleo, enfriamiento de la economía y altos costos para producir bienes y servicios, que nos restan posibilidades en el comparativo internacional para competir.
Frente a este desafío, sea Martínez o Lacalle el próximo presidente, deberá acordar en el Parlamento para poder aprobar leyes, de forma de contar con mayorías parlamentarias, porque de lo contrario resultaría imposible gobernar, y el país se encontraría en un tembladeral institucional por falta de madurez del sistema político.
Este es precisamente el punto: a la hora de gobernar, desde el 1º de marzo de 2020, no hay forma de salir adelante si no se elevan las miras, tanto del gobierno como de la oposición, pero también con el aporte positivo de gremios, organizaciones sociales y los denominados colectivos.

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El dilema de la democracia

Para algunos, solo nos espera el caos, para otros, la salvación del país. Y en la etapa final rumbo al próximo domingo los partidos hacen lo posible y lo imposible por machacar esas ideas. Como si la falta de tiempo para convencer impusiera la polarización de ideas. Es algo muy natural, por otra parte. No debe ser nada sencillo razonar fríamente cuando del lado del oficialismo se siente que, por errores propios y aciertos ajenos se puede llegar a estar fuera del gobierno y, del lado de la oposición, hay una posibilidad muy firme de, después de bastante tiempo, llegar al poder.
Y como el ser humano es imperfecto, la campaña, inevitablemente, se ensucia. No como en otros países, es cierto. Mil y una vez tenemos que agradecer el ser como somos en momentos de tanta tensión. El fallecimiento del militante nacionalista debido a un choque eléctrico cuando intentaba colocar una bandera fue una tragedia lamentada por propios y ajenos, como corresponde. Rayando en el chauvinismo, no es descabellado pensar que eso es algo que no pasa en todas partes.
El actual clima de violencia extrema en Bolivia y Chile, o las declaraciones de políticos brasileños o argentinos sobre sus adversarios nos hacen ver, y lo dicen los mismos vecinos del otro lado del río, como “ejemplos de democracia”. ¿Es eso una exageración? Tal vez sí, tal vez no.
Y, como casi nunca antes en la historia nacional, hemos llegado a un momento en que se pondrá a prueba nuestra fama de republicanos tolerantes. Porque, gane quien gane el domingo, lo hará por un porcentaje bastante acotado. Algo que, para el sistema democrático mundial puede ser hasta una costumbre, pero que no lo es para el Uruguay.
Salvo excepciones, cuando un partido aquí ganaba una elección, lo hacía con bastante diferencia del que perdía. Como ahora no será así, la sensación de perder por poco no será la misma para el partido que no alcance el gobierno que si perdiera por bastante margen. Ahí estará la prueba de fuego. ¿Cómo se reaccionará ante el hecho de “casi” haber podido ganar? ¿Se aplicará la idea expresada por un político alguna vez de “el que gana, gana”?¿O el sentimiento de frustración será tan fuerte que nuestra famosa paciencia no será una barrera tan eficaz ante el resentimiento de haber perdido?
En este momento crucial, es una duda que se reparte en cantidades casi iguales para un sector político y para el otro. Si la oposición no llega a ganar, el panorama será muy desolador. Con tantas condiciones dadas para que así sea, el no ganar ni siquiera así puede hacer sentir –no pensar–, que tal vez nunca, o por lo menos por muchísimo tiempo, accederán al gobierno.
Y las reacciones pueden ser, por lo menos, equívocas. Obviamente no habrá aquí alzamientos populares pero, de parte de los propios políticos, el ceder ante la desazón y defenderse a partir de ahí es siempre un grave error.
Por la otra parte, si es el actual partido de gobierno el que pierde, muchos de los convencidos de que ellos y solo ellos son la salvaguarda del país, también pueden llegar a creer que, los cinco años que se vienen serán los más desgraciados y nefastos que pueda imaginarse. Y ya sabemos como reacciona un creyente convencido cuando aquello en lo que ha confiado ciegamente, de la noche a la mañana, ya no existe: no precisamente bien.
Es el gran dilema de la democracia, o más bien, del sistema democrático como lo conocemos por aquí. Cuando se llega al gobierno, se sabe que no será para siempre, que esos cinco años que separan una elección de otra deben tomarse como un voto de confianza que la gente ha dado pero que, de no conformar con los hechos, puede en la siguiente vuelta, preferir a alguien totalmente diferente.
Eso, a los convencidos de uno y otro lado, puede parecerles algo hasta falto de inteligencia. Pero es el germen de la democracia. Que no está ni en los partidarios del gobierno ni en los partidarios de la oposición. Si fuese por ellos, que su partido se perpetuara en el poder sería lo mejor para el país. Eso no es democracia.
Por eso el verdadero significado de esa palabrita tan traída y llevada por unos y otros, anida en aquellos no del todo convencidos que, viendo la simple realidad cotidiana, una vez han votado a un partido y otras, a otro. En esos que no tienen una ideología que sirva para regir cada paso de sus vidas, que no desprecian a otro que no piense igual que ellos, que no sienten que un señor X, por el simple hecho de haber sido capaz de ascender en la política les pueda solucionar la vida a ellos y a la nación entera.
Un grupo bastante grande de gente que, efectivamente, son los que definen cualquier elección. Los políticos, siempre tan listos y agudos en estas épocas, lo saben y han salido a por ellos.
Ahora ese electorado anónimo y poco convencido existe. Y existe más que nunca. Como una tabla que flota luego de un naufragio, es disputada por el gobierno y la oposición como si les fuera la vida en ello. Y es cierto, ahí está después de todo, la salvación para llegar al poder.
A estas alturas seguir convenciendo a los convencidos tiene una importancia prácticamente nula. Pero convencer a los posibles votantes, es fundamental. Claro, dirá algún rezongón, ahora se acuerdan, ahora vienen a golpear la puerta del uruguayo de a pie. ¿Se acordarán de él cuando finalmente ganen? Esa sigue siendo la siempre presente pregunta de este sistema en el que vivimos.
Ahora más que nunca, los partidos tienen que ser más conscientes de que la campaña no se termina cuando la banda presidencial pasa del presidente saliente al entrante. Ese es el momento en el que comienza.
Equilibrar el gobernar con la atención a los que asegurarán que el próximo gobierno, tan lejano y cercano a la vez, siga siendo del partido que ganará el próximo domingo, es algo así como un acto de malabarismo realizado en una cuerda floja sobre una piscina llena de tiburones. Un acto que, por más difícil que sea, los políticos del presente y del futuro tendrán que aprender a hacer. El uruguayo anónimo los estará observando de cerca, como corresponde. → Leer más

Opinión

Los siniestros de tránsito son prevenibles

El Día Mundial de Víctimas de Siniestros de Tránsito que se conmemora hoy por disposición de las Naciones Unidas en todo el mundo se basa en el pilar 3 del “Plan Mundial para el Decenio de Acción para la Seguridad Vial” que es ni más ni menos que “vehículos más seguros”
A pesar de los esfuerzos mundiales por conseguirlo, el tipo de movilidad vial actual conlleva un número alarmante de muertes, lesiones y enfermedades graves cada año, tanto como consecuencia inmediata de accidentes de tránsito como por contaminación del aire.
En Uruguay, y concretamente en Paysandú, el museo sobre ruedas que se aprecia –más allá que se percibe al mismo tiempo una renovación de la flota vehicular– deja en evidencia los peligros diarios a los que nos exponemos ante automóviles o motos sin frenos, luces, motores deficientes, escapes destrozados, ruedas usadas mucho más allá del tiempo aconsejable que pasan como si tal cosa frente a nosotros.
Las autoridades han planificado una y otra vez las instalaciones inspectivas que aseguren el buen estado de todo vehículo autorizado a transitar. Es una de las medidas simples y concretas que pueden implementarse como medida efectiva y posible con el objetivo de reducir la cantidad de siniestros de tránsito y consecuentemente no solo bajar la cantidad de víctimas, también la cantidad de familias destrozadas por la pérdida irreparable de familiares cercanos.
Este año, incluso en un panorama que indica que se ha reducido la cantidad de siniestros fatales, ha fallecido una persona por día. Decenas quedaron heridas, algunas de gravedad. Hombres, mujeres y niños que se dirigen a pie, en bicicleta o en coche a la escuela o al trabajo, que juegan en la calle o emprenden viajes largos nunca volverán a casa, y dejarán tras de sí familias y comunidades destrozadas. Los esfuerzos actualmente desplegados para promover la seguridad vial son insignificantes al lado de ese sufrimiento humano creciente.
No hay dudas ni reparos a los esfuerzos constantes de la Unasev generando políticas, legislación y capacitación en diversos niveles que tienen como objetivo reducir la cantidad de siniestros de tránsito y obviamente de víctimas.
Como complemento, pensar en las estrategias que llevan adelante países desarrollados puede permitir trazar un objetivo, al menos a largo plazo, de hacia dónde hay que ir en esta materia para reducir las estadísticas de siniestralidad.
Está –por ejemplo– el caso de Suecia que aprobó en 1997 el programa Visión Cero, que se concentró en mejorar la infraestructura, la ingeniería vehicular y la educación. Redujo los límites de velocidad en áreas urbanas, estableció zonas específicas para peatones, instaló barreras que separan los autos de las bicicletas y eliminó las calles de doble mano.
En cambio no endurecieron las penas ni las multas, ya que el plan no considera que normas más gravosas generen una mejora profunda en la seguridad vial. Las políticas de seguridad vial se desarrollaron en Suecia sobre la base de las estadísticas oficiales; los números constituyeron el puntapié inicial para una transformación de raíz.
En Suecia hay tres muertos por cada 100.000 habitantes, un número realmente muy bajo si se lo compara con el resto de la Unión Europea, que tiene 5,5, o con los Estados Unidos, con 11,4. Ni que hablar si se lo compara con Uruguay, de 15,1.Quizás por eso ni siquiera es necesario mirar tan lejos, y podríamos empezar por ejemplo por fiscalizar que los motociclistas utilicen el chaleco reflectivo obligatorio, que en Paysandú sólo usa un 4%, cuando la mayor parte de los fallecidos son precisamente personas que viajaban en moto.
Curiosamente en Uruguay –de modo general– se considera al siniestro de tránsito un hecho fortuito, un accidente. No se tiene percepción del riesgo y por eso se atribuye la posibilidad de un siniestro al azar, la mala suerte o el destino.
Pero también es cierto que hay una tendencia general a no cumplir –cada vez que lo apreciamos posible– con la Ordenanza de Tránsito vigente o el respeto por la señalización. Una señal de “Pare”, por poner un ejemplo, dormita mansamente sin que prácticamente nadie la respete. De hecho, pocos saben que ese indicador establece la obligatoriedad de detener completamente la marcha del vehículo, y que por lo tanto las ruedas dejen de rodar al menos por un instante, así no venga nadie por la otra arteria. La mayoría cuando mucho se reduce la velocidad, por si por la vía contraria se acerca otro vehículo.
Es que muchos conductores ni siquiera conocen el reglamento vial, así que terminan tomando el camino sencillo: imitar lo que hacen los demás.
Es cierto que varias intendencias, entre ellas la de Paysandú, tienen Escuelitas de Tránsito con las cuales recorren escuelas y liceos brindando información básica. Pero en cambio no hay una ley que exija la educación en seguridad vial en los centros primarios y secundarios. Por el contrario países avanzados como Alemania y Estados Unidos, entre otros, garantizan la formación en esta materia en las escuelas y son conscientes de la importancia que tiene educar en seguridad vial desde la primera infancia.
Aquí no; hacemos marchas, concentraciones para compartir el dolor ante la irreparable pérdida, campañas de concientización, controles viales, pero no se apunta a la raíz del asunto.
Nada de eso está mal, pero deben establecerse otros programas que quizás no se basen en expresiones públicas y las autoridades nacionales tanto como departamentales deben considerar los principales problemas y avanzar en soluciones.
El ejemplo de Suecia es bueno, pero no el único. Hay que luchar contra los “males uruguayos”, entre los que se pueden contar el exceso de velocidad, conducir después de consumir alcohol o drogas, utilizar el teléfono celular mientras se maneja. Es la percepción de los conductores de motos de que tienen menos restricciones porque su vehículo es más ligero y más maniobrable y, por tanto, creen que las normas de circulación deben ser más flexibles con ellos. Desgraciadamente, el nivel de siniestralidad de las motos es más elevado que el de otros tipos de vehículos, pero muchos conductores de motocicletas cargan la responsabilidad sobre los coches o sobre las infraestructuras. Los de bicicletas van por el mismo camino con todavía más peligro porque sin importar edad ni estatus educativo o social prácticamente nadie respeta el sistema de semáforos.
Hoy el Día Mundial de Víctimas de Siniestros de Tránsito ciertamente llenará muchos ojos de lágrimas, recordando aquellos familiares tan queridos que ya no están. Hay que ir por más, por mejorar el estado de las calles de la ciudad tanto como sea posible, por reforzar la firme voluntad política de concertar y sostener programas de prevención y de apoyo a los conductores desde la misma niñez. La seguridad vial no es accidental, los choques y los traumatismos en la vía pública son prevenibles. → Leer más

Opinión

Todos somos Guichón

“Hay que producir distinto, contaminando menos”, dijo el director de Medio Ambiente. Ese fue el título de la nota publicada por EL TELEGRAFO el 23 de octubre pasado. Quizás a muchos se les pasó por alto en el fragor de la campaña electoral, porque fue muy pocos días antes de la primera vuelta electoral cuando el ingeniero químico Alejandro Nario llegó a Paysandú en el marco de esa misma campaña.
No pasó un mes de esa afirmación para que empezaran los calores a sentirse en la zona y con ellos a reportarse nuevamente inconvenientes de contaminación en los cursos de agua; uno de ellos el arroyo Guayabos, fuente de agua de la que OSE obtiene el líquido con el que abastece a la ciudad de Guichón.
El problema fue identificado por la propia OSE como “presencia de olor y sabor en el agua elevada”, lo que obligó a que se interrumpiera el bombeo desde el arroyo y que la segunda ciudad del departamento pasara a ser abastecido por las perforaciones con que cuenta el ente, las que entregan un volumen insuficiente –y con problemas de presión– por lo que el suministro debió ser complementado por agua a granel, distribuida en las zonas más altas de la ciudad con un camión cisterna.
A raíz de esta situación un grupo ambientalista de esa ciudad, que viene alertando desde hace años de los riesgos que se enfrentan, volvió a denunciar que poco antes del episodio se estuvieron realizando aplicaciones de productos agroquímicos aguas arriba de toma de agua, en campos costeros al arroyo, a menor distancia de la que está establecida en las disposiciones que regulan el uso de estas sustancias.
Cabe recordar que muy poco tiempo atrás el mismo grupo recibió de parte del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca una notificación por una sanción que se aplicó a AFE, a raíz de una denuncia realizada anteriormente, también por aplicaciones que se efectuaron sin contemplar las distancias estipuladas respecto a los cursos de agua.
Las palabras de Nario, que lleva cinco años en el cargo, demuestran que aún teniendo preocupación por este tema, quien esté a cargo de la Dirección Nacional de Medio Ambiente poco puede hacer, cuando es el mismo Estado quien incurre en conductas que ponen en riesgo la salud de la comunidad.
En esa entrevista el director afirmó que se requieren políticas públicas que ayuden a los productores a seguir un camino de producir con mayor valor agregado, en vez de apostar a mejorar la rentabilidad en base a disminuir los costos. “La gente paga más por productos que se hacen teniendo cuidado con el medio ambiente, porque no quieren consumir pesticidas; está el caso de lo que pasó con la miel, lo que pasó con las naranjas”, citó como ejemplo. También indicó que es necesario desarrollar un plan de polinizadores, “no solo con las abejas, donde hay problemas, también tenemos problemas con los abejorros, y otros polinizadores naturales, y ahí hay problemas de fragmentación del hábitat, de uso de productos químicos, hay que ir a una relación de riesgo distinta. Los pesticidas tienen que tener otra evaluación, que tengan más análisis de salud, más análisis ambiental”.
¿Existen alternativas para producir de manera sostenible y sustentable, garantizando que el productor pueda ser rentable y que el desarrollo de esa producción no ponga en riesgo todo lo que hay en derredor e incluso a los consumidores finales de esos productos?
Nario asegura que sí. Pero, ¿qué tiene para decir al respecto la Academia? Se han hecho estudios diagnósticos que han detectado la presencia de peces en cuyos tejidos hay trazas de diferentes compuestos de uso agrícola, pesticidas. Y no se trata de casos aislados, ¡el 96% de las muestras presentaron estos indicios! Es una situación muy seria, por más que se justifique diciendo que se trata de cantidades ínfimas que no presentan riesgos para el consumo humano. Seguramente habrá que esperar para actuar a que las cantidades sean mayores y sí presenten riesgos para el consumo humano, o directamente a que empiecen a presentarse casos de intoxicación, porque en definitiva, planteado así, es una cuestión de dosis.
¿Qué modelo de producción enseña a emplear la Facultad de Agronomía? ¿Sobre qué paquetes tecnológicos investiga INIA? ¿Están buscando formas alternativas de producción que permitan evitar todos estos problemas, o solamente van en procura de maximizar la rentabilidad? Sería bueno conocer su visión sobre esta problemática y cuáles son las perspectivas a futuro.
Mientras tanto, a medida que suba la temperatura los problemas irán creciendo. La temporada veraniega a comienzos de este año empezó complicada por la abundancia de lluvias, y cuando dejó de llover aparecieron a lo largo de prácticamente toda la costa las cianobacterias, complicando las playas.
En ese momento todos los medios capitalinos se hicieron eco de la situación y se puso el grito en el cielo, cuando la realidad estuvo allí, instalada frente a sus costas; hasta ese momento lo de las cianobacterias no había sido más que un problema “del Interior”, una preocupación “menor”, de la que habían alertado solamente algunos científicos díscolos, cuyos planteos una y otra vez fueron relativizados.
Pero la realidad hoy rompe los ojos. La proliferación de algas en el agua está provocando inconvenientes en el abastecimiento de agua potable a los vecinos de la ciudad de Guichón, a unos 90 kilómetros al este de Paysandú, donde viven unos 5.000 habitantes, tan uruguayos como los de Montevideo, Maldonado o Parque del Plata, tan humanos y con derechos como todos los demás. Y como los que van a seguir sintiendo los efectos de este problema que no estamos siquiera cerca de asumir, cuánto menos de llegar a resolverlo. → Leer más

Opinión

Un debate que ¿movió la aguja?

Podría decirse, para recoger una impresión ajustada al debate sin entrar en subjetivismos influenciados por simpatías político-partidarias, que el intercambio transmitido por cadena nacional entre los dos candidatos que participan en el balotaje, Luis Lacalle Pou y Daniel Martínez, no dejó claros vencidos ni vencedores, más allá de las simpatías o preferencias particulares.
Fueron cuatro bloques, con una exposición inicial de dos minutos y un mensaje final de 90 segundos para cada candidato, y en una primera evaluación sobre las alternativas del intercambio, podríamos decir que como en todas las cosas de la vida, nada es completamente abstracto, y el contexto indica que quien tenía que dar un golpe de timón decisivo en este tramo de la campaña electoral era el candidato oficialista, teniendo en cuenta que todas las encuestas lo dan entre cinco y siete puntos por detrás del candidato de la oposición multicolor.
Es cierto, en torno a estos debates se forman “hinchadas” que cierran los ojos y solo ven lo positivo de su preferido y cuestionan todo aquello que sale de la boca de su oponente, pero el punto es que no son estos grupos alineados los que definen las elecciones, sino aquellos ciudadanos sin fidelidad política que pueden optar libremente entre uno u otro, no están involucrados directamente y pueden además simpatizar con partidos que no participan en este partido de dos, que es la segunda vuelta electoral.
Como novedad, más allá de que durante más de dos décadas no hubo debates presidenciales en el Uruguay, tenemos que se ha tratado del primer debate establecido por ley, y en comparación con el primer intercambio, más esquemático y más ajustado a espacios esquemáticos inamovibles, hubo confrontación directa –primaron igualmente las exposiciones de cada uno– que rompieron la monotonía propia del diálogo de sordos, aunque cada candidato dejó pasar preguntas y planteos del adversario, cuando no le convenía a sus intereses y zafó desviando los planteos hacia otro lado, sin acusar recibo.
En el plano anecdótico, evidentemente el frío apretón de manos del final, que contrastó con el abrazo final del debate de octubre, revela que ya la relación bilateral, producto de la campaña se ha ido deteriorando, e incluso Martínez desde el inicio, en su exposición-presentación se centró en contar la historia de su vida, de su estudio, su autorrelato de lucha contra la dictadura y trabajo, hasta llegar a transformarse en un “empresario exitoso” y tratar de dejar a Lacalle Pou como prototipo de una vida fácil, sin esfuerzo propio.
Por supuesto, es un recurso dialéctico y para tratar de llegar a determinadas capas de la población que se sienta representada, lo que no tiene nada que ver con la capacidad de gestión ni de conducir un país, mucho menos cuando dijo que aludiendo a la crisis de 2001-2002, Lacalle no estaba en el “millón de pobres” –dando ese número como supuestamente cierto– que tenía el país, olvidando mencionar que él tampoco estaba en ese millón, naturalmente.
Uno de los ejes del candidato de la coalición multicolor fue de tratar llevar a Martínez a reconocer los errores de la gestión del Frente Amplio, lo que hizo repetidas veces, a lo que el candidato oficialista respondió con generalidades, aduciendo que se ha hecho muchas cosas bien y lo que lo que no salió como se quería hacer va a tratar de hacerlo mejor, a la vez que apostó por marcar las cifras negativas en economía y empleo con que asumió la coalición de izquierda en 2005, y los avances que considera se han dado en estos quince años de gobierno del Frente Amplio.
En los cuatro bloques, Lacalle Pou preguntó insistentemente a Martínez sobre los errores de los gobiernos del Frente Amplio, en particular en materia de inversiones, seguridad pública y educación, como el puerto de aguas profundas en Rocha que nunca se concretó, o el haber mantenido a Eduardo Bonomi como ministro del Interior y a María Julia Muñoz en Educación y Cultura, además de que el Frente Amplio aumentó impuestos pese a que había prometido no hacerlo.
En el caso de la seguridad, subrayó que el actual gobierno de Tabaré Vázquez no logró cumplir con su promesa de bajar un 30% los hurtos y las rapiñas y subrayó que “el Frente Amplio tiene un problema ideológico con la seguridad pública, por eso no la soluciona”.
También Martínez pasó en cierto momento a la ofensiva cuando recordó casos de corrupción durante el gobierno del Partido Nacional, mencionando en particular Focoex y el Banco Pan de Azúcar, lo que generó la réplica de Lacalle en el sentido de que “¡mirá que ustedes están hasta las manos!”, aludiendo al tema Ancap, Fondes, Pluna, ASSE, Casinos, negocios con Venezuela, etcétera.
Martínez defendió en todo momento la gestión del Frente Amplio, con la salvedad de que habló de “corregir” y buscar “hacerlo mejor”, en tanto Lacalle cuestionó medidas y políticas de gobierno centradas solo en lo ideológico, señalando la falta de credibilidad ante las promesas de reducir un déficit fiscal que en cambio ha seguido subiendo.
Otras perlas incluyeron el cuestionamiento de Lacalle Pou a los “negocios” con Venezuela durante los gobiernos del Frente Amplio, y dijo que eso “nos amordazó” para condenar la “dictadura” de Nicolás Maduro, en tanto Martínez respondió con el caso de un campo en Paysandú que explotaba el senador blanco Alvaro Delgado, del Instituto Nacional de Colonización. En este tema, Martínez dijo que la justicia “recuperó” ese campo porque Delgado no cumplía con las condiciones para ser colono. “Eso no es verdad”, dijo Lacalle Pou, y según se supo la discusión siguió después que se apagaron las cámaras.
En el tema seguridad, Lacalle se ocupó de plantear la liberación masiva de presos en el primer gobierno del Frente Amplio, mantener a Eduardo Bonomi como ministro del Interior, y el negarse a “aumentar las penas para los violadores”, que fue uno de los cuestionamientos de Lacalle Pou a Martínez, quien a la vez dijo que el programa de gobierno del Frente Amplio no lo mandata, sino que solo recomienda, y que lo que vale es lo que él disponga en caso de ejercer la Presidencia.
En Este sentido el candidato oficialista sin dudas lanzó una bomba a la interna del Frente Amplio, que se ha ocupado de machacar sistemáticamente con que tiene un programa único a seguir, con certezas, donde el candidato no es determinante y ahora resulta que su aspirante a presidente dijo que va a tomar lo que le parezca bien y dejar de lado lo que no.
Se comprometió a que no aumentará los impuestos, pese a lo que dice el programa del Frente Amplio de que se estudiarán cambios al IRPF y se promoverá un impuesto a las grandes herencias.
En propuestas, ambos candidatos en realidad reafirmaron lo que han manifestado una y otra vez en la campaña electoral y en entrevistas, sin grandes novedades ni sorpresas, como podía esperarse, más allá de algún intento de golpe de efecto para dejar al otro en blanco, pero sin grandes aportes ni contundencia evidente como para llegar al “nocáut”.
Para el soberano, para el indeciso, los insumos para la toma de decisiones no han sido muchos, por lo tanto, pero tal vez –y solo tal vez– como ocurre en el balotaje, el dilema del elector no es tanto a quién quiere para presidente, sino a quién o a quiénes no quiere gobernando el país; y aquí sí se podría mover la aguja en forma decisiva, aunque por ahora no se sabe hacia qué lado. → Leer más

Opinión

Recordar, actuar, prevenir

El tipo de movilidad vial que desarrollamos genera un gran número de muertes y lesiones graves cada año como consecuencia de los accidentes de tránsito, los cuales son muy difíciles de disminuir a pesar de los esfuerzos que se realizan tanto a nivel local, nacional o internacional.
La meta de un tránsito más seguro está presente en numerosos programas de acción que se desarrollan en estos tres niveles y es un objetivo deseado para nuestras sociedades aunque se requiere una conjunción de esfuerzos institucionales, empresariales y personales para superar los inmensos desafíos que esto significa.
Cada año 1,3 millones de personas fallecen en accidentes de tránsito en el mundo, lo que se considera una verdadera pandemia. A su vez, entre 20 y 50 millones de personas sufren traumatismos no mortales provocados en accidentes de tránsito y muchas de estas lesiones constituyen una causa importante de discapacidad.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, entre las tres principales causas de defunciones de personas entre los 5 y 44 años figuran los traumatismos causados por accidentes del tránsito. La proyección de estos traumatismos la harán convertirse en la quinta causa mundial de muerte con 2,4 millones de fallecimientos en el 2020.
Los latinoamericanos tenemos la tasa más alta de mortalidad a causa de los traumatismos por accidentes de tránsito. En nuestro país, cada 16 horas muere una persona en un siniestro de tránsito, afectando fundamentalmente a hombres (3 de cada 4 fallecidos son varones). La motocicleta y la no utilización de casco continúan siendo dos factores de riesgo más relevantes: más de la mitad de los fallecidos circulaban en una moto mientras que el 20% eran peatones, según un informe realizado por la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev).
Nuestro pequeño país tiene un promedio anual de aproximadamente 25.000 lesionados por siniestros de tránsito, cifra que equivale a la población de Pando, Rocha o Fray Bentos. De ellos casi 3.200 personas resultaron con heridas graves el año pasado.
A instancias de Naciones Unidas, el próximo domingo se conmemorará el Día Mundial de las Víctimas del Tránsito. En Uruguay, el acto central será frente al Anfiteatro del Río Uruguay, en Paysandú, organizado por la Red Nacional de Víctimas y Familiares de Siniestros de Tránsito.
De acuerdo a lo anunciado en ese lugar se dibujará el contorno del Uruguay y dentro de él, serán colocados 528 pares de zapatos representando cada uno a una de las víctimas fatales de siniestros de tránsito en 2018.
El acto en sí mismo y las demás acciones que se realicen en esta fecha en distintos lugares del país suponen una nueva oportunidad para que, como sociedad, reflexionemos sobre lo que representa este flagelo que tiene como consecuencias más visibles la pérdida de vidas humanas pero que también deja otras menos perceptibles que involucran la pérdida de calidad de vida de las víctimas que quedan con secuelas permanentes.
Las lesiones causadas por el tránsito provocan enormes costos para los individuos, las familias y la sociedad. Sobrevivir con secuelas un siniestro vial se ve reflejado en el corte abrupto de la vida productiva de las personas con consecuencias directas en su salud, su posición familiar –dado que en muchos casos son personas que pasan a estar en relación de dependencia– pero también representa un impacto para los países en términos de costos operativos de la atención y la recuperación en términos de salud.
Otro impacto es el costo acumulativo del sufrimiento, ya que cada año se agregan más personas afectadas y cuyo sufrimiento en ocasiones se agrava por la respuesta inadecuada a su pérdida. Por otra parte, está comprobado que además del dolor emocional y psicológico, la pérdida de un familiar puede llevar a una situación de gran estrés económico. En muchos casos, los costos de una prolongada atención médica llevan a una familia a la pobreza, la pérdida de uno de los contribuyentes al sustento familiar o de la ayuda económica adicional para cuidar de las personas con discapacidades.
Si bien los jóvenes son la franja de edad más afectada a nivel mundial, la siniestralidad vial atraviesa a todos los estratos sociales. Y lo más triste es que los accidentes de tránsito pueden evitarse.
En este sentido, se han identificado distintos factores que aumentan el riesgo de las lesiones, como la velocidad inadecuada o excesiva, la falta de uso de cinturones de seguridad y sillas protectoras para los niños, la conducción en estado de ebriedad, la falta de uso de cascos protectores por parte de los conductores de vehículos de dos ruedas, una infraestructura vial mal diseñada o insuficientemente mantenida y vehículos viejos, mal conservados o que no cuentan con dispositivos de seguridad.
Según Naciones Unidas, las normas y otras medidas impuestas para hacer frente a esos factores de riesgo han dado lugar a una disminución drástica de los accidentes de tráfico en muchos países. También se ha comprobado que los servicios de atención de emergencia para traumatismos son importantes para mitigar los daños de los accidentes viales.
En los últimos años en Uruguay se ha avanzado bastante en los aspectos normativos –aunque hay graves problemas de fiscalización en algunos departamentos– pero no así en la atención de la emergencia existiendo aún el gran problema de la atención de los siniestros viales en rutas, que no están cubiertas.
También hay mejoras en la atención a las víctimas que sobreviven con secuelas, a través de la asistencia, el acompañamiento y el apoyo en rehabilitación para la reinserción social y laboral. En este sentido, el Centro de Ayudas Técnicas y Tecnológicas del Programa Nacional del Discapacitado (Pronadis) asiste a muchas personas víctimas de siniestros en procura de mejorar su calidad de vida y ofrece asesoramiento integral y ayudas técnicas como sillas de ruedas, camas articulables o prótesis y además asesora sobre trámites como pensiones o las posibles soluciones arquitectónicas del propio hogar para mejorar la movilidad.
Son respuestas necesarias y siempre perfectibles pero el meollo de la cuestión es tratar que no ocurran los accidentes de tránsito. Una parte de la responsabilidad para evitarlos recae en cada persona por su simple condición de peatón o conductor de un vehículo. La otra cuota de responsabilidad implica contar con un sólido compromiso político con continuidad en el tiempo que incluya no sólo leyes sino también programas, estrategias y financiamiento para llevarlo a cabo.
Las acciones de memoria o performativas como la que tendremos en Paysandú el próximo fin de semana son importantes como recordatorio de los que ya no están y las causas de ello pero también deberían interpelarnos como sociedad para concientizaros y actuar en defensa del valor de la vida propia y de quienes nos rodean. → Leer más

Opinión

Deleznable es que artistas se presten al juego partidario

Una de las piezas publicitarias de la actual campaña electoral ante el balotaje que permitirá que la ciudadanía elija al próximo Presidente de la República, es protagonizado por artistas. El Frente Amplio promociona en canales de televisión la pieza de propaganda en la que aparecen figuras como Raúl Castro, Ruben Rada, Mónica Navarro, Luana La Princesita, Marcos da Costa, “Hache” Souza, Gerardo “El Alemán” Dorado, la sanducera Ana Prada y Los Olimareños, entre otros.
Agitan un futuro tenebroso y dantesco si el Frente Amplio pierde el Poder Ejecutivo y apelan a la filosofía de tribuna (nosotros somos los mejores, ellos los peores) que se resume en el “¡Uruguay nomá!” Precisamente por ser carácter esquemático –de no conocerlos– jamás se podría vincular a los protagonistas del spot con artistas, a menos que se acepte que el arte puede convertirse en un panfletarismo tonto.
Reconocemos la complejidad de opinar ante la aparición de esta pieza de propaganda en la medida que si se osare exponer sus debilidades, en el fragor de una campaña electoral que tiende a dividir a los ciudadanos entre buenos y pésimos, rápidamente podríamos ser catalogados como difusores de las virtudes de la otra opción a votar.
Nada más lejos de la realidad. EL TELEGRAFO es un diario profundamente republicano y para serlo es imprescindible que respete el libre albedrío de sus lectores, que no necesitan precisamente que desde estas páginas se les sugiera a quién votar. Ni ahora ni nunca. Tan republicano –orgullosamente– es este medio de prensa que fue la única tribuna que conceptuados dirigentes políticos de todas las tiendas partidarias tuvieron durante la dictadura militar.
Esa misma convicción republicana nos permite expresar nuestra posición, lo mismo que hace ese grupo de artistas que han prestado su imagen para fortalecer la campaña electoral del Frente Amplio. Lo primero que hay que indicar es la clara sumisión que exponen, aun cuando en el spot aparecen fieles a sus principios, lo que desde el colectivo de creadores se utiliza para legitimar sus acciones. Está lejos de ser la verdad. Muy pocos artistas a lo largo de la historia han podido defender su emancipación creativa. Primero fueron mecenas y posteriormente –en tiempos modernos– simplemente los cambiaron por el Estado providente, sometiéndose.
De otra manera que Los Olimareños expliquen qué sintieron cuando el 14 de enero de 2012 brindaron un concierto con entrada gratuita por el centenario de Atlántida, que le costó a todos los uruguayos –la mayoría obviamente no pudimos estar presentes– 221.300 dólares, que pagó Antel según resolución 1885/11 (acta 2410); dólares de 2012, por las dudas.
O los artistas que estos años han trabajado intensamente gracias a los fondos “concursables” del Ministerio de Educación y Cultura o a los apoyos de otros ministerios o de las empresas públicas. Eso es, precisamente, sumisión al Estado providente.
Guillem Martínez Teruel, escritor y periodista español expresa con claridad en su ensayo “CT o la Cultura de la Transición” –desde este punto de vista, porque ya saldrán a agitar otros fantasmas– “la cultura no se mete en política, salvo para dar la razón al Estado y a cambio el Estado no se mete en la cultura, salvo para subvencionarla, premiarla, o darle honores”. Un más que sutil control que las instituciones políticas ejercen en la creación, que se supone crítica y hostil a su absorción por el poder. Un mito. Construido tanto por artistas como por la clase política.
Cesar Brie, actor y director argentino que se exilió en Europa lo mismo que sus compañeros de Comuna Baires, amenazado de muerte por la Triple A –grupo parapolicial terrorista de extrema derecha gestado por el peronismo y parte del sindicalismo, la Policia Federal y las Fuerzas Armadas argentinas conectadas con la logia anticomunista Propaganda Due (P2)– sostiene que “todo tiene relación con la política, lo que no creo es que deba existir una relación entre arte y partido, eso es deleznable. Los artistas de partidos son los peores, los partidos políticos siempre van a terminar mintiendo”. En LaIzquierda Diario, del Partido de los Trabajadores Socialistas en el Frente de Izquierda, en Argentina –que nadie puede pensar en sus más esquizofrénicos sueños que es un medio de derecha– resalta que “el arte tiene que decir la verdad, el arte debe ser responsable. Y no debe ser partidario, porque el día en que el partido mienta, ¿qué hace el arte?, ¿miente también? El arte tiene que estar por encima y más allá de los partidos. Porque tiene que decir siempre la verdad, aun cuando es incómoda”.
Ciertamente este colectivo –¿se los podrá nombrar así o solamente rejuntados?– de artistas uruguayos tiene una visión diferente del arte. Demasiado diferente para ser creíble.
En el Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente, escrito en México en 1938 por André Breton, León Trotsky y Diego Rivera, se sostiene como premisa “total libertad en el arte”.
Y, por último para no aburrir –porque felizmente hay muchos grandes artistas que defienden el arte y no a un partido con la esperanza de ocupar mañana un lugar en el Ministerio de Cultura–, Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, destaca: “no creo que los artistas deban militar ni en iglesias ni en partidos políticos. Creo que los escritores debemos permanecer lejos de los partidos políticos, con esto no quiero decir que los escritores no tengamos ideas políticas. Creo que la militancia política no enriquece al escritor, por el contrario, lo empobrece. Cuando los escritores se han nutrido de consignas es cuando se ha perjudicado su obra”.
Cualquiera puede actuar como quiera dentro de la institucionalidad y claramente estos artistas uruguayos no han salida de ella. Pero creemos que se han equivocado crudamente. El público uruguayo no los respeta, no los sigue por sus ideas partidarias sino por su mayor o menor (porque en ese grupo hay de todo) talento. Es en su acción artística que el artista, como ha quedado claro en lo anteriormente indicado, hace política. Pero ahora se cae en la cuenta que dolorosamente –por lo que afirman– no se apoyan en un pensamiento crítico e independiente sino que en un “compromiso” dinosaúrico.
Así como se denuncia –y se seguirá haciendo– lo que hicieron las dictaduras militares de corte fascista, para que nunca haya olvido, no se puede dejar pasar esta barrabasada de este grupo de artistas uruguayos que expresan “compromiso” únicamente con una perspectiva ideológica (al resto que se los lleve Satanás) y que han confundido el arte con el panfleto. → Leer más

Opinión

El muro derribado por la libertad

Hace pocos días, más precisamente el 9 de noviembre, se conmemoraron los treinta años de la caída del Muro de Berlín; pero el hecho no se debió a problemas constructivos –en realidad era una especie de fortaleza moderna– sino que fue arrasado por los ciudadanos de la Alemania Comunista (paradójicamente llamada por sus constructores República Democrática Alemana (RDA), para liberarse del yugo de este régimen.
Un episodio extraordinario de la historia moderna, pero más que nada una lección que no debe olvidarse en ningún país del mundo, porque revela hasta qué grado se llega para tratar de imponer el pensamiento único, la conculcación de libertades, hasta que el pueblo explota en sus ansias de libertad y de librarse de los opresores, incluso hasta de los más crueles y que han utilizado sistemáticamente la represión como instrumento para acallar e infundir el miedo.
Y si bien ya hay más de una generación de por medio desde el momento en que cayó el muro, y mucha agua ha corrido bajo los puentes, hay todavía quienes se empeñan en distorsionar el mensaje que surge de estos hechos en cadena que se dieron en ese entonces, con la caída sucesiva de los regímenes comunistas del Este de la Cortina de Hierro, incluyendo al propio país de origen del régimen.
En este contexto, el Parlamento Europeo recordó el 80º aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial, haciendo hincapié en que el nazismo y el comunismo, con sus “asesinatos en masa, genocidios y deportaciones”, fueron los causantes de “una pérdida de vidas humanas y de libertad en el siglo XX a una escala hasta entonces nunca vista en la historia de la humanidad”.
Es decir, puso en el mismo nivel de crueldad, de intolerancia, de violencia y desprecio por la vida humana a los dos oprobiosos regímenes, “los fachos y los bolches”, en la jerga actual; y no es porque sí, pese a que unos y otros tratan de dorar la píldora y presentarse como corderos tanto en aquella deflagración mundial, como luego en la denominada Guerra Fría y en la actualidad. Es que al fin de cuentas ambas visones coinciden en una cosa fundamentalmente: que necesitan de la represión para sostenerse y se realimentan mutuamente. Cuando en realidad son la misma cosa: una expresión antidemocrática de violencia y desprecio hacia lo que hacen y piensan los demás, porque son los dueños de la verdad revelada.
El Parlamento Europeo, entre otros aspectos, advierte sobre la necesidad de “sensibilizar sobre los crímenes perpetrados por el estalinismo” y naturalmente, de lo que han hecho y siguen haciendo los regímenes que repican esta prédica, lo que tiene mucho que ver en perspectiva histórica con la caída del muro de la excapital de la Alemania Nazi y también con la reconstitución de la Alemania reunificada tras la implosión del régimen comunista de la RDA.
El muro había sido construido en 1961 y siguió ampliándose a lo largo de los años hasta constituir una verdadera muralla de hormigón armado, severamente vigilada por la policía política del régimen comunista, donde decenas de personas –incluso familias enteras– fueron asesinadas mientras intentaban cruzar hacia Berlín Occidental.
Por añadidura, la separación no sólo se dio a nivel político, sino sobre todo económico. La RDA fue perdiendo población a pasos agigantados, debido a la enorme prosperidad económica de la RFA (República Federal de Alemania), y es así que millones de personas se fueron mudando al territorio de Alemania occidental en busca de mejor posición económica, por lo que surgió la idea de levantar un muro que materializara dicha división.
Una vez que la República Democrática Alemana fue constatando la gran pérdida de población, en especial de figuras destacadas en el ámbito político, militar y social, decidió encarar medidas para impedir que ello siguiera ocurriendo.
Así, el 13 de agosto del año 1961 los dirigentes políticos de la RDA decidieron construir una barrera lo suficientemente extensa como para contener la emigración hacia la RFA. Comenzaron de forma inmediata, levantando una barrera hecha de alambre de unos 155 kilómetros de longitud, lo cual fue suficiente para detener el transporte entre las dos Alemanias. Sin embargo, más tarde se le añadieron ladrillos a la alambrada, haciendo la barrera más fuerte, y con una medida de unos 4 metros de altura, casi imposible de cruzar, se convirtió en lo que se conocería como el Muro de Berlín.
Debido a que se produjeron miles de intentos de escape de la prisión que llegó a representar la RDA, se decidió aumentar la seguridad del muro de forma que resultara realmente imposible superar. Se creó la famosa Franja de la Muerte que estaba formada por una serie de obstáculos de seguridad, tales como paredes con alambrada que activaban una alarma en las torres de control, obstáculos que impedían el paso de vehículos, alfombras con púas de acero de 14 centímetros, torres de vigilancia, efectivos militares acompañados de perros, soldados que patrullaban en vehículos, armas automáticas instaladas en las alambradas y una gran iluminación nocturna.
Pero pasó el tiempo, y el comunismo era solo una fachada indeseada que no daba respuestas a los alemanes, mientras sus excompatriotas occidentales eran el símbolo de la prosperidad. En el otoño boreal de 1989 las manifestaciones que exigían reformas democráticas y libertad para viajar se multiplicaban por toda Alemania Oriental. Miles de personas hacían colas en embajadas de países del Este para tratar de cruzar la cortina de hierro. Dentro del país, la presión popular había hecho mella y Erich Honecker, el secretario general del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED), había sido reemplazado el 18 de octubre por Egon Krenz, considerado más moderado y reformista.
Pero la presión popular, esa expresión tan manida desde la izquierda cuando se trata de llevar agua hacia su molino, no cesaba, pese a que el Comité Central del Partido Comunista optó por abrir un poco la válvula, de manera controlada.
En esa coyuntura, la idea de los dirigentes comunistas era que la gente pudiera empezar a viajar de forma ordenada en torno a la Navidad, y calculaban que en esa fecha miles de alemanes orientales podrían disfrutar de una apertura de fronteras como no se había visto hasta entonces. Pero siempre bajo el control de la RDA y sin que ello implicara la caída del muro. Sin embargo, en conferencia de prensa de autoridades de la RDA la información que se divulgó fue confusa y esa noche, el noticiario de la televisión occidental, el Tagesthemen, anunció solemnemente que “hoy es un día histórico. La RDA ha anunciado que las fronteras están abiertas para todo el mundo” y dio paso en directo a un enviado al pie del muro al que la gente empezaba a acercarse.
Luego llegaron las lágrimas, la euforia, las masas encaramadas al Muro y el “caos” de las ansias de libertad, con la multitud desbordando la pared símbolo de la opresión, del intento del régimen comunista de retener dentro de la ciudad a los berlineses que quería huir hacia occidente, hacia el “capitalismo” oligarca y opresor, tan denostado y temido.
Pero el pueblo quiso y pudo más, y no solo pasó por sobre el muro, sino que lo destruyó entre interminables manifestaciones de alegría. De él ha dejado solo pedazos, como testimonio hacia las siguientes generaciones de aquello a lo que nunca más quiere volver, de su repudio a los comisarios del pensamiento y carceleros de la libertad, a los que repiten mentiras una y mil veces y ni siquiera lo admiten, porque en su mesianismo siguen viviendo en su mundo de fantasía. → Leer más

Opinión

Las decisiones del próximo gobierno

Hace justo un año, el desempleo en Uruguay medía 8,5% y hace dos, se ubicaba en 7,7%. Sin embargo, este año y, particularmente, en el último trimestre subió a 9,2%. Solo setiembre registró 9,5%.
Faltan trece días para la segunda vuelta electoral y a los dos candidatos a la presidencia les consta que el trabajo junto a la seguridad y detrás, la educación, son los temas que más preocupan a los uruguayos.
Y fundamentalmente en el Interior, donde se estima que alcanza al 9,4%, si se toma en cuenta que Montevideo tiene 8,9% de desempleo. En los hombres, el problema afecta al 7,8% y en las mujeres trepa al 10,9%.
El ministro de Trabajo, Ernesto Murro, explicó que en esta medición no ingresan los registros de puestos de trabajo creados en UPM y la reapertura del Frigorífico Florida. Sin embargo, en los próximos meses seguramente entrará a afectarnos la crisis argentina por el lado del turismo, porque tal como vaticinan los operadores turísticos habrá menos argentinos veraneando en nuestro país, por lo que la tradicional zafra de la temporada demandará menos mano de obra en servicios. Es que si bien existen criterios dispares sobre su impacto, avizoran un dólar caro que hará más costoso a los argentinos veranear en Uruguay. Por lo tanto, las políticas públicas que encare el nuevo gobierno que asuma en el vecino país el 10 de diciembre, serán determinantes. Para ellos primero, pero también para Uruguay, que depende de los movimientos de piezas que hagan los dos grandes vecinos en el tablero económico.
La reciente devaluación en Argentina ya significó que nuestro país quedara 25% más caro y eso claramente afectará a la próxima temporada. Y el alcance del impacto más temprano que tarde se sentirá en todo el país, no solo en la costa atlántica, porque nuestros vecinos representan unos 500 millones de dólares en comercio de bienes y otros 1.600 millones en servicios. Y la “solución” no es tan sencilla como igualar el cambio con Argentina, porque para hacerlo deberíamos subir el billete verde un 20% más.
Como sea, al mercado uruguayo de trabajo le cuesta recuperar el terreno perdido y el deterioro es notorio en los últimos doce meses. Cuando crece el desempleo es porque más personas se volcaron en su búsqueda y los sectores de más amplio crecimiento, no generaron mayores fuentes laborales.
En este punto, debemos recordar el criterio internacional que utiliza el Instituto Nacional de Estadística (INE) para sus mediciones y no olvidar que si la semana anterior a la encuesta la persona entrevistada trabajó al menos una hora, entonces se los considera dentro de la población empleada.
Debido a eso habrá mucha gente que para la estadística no son desempleados, pero en los hechos no tienen trabajo estable.
De todas formas, es bien sabido que en el quinquenio hubo una pérdida de 50.000 puestos de trabajo correspondiente a las áreas básicas de la economía uruguaya.
Y aunque las sensibilidades están a flor de piel en tiempos electorales, no debe ignorarse que este gobierno se va con muy poco margen para negociar porque debe enfrentar un gasto público que continúa en aumento.
Y al fardo deberá sostenerlo el siguiente –quien sea que asuma– porque tendrá que debatir una reforma de la seguridad social con el BPS y las cajas paraestatales y resolver si encara un ajuste fiscal en torno a un punto del Producto Bruto Interno. Todo esto, con las perspectivas de un bajo crecimiento y un déficit fiscal cercano al 5%.
Tanto desde el oficialismo como de la oposición se reconoce que no debería aumentarse la carga tributaria porque ya no hay margen para hacerlo. De lo contrario, volverá a repetirse lo ocurrido en los últimos años y los trabajadores seguirán pagando por la compleja situación económica.
Y si bien el equipo económico le ha puesto todas las fichas a la futura planta UPM, ésta inversión no implica que necesariamente se se reduzca el déficit fiscal uruguayo y mejoren los indicadores del empleo.
Por otro lado, ahorrar o gastar menos, como lo plantea la oposición, puede producir una contracción de la economía que traerá aparejado un aumento de la conflictividad. Un aspecto que, de hecho, se dará tal como ocurre cada año de discusión presupuestal.
Además existen otros aspectos invisibilizados y que, también, enfrentará la próxima gestión porque después de marzo, Uruguay conocerá los fallos de dos juicios internacionales. Si los pierde, deberá disponer de millones de dólares para pagar a una empresa panameña (U$S 15 millones aproximadamente) con acciones en Pluna, que reclama responsabilidades ante el cierre de la aerolínea.
En forma paralela, se tramita el juicio iniciado por Aratirí (3.536 millones de dólares) y la española Acciona evalúa si lo hace por resultar descartada en la licitación internacional para la construcción del ferrocarril central. Sin dejar de mencionar todos los gastos que derivan de cada uno de esos juicios.
A modo de resumen muy escueto, hay que recordar que en Uruguay, además de las experiencias locales ya desarrolladas en esta página, se sumó el cierre de Colgate Palmolive, Isusa llevó adelante una reestructura laboral, El Maestro Cubano suspendió en forma temporal su producción, cerraron laboratorios, Fleischmann dejó de producir en el país y Lifan hizo una pausa, entre otras empresas que redujeron personal y operaciones o acotaron su producción.
Esto es consecuencia de las dificultades que enfrentan para competir en el exterior, pero también en el mercado interno es notoria la reducción de la capacidad de consumo del uruguayo medio, a partir de las dificultades del empleo y, por ende, de los ingresos disponibles.
A nivel global se observa con desconfianza las consecuencias que tendrá la guerra comercial entre China y Estados Unidos, fundamentalmente en los países emergentes y que ya llegó a estos lares. Por eso, en el próximo gobierno sus responsables deberán sincerarse y llegar a la ciudadanía con mensajes claros, porque la forma de comunicar los pasos a dar harán la diferencia entre las buenas decisiones personales o el enojo que sostuvo este quinquenio. → Leer más

Opinión

El club de la pelea de la Junta Departamental

También era noviembre. Hace ya seis años, en 2013. En sesión extraordinaria el 29 de ese mes y en ese año, cuando se consideraba solicitarle al entonces presidente José Mujica la condonación de la deuda de la Intendencia con la Dirección General Impositiva por concepto de impuestos correspondientes a los festejos de la 48ª Semana de la Cerveza, que se había desarrollado en marzo de ese año, sucedió.
Una palabra altisonante por aquí, un insulto por allá y pronto un edil (Luis Lopardo del Frente Amplio en aquel caso) le da un golpe de puño a otro (Gustavo Rezzano del Partido Nacional). Mucho más eficiente que el artículo 28 (de comunicación inmediata, que cierra una sesión), se terminó todo y el último que se fue apagó la luz.
En una reunión de comisión el 3 de abril de 2017, mientras debatían sobre la ampliación del presupuesto de la Junta Departamental, otra vez gritos destemplados. Y otra vez la violencia, cuando un edil (Marcelo Tortorella del Partido Nacional) le pegó a otro edil (Jorge Dighiero del Frente Amplio). Y claro, adiós reunión de comisión y derechito a la Seccional 1ª, a denunciar.
No hace mucho, el 14 de setiembre pasado en Colonia, durante el Congreso Nacional de Ediles otra vez el edil Tortorella fue acusado de insultos y agravios al presidente de la Junta de Paysandú, Hermes Pastorini.
El jueves anterior, durante el llamado a sala al intendente Guillermo Caraballo para considerar el estado de la flota de camiones, después que se desprendieran dos ruedas de un recolector no hubo violencia física pero si insultos, gritos y corridas. En la Junta Departamental de Paysandú.
Es cierto, la parte culminante de la elección nacional está muy cerca y probablemente por eso los ánimos están exacerbados, más propensos a la lucha electoral que a cumplir con el rol de edil departamental. Pero ese momento de furia vivido en el plenario fue en realidad una falta de respeto a toda la Junta y por extensión a la ciudadanía que debe representar.
Es cierto, no es la primera vez ni el único lugar donde los ediles se tornan violentos. También que en un mundo tapizado de guerras, explotación, trata de personas, crímenes dentro del hogar, el griterío en el plenario de la Junta tenga menos trascendencia.
También es cierto que en prácticamente todas las juntas departamentales hay enfrentamientos de menor y mayor cuantía. En agosto de 2017 en San José, los ediles Danilo Del Curti del Partido Nacional y Germán González del Frente Amplio se enfrentaron a golpes de puño fuera del edificio de la Junta Departamental. Solo para citar un ejemplo. Pero no hay consuelo de tontos, no sirven en este caso. Es imprescindible comprender la trascendencia de las juntas departamentales, el órgano legislativo de cada departamento, no un gallinero ni un club de boxeo o artes marciales.
La misión de los ediles departamentales es la de legislar, dictar decretos o leyes departamentales y resoluciones a propuesta del intendente o por su propia iniciativa. Los ediles ocupan sus bancas para velar por el respeto a los derechos individuales de los habitantes del departamento y aprobar el presupuesto del gobierno departamental. Asimismo para otorgar concesiones para servicios públicos locales, reglamentar espectáculos, promover la cultura y determinar la nomenclatura de calles y plazas entre otras actividades.
Y más allá de plenarios y comisiones es también el edil quien debe recorrer los barrios para conocer sus realidades, para tratar de darles solución o gestionar ante quien corresponda que se procure el beneficio de los vecinos.
No obstante, hace muchos años que se ha tornado un lugar de enfrentamientos, de ellos contra nosotros. El oficialismo defiende al hombre sentado escalera abajo, en el despacho del Intendente y la oposición reúne todo cuanto puede para atacarlo. Como si las bancadas fueran en realidad murallas, cada uno defiende no siempre el beneficio comunitario sino simplemente el bien partidario. La unidad del partido no se da solo en lo conceptual sino en el hecho que cada voto es imprescindible, por lo que en el acierto o el error, hay que votar en grupo. En manada.
Lo mismo ocurre con las intervenciones, siempre cargadas de ironías o de directos ataques al “otro partido” que precisamente por ser “los otros”, sus integrantes no tienen el beneficio de la certeza ni la razón.
Hechos como los sucedidos hace pocos días demuestran que los propios ediles departamentales no comprenden la esencia de su rol, pues no es a los gritos que se defiende lo que se considera verdad. Si para algo debe servir el recinto del plenario del legislastivo departamental es para el debate, defendiendo ideas, opiniones e intereses. Pero desde el respeto, desde la lealtad institucional que incluye el concepto que en el debate la posición del otro puede en realidad ser la más adecuada, la mejor.
Corresponde al sistema político reconsiderar con seriedad las causas por las cuales frecuentemente se convierte en escenario circense la Junta Departamental. Una de ellas, indudablemente, es que no todos quienes ocupan las bancas están preparados para hacerlo, porque no se trata de poner “punteros” o activistas políticos, sino a vecinos conscientes y decididos a trabajar por el departamento mucho antes que por el partido al que pertenecen.
No se trata de reproducir el juego de Batalla Naval donde lo importante es hundirle los buques a “los otros”. La Junta Departamental debe honrar al departamento a través de sus acciones, de sus proyectos, ideas y resoluciones que se tomen sin color partidario. Claramente es necesaria una preparación previa a la postulación, es imprescindible no solo conocer el Reglamento Interno sino además conocimientos generales que permitan pensar en soluciones a los problemas de los vecinos, que llegan a los ediles como la primera línea de acceso a las autoridades.
La Junta no puede ser un club de la pelea, tiene que ser un recinto que concrete soluciones a la población. Una vez que son electos adquieren un compromiso superior que con el partido al que pertenecen. Porque se espera que ejerzan sus cargos pensando en toda la población.
Tristemente –especialmente en los últimos años– siguen en una lucha de trincheras, método tan obsoleto de ataque y defensa que ha pasado al olvido, menos para los ediles sanduceros. Así les va, más allá que no escarmienten y que sigan en el “ellos contra nosotros” sin temor al ridículo. → Leer más