Editorial de El Telégrafo sobre los temas que más importan en el mundo, Uruguay y Paysandú en particular.

Una experiencia piloto para la situación de calle
Mañana, martes, la Intendencia de Canelones iniciará un programa piloto que implementará un dispositivo de control urbano. Recorrerá la ciudad de Las Piedras junto al Ministerio del Interior, educadores sociales y otros actores, con el objetivo de derivar a las personas en situación de calle a diferentes dispositivos del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) o de ASSE, además de proceder con la limpieza del espacio público.
Las estimaciones oficiales indican que en dicha ciudad canaria hay al menos 500 personas que duermen en la vía pública. Según la intendenta Gabriela Garrido, el propósito del operativo es “invitar a las personas a retirarse” para poder limpiar plazas y veredas. En entrevistas posteriores, la intendenta aclaró que la medida busca respetar los derechos de las personas en situación de calle, “pero también los derechos de los vecinos a tener veredas limpias, plazas ordenadas y poder circular con tranquilidad por la ciudad”.
Si una persona se niega a retirarse, la Intendencia podría aplicar la ley de faltas, derivando el caso a Fiscalía. En caso de que se aplique la ley, la persona deberá realizar trabajo comunitario; si no lo hace, se le podría imponer un día de cárcel.
La medida, que puede resultar polémica dependiendo de quién opine, ha sido discutida en el ámbito parlamentario con diferente intensidad y discrepancia. Por esta razón, el avance en una solución ha sido lento, ya que las discusiones continúan realizando diagnósticos ya conocidos y reiterados. Se repite, por ejemplo, que se trata de un fenómeno multicausal, relacionado con el consumo problemático de sustancias, las dificultades en salud mental y la situación de las personas que abandonan las cárceles sin vínculos familiares que los sostengan.
Esto ya es conocido por la comunidad. Lo que se observa es la falta de soluciones ante una problemática que crece y se transforma en conductas que generan riesgos de convivencia.
Es crucial reconocer que la asistencia a las personas en situación de calle no debe ser exclusivamente médica, sino también social. Por ello, se han sumado colectivos multidisciplinarios con resultados dispares, mientras, como se ha reiterado, el trabajo efectivo será interinstitucional, ya que un solo organismo estatal no podrá enfrentar este problema con éxito.
Mientras se discute la forma de abordar la situación, el fondo de la cuestión es aún más profundo. El narcotráfico sigue avanzando en el país, impulsado por una creciente demanda ante una oferta cada vez mayor en Uruguay. El problema de las adicciones es tal que no se llega a visualizar al país como uno de los principales consumidores de cocaína, por ejemplo.
La Junta Nacional de Drogas depende de la Prosecretaría de Presidencia, dirigida por Jorge Díaz. El exjuez y exfiscal de la Nación comentó en una entrevista con VTV que ese organismo tiene dos funciones: “trabajar en la reducción de la oferta y en la reducción de la demanda”. Mientras tanto, en Uruguay se lleva años gestionando la “reducción de riesgos y daños” mediante programas específicos en fiestas y eventos donde el consumo de sustancias aumenta.
El énfasis, según el jerarca, estará en la atención del consumo problemático, con la participación de todo el Sistema Nacional Integrado de Salud. Para ello, será necesario dotar al sistema de los recursos económicos, humanos, logísticos y edilicios que no fueron tenidos en cuenta en las últimas décadas, cuando el problema aumentó.
El punto de inflexión está en el mensaje: ¿cómo hablar de algo que hace daño a la salud y la vida de las personas, pero que, a su vez, es suministrado por el propio Estado? El actual gobierno se ha comprometido a llevar adelante una campaña de prevención, pero este aspecto no tendrá un impacto inmediato en las comunidades, ya que se comienza tarde. Existe una tendencia a reclamar por el tratamiento sin haber pasado previamente por la prevención, porque las campañas de bien público no han considerado adecuadamente el tema de la drogadicción ni la situación de calle.
El año pasado, el Mides contabilizó más de 4.000 personas en situación de calle. De ese total, más de 1.200 viven fuera de Montevideo, lo que representa un aumento del 30% con respecto a 2023.
En el área metropolitana, la problemática tiene mayor visibilidad debido a que esta población pernocta en las zonas costeras, que son también las más visitadas por turistas y uruguayos residentes en el exterior. Estos últimos comentan sobre el notorio incremento de campamentos en espacios públicos y barrios céntricos.
Esas observaciones no pasan desapercibidas, porque en este país la población no crece significativamente, no hay grandes cifras de desempleo ni mayores grietas sociales, según las estadísticas oficiales. Por eso, coinciden los comentarios que apuntan a las opciones personales que llevan al consumo problemático de sustancias, lo que evidencia profundas necesidades de atención en salud mental.
Esta forma de convivencia no es sostenible y está generando problemas entre los residentes de los barrios y quienes pernoctan en diversos espacios. Las autoridades de gobiernos sucesivos han dejado pasar el tiempo, y hay quienes todavía se ven afectados por un fuerte lirismo. Son quienes intentan confrontar contra el estigma, la segregación o la denominada “criminalización de la pobreza”, cuando esa discusión ya está superada.
Los tiempos electorales son claves para aprovecharlos con acciones positivas. Lo importante es que quienes tienen bajo su responsabilidad el espacio público, como las intendencias, impulsen tareas que mejoren la convivencia. Es su incumbencia tomar decisiones y aplicarlas sin mayores explicaciones, porque las poblaciones de las ciudades lo exigen.
Deben hacerlo en colaboración con otros organismos, como el Mides, el Ministerio del Interior y organizaciones de la sociedad civil que ya tienen experiencia en el tratamiento de las adicciones en comunidades más pequeñas, como las de origen religioso. Si no se vela por el bienestar de la sociedad en su conjunto, se perderá de vista el concepto de “los más desprotegidos”.