Solo las acciones coordinadas permitirán preservar la riqueza ganadera regional

Si bien el reciente pronunciamiento del Mercosur respecto a la situación en Venezuela ha tomado mayor trascendencia debido a su proyección internacional, recientemente también se han adoptado pronunciamientos en el ámbito del bloque desde el punto de vista del escenario productivo de los países integrantes, que tienen real significación.
Nos referimos a la declaración que diera a conocer la Federación de Asociaciones Rurales del Mercosur (FARM) en la Expo Palermo, que tuvo lugar en Buenos Aires, acerca de la situación de la aftosa en la región.
Señalan las asociaciones adherentes que tras varios años de esfuerzo de un sistema de alianza público-privada pensada para controlar y erradicar la fiebre aftosa en los países de la región, se hace imperiosa la necesidad de revisar las acciones, metodologías y roles institucionales, “dadas las sucesivas reemergencias de esta enfermedad, que nos convoca al replanteamiento de metas con indicadores y objetivos que sean verificables. Además resulta indispensable hacer un seguimiento constante del cumplimiento de dichos objetivos a través de una auditoría y un control sostenido”.
Al dar cuenta de la reemergencia, indudablemente los técnicos del Mercosur refieren a que si bien se ha estado ante focos y empujes episódicos durante décadas, la aftosa es una enfermedad endémica en la región. Ello ha condicionado que la producción cárnica pueda mejorar su precio de venta en los mercados internacionales, desde que hay lugares en los que han fallado los controles y no se ha actuado por los organismos y gobiernos correspondientes con la responsabilidad del caso.
Ante este escenario que tantos problemas nos ha traído, el último de los cuales fue la crisis de 2001 en Uruguay por el contagio de la fiebre aftosa desde países vecinos, se ha creado el Plan Hemisférico para la Erradicación De la Fiebre Aftosa (Phefa), que fijó metas y zonas para los países de la región, con el objetivo de que en 2020 se pueda llegar al control de la fiebre aftosa en todo el territorio sudamericano.
Las asociaciones rurales involucradas, reunidas en la Expo Palermo, consideran que avanzar hacia esas metas exige “una estrecha, firme y transparente participación de los sistemas sanitarios de cada país, así como una responsable contribución de los organismos regionales e internacionales en la articulación de dichas acciones, y desde el punto de vista político y económico, es menester garantizar los recursos y fidelidad de la información, circunstancias indispensables para la toma de decisiones”.
Precisamente en este punto es donde entra a tallar en forma contundente la asunción de responsabilidades y cumplir los compromisos, porque durante años se ha practicado en algunos países un ocultismo cómplice para no compartir información, jugándose a que se podría limitar el daño sin que trascienda hacia los mercados compradores, y lo único que se ha logrado es potenciar el daño, precisamente, haciendo que focos que podían haber sido controlables en poco tiempo mediante una acción coordinada y compartida, asumiendo responsabilidades, se proyectaran como un dominó a extensas regiones y terminara por generar un caos desde el punto de vista sanitario.
Lo reconoce la federación al señalar que “nuestros países tienen una valiosa experiencia –aunque dolorosa– adquirida durante la epidemia ocurrida en los años 2000/2001, pues ella marcó la señal de alerta de la imperiosa necesidad de un tratamiento regional si se busca lograr objetivos mancomunados”.
Es que en un subcontinente que tiene en la producción basada en recursos naturales la piedra angular de su economía, una de las premisas básicas es preservar y potenciar estas ventajas comparativas, más allá de que es preciso poner énfasis en priorizar el agregado de valor a esta producción para generar trabajo y riqueza dentro de fronteras, como fase impostergable.
Pero para avanzar primero hay que consolidar lo que se tiene sobre bases firmes y actuar, si bien pragmáticamente, sobre realidades y lo que enseña la experiencia en cuanto a fortalezas y carencias, para potenciar las primeras y hacer lo posible por superarlas en este último caso.
Este procedimiento es válido para todas las experiencias pero en este caso el tema central de la reflexión tiene que ver con la producción de carne, y sobre todo la coordinación de acciones por encima de fronteras, en tanto la región, mal que nos pese, desde los mercados es vista como un todo y cuando estalla la alarma por tal o cual amenaza la primera medida es suspender importaciones, para luego ir viendo qué pasa caso por caso.
Tras el serio golpe de la crisis de 2001 por la extensión de la aftosa, surgió recientemente una serie de focos en Colombia, que a juicio de la Phefa provocó “una seria afectación a la credibilidad y previsibilidad de la situación sanitaria regional, puesto que se demostró la escasa y tardía gestión de los datos, que ocasionó la rápida difusión de la enfermedad por todo el territorio del país, y ha sembrado dudas sobre la eficacia del servicio colombiano”, lo que realmente no es novedoso y no se aplica solo a Colombia, sino que lamentablemente es extensible sin cortapisas a países vecinos.
Tras detectarse focos en Colombia en julio pasado, varias naciones vecinas, como Panamá, Chile, Ecuador y Perú, cerraron las puertas las a exportaciones ganaderas ese país.
A estos se sumó Rusia, principal destino de las exportaciones de carne colombiana, a donde se vende casi la mitad del total que va al exterior.
En Rusia, el Servicio Federal de Control Veterinario y Fitosanitario anunció un embargo provisional sobre la importación de animales vivos y productos de origen animal desde Colombia.
Ya los perjuicios para la economía colombiana son de magnitud, por cierto, a cuenta de mayor cantidad, lamentablemente, y es en este panorama que debe contextualizarse la intención de Brasil o por lo menos el anuncio del país vecino, hace unos meses, de dejar de vacunar contra la fiebre aftosa, y pasar al estatus de exportador libre de aftosa sin vacunación.
Lo advierte la federación, cuando señala que “si bien en la región se proponen cambios sustantivos, como el levantamiento de la vacunación para obtener status de país libre sin vacunación, consideramos que no se ha evaluado objetivamente la factibilidad técnica, el costo/beneficio y el impacto sanitario en todos los países sudamericanos”, habida cuenta de que “las experiencias vividas, caracterizadas por decisiones políticas sin sustento técnico y económico, han sido reprochables”.
Y a buen entendedor pocas palabras: no están dadas las condiciones para que en el Mercosur haya una interrupción de la vacunación contra la fiebre aftosa en este momento, por falta de medidas de salvaguarda ante cualquier contingencia que pueda aparecer, por lo cual se debería seguir vacunando hasta que se cuente con los presupuestos para enfrentar cualquier tipo de incidente sanitario que pueda ocurrir. Es que hay mucho más para perder que para ganar si no se asume la realidad de la región.