La mujer del César

En “Vidas paralelas”, Plutarco cuenta que un patricio romano estaba enamorado de Pompeya, la esposa de Julio César, y tal fue su enamoramiento que durante la fiesta de la Buena Diosa, una celebración a la que concurrían únicamente mujeres, se disfrazó de ejecutante de lira para ingresar a la casa. Una vez descubierto, fue juzgado y condenado por doble acusación de engaño y sacrilegio. Allí también, el César repudió a su esposa, a pesar de que no cometió ningún acto indecoroso ni de infidelidad, sino para que quedara claro que su mujer no bastaba con que fuera honesta, sino que también debía parecerlo. A partir de aquel momento, se aplicó la famosa frase, fundamentalmente en conductas políticas y en referencia a la imagen pública que se desprende de estos actores de relevancia social.
Los sueldos y partidas vigentes desde enero de 2017 en las Cámaras de Senadores y Diputados están disponibles a la consulta ciudadana. En tal sentido, se constata que el vicepresidente cobra un total nominal de $441.987, y los legisladores $221.187, sin embargo, no parece común la rendición de los viáticos que utilizan para sus viajes, aparte de sus salarios, bajo una costumbre que debería transformarse en una conducta republicana, antes de la aclaración de que no están obligados a hacerlo.
Y mucho más si se toma en cuenta que el Parlamento se apresta a la consideración de un proyecto de ley de Rendición de Cuentas, elaborado “sobre la base de la austeridad y de una rigurosa cautela fiscal”, según la definición del vicepresidente Raúl Sendic. O mejor aún, a las explicaciones del titular del equipo económico del gobierno, Danilo Astori, que todo el tiempo refiere a la incidencia del gasto público en el papel de la demanda sobre la oferta, que también afecta a las presiones inflacionarias. Antes de la presentación de la iniciativa, aclaró también que la situación del país es controlable, siempre y cuando se tomen las medidas necesarias para mantener y consolidar la estabilidad que logró el país.
Sin embargo, así como el Poder Ejecutivo establece una necesidad de control del gasto, otro de los pilares de la vida democrática, como el Poder Legislativo, debe guiarse dentro de los mismos parámetros para que no exista una contradicción entre una mayoría que legisla y esa misma mayoría que gobierna.
Pero lo cierto es que la Cámara de Diputados otorgó 109 partidas para viáticos y un total de 67 partidas no registraron devolución del dinero en el período comprendido desde enero a junio. Las cifras oficiales señalan que hubo una erogación de U$S 150.655 y un reintegro de U$S 7.713 por viajes al exterior y si bien los legisladores no están obligados a presentar boletas, cada uno entrega una nota sumarial que no necesariamente detalla los gastos realizados.
Y así existen viajes de todo tipo que pasan por las simpatías políticas, como por ejemplo el efectuado por la diputada del MPP Lilián Galán a Milagro Sala en Jujuy, o traslados de una comitiva al mismo lugar y duración en el tiempo, pero que al retornar al país, algunos devolvieron dinero y otros, no. Una vez conocidas las cifras, el diputado del MPP Alejandro Sánchez dijo que hay legisladores con “un doble discurso, porque se preocupan mucho por las tarjetas corporativas, pero no porque cada vez que salen del país, se llevan un montón de dólares en el bolsillo que nadie controla”, y también es verdad. Pero más que una inquietud por posicionar estos temas desde la corrección política, existe una preocupación ciudadana toda vez que se conocen las cifras. Incluso bajo la explicación de que hay diputados y senadores que perciben grandes descuentos que van para sus filas políticas, porque entonces significa que el erario público, o la plata de todos, financia –indirectamente– a sectores partidarios que se guardan el dinero para futuras campañas políticas o para sostener su orgánica.
Para la senadora Lucía Topolansky, el financiamiento de los partidos y las declaraciones juradas de los funcionarios deben ser públicas, no obstante, por ahora y hasta que ocurra lo contrario, los senadores y diputados de Uruguay no están obligados a devolver ni a decir en qué se gastaron la plata de los viáticos.
Paralelamente hablarán de austeridad y cuidado del gasto, como si ellos no formaran parte del uso de los dineros públicos, pero sí del doble discurso que nos permite desde el lado de afuera de una venta de Internet observar este comportamiento bastante liberal.
Y como no están obligados a rendir cuentas, en esa nota sumarial que presentan a su regreso, cualquier cifra es buena para atestiguar el gasto de su viático e incluso los destinos o las razones para viajar, por ejemplo, a un “Foro Internacional Humanitario en Azerbayán”. Aunque se fijen parámetros internacionales para estos gastos, en un país pequeño cuyo parlamento se conforma por 99 diputados y 30 miembros en el Senado, la información no resulta transparente. Es que, en relación con el aporte ciudadano, Uruguay se ubica en primer lugar en cantidad de legisladores y de gasto legislativo por habitante, según un informe presentado en 2015 por el Centro Regional de Estrategias Económicas y Sostenibles.
Claro que el tema no es nuevo, sino que simplemente se reitera y la tendencia se mantiene. Nuestros legisladores han devuelto menos del 10% de los viáticos en los pasados seis años y esto en plata significa que de un total de dos millones de dólares, solo devolvieron 185 mil dólares.
Por eso es que la independencia de los tres poderes sustenta a una república de iguales y aunque uno no controle a otro, se rige –antes que por sentido común— bajo la conducta ética que no permite decir una cosa y hacer otra. En todo caso, el oficialismo y la oposición en cualquier administración manejarán dineros públicos y privilegios que, en comparación con otras retribuciones personales del resto de la ciudadanía, no serán tan iguales al momento del contralor. Y aunque el legislativo no legisló para sí mismo y goza de un vacío sustancioso, la mujer del César deberá comprender que la honestidad no merece una doble lectura porque su imagen de transparencia no se aprecia por los micrófonos, sino por sus actos.