Una discusión que se viene

A raíz de la cantidad de denuncias de caza, captura, tenencia y tráfico de animales nativos, la Dirección Nacional de Medio Ambiente convocará en los próximos días a las organizaciones de la sociedad civil, organismos de todos los niveles de gobierno vinculados con la temática, la academia, representantes del sistema educativo, empresas de turismo y agrupaciones de cazadores para iniciar un proceso de discusión más profundo.

El anuncio de las autoridades llega luego de una serie de situaciones de caza ilegal o comercio ilícito de animales que han puesto al rojo los mecanismos de denuncia y determinado intervenciones que terminaron con personas ante la Justicia y varios procesados.

En este marco, tuvo gran repercusión nacional el caso de los cazadores de pecaríes procesados en Paysandú.  Como se informó, pocas horas después de que la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) anunció la liberación de 100 ejemplares de la especie Pecari tajacu (pecarí), considerada extinta en Uruguay, comenzaron a circular en las redes sociales imágenes de perros cazándolos.

Casi cien años después de la desaparición de este animal, en un esfuerzo conjunto entre la Dirección Nacional de Medio Ambiente y el bioparque M´Bopicuá a través del “Proyecto de reintroducción experimental del pecarí de collar en Uruguay”, fueron liberados al medio silvestre un centenar de estos animales. Esto fue posible luego de un trabajo de recuperación de la especie en cautiverio, lo que llevó nada menos que 17 años.

Sin embargo, como fue de público conocimiento de todo el país, casi de inmediato, cazadores furtivos publicaron en redes sociales imágenes de perros en caza de ejemplares de esos animales.  El director nacional de Medio Ambiente, Alejandro Nario, condenó el hecho de que “la población no entienda la importancia de poder recuperar nuestra diversidad y que se apele a esa barbarie como diversión, porque es algo que nos genera mucha frustración y malestar”. El jerarca resaltó la coordinación con la Policía y la sociedad local, que permitió efectivizar el operativo y ubicar a los tres cazadores en cuestión, requisarles las armas, los vehículos, los perros y las heladeras en las que guardaban la carne de estos animales.

El hecho es, a todas luces, realmente lamentable y condenable. Y si alguien se pregunta todavía cuál es la importancia de esta especie y su interés en la reintroducción al medio silvestre, la respuesta es que este primo de los cerdos –herbívoro, sociable y que vive en grupos en pastizales abiertos o bosques— cumple diversas funciones en el ecosistema que habita. Por ejemplo, al alimentarse de frutos, es un dispersor de semillas y mientras busca alimento, airea y remueve el suelo, razón por la que se lo conoce como el “animal que hace senderos a través del bosque”.

La realidad es que muchas especies de fauna no están siendo utilizadas de forma sostenible, y en el caso de Uruguay más del 30% de las especies presentan algún grado de amenaza.  El comercio internacional de vida silvestre es otro problema.

Se estima que este tipo de tráfico mueve millones de dólares anualmente en el mundo y afecta a  cientos de millones de especímenes de animales y plantas. Se trata de un comercio muy diverso que incluye desde animales y plantas vivas hasta una vasta gama de productos de vida silvestre, como productos alimentarios, artículos de cuero de animales exóticos, instrumentos musicales fabricados con madera, artículos de recuerdo para los turistas y medicinas, entre otros.

Uruguay fue un país pionero –el noveno país del mundo y el tercero en la región– en ratificar la CITES de 1973, que hoy comprende 183 países y cuyo objetivo es reforzar la cooperación internacional para velar para que el comercio internacional de especímenes de animales y plantas silvestres no constituya una amenaza para su supervivencia.

En nuestro país tenemos 910 especies, sumando peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos, que cumplen un rol en los ecosistemas y ofrecen múltiples beneficios como fuente de medicinas, alimento, por su contribución al control de plagas o para la recreación y el turismo. La lista de especies protegidas por CITES en Uruguay asciende hoy a 134 especies de fauna y numerosas especies de flora.

La caza furtiva y el comercio ilegal de especies son temas que, por ley, les compete a varias autoridades, tales como la Policía, Aduanas, Prefectura Nacional Naval, ministerios e inspectores de fauna, quienes pueden y deben realizar controles y prevenir y reprimir ilícitos.

El apoyo de la sociedad civil organizada también está dando sus frutos, en particular en el caso de las oenegés que trabajan por el cuidado del medioambiente y la biodiversidad.  Recientemente, por ejemplo, este tipo de organizaciones colaboró con la Policía y la Dinama en los operativos contra la caza ilegal de pecaríes ocurrida en Paysandú y también contra el tráfico  ilegal de más de 20 especies de aves en Fray Bentos.

El uso de redes sociales también hace su aporte gracias la inconsciencia o ignorancia de quienes infringen la ley y se vanaglorian de ello publicando las imágenes que luego los condenan. En este sentido, la Dinama informó que los cazadores de pecaríes pudieron ser detenidos por la difusión de videos de este tipo.

En un tema donde es prácticamente imposible que el brazo controlador del Estado llegue hasta los lugares donde se practica la caza ilegal, el control social es un elemento a tener en cuenta. Ahora, ante la cantidad de denuncias que se están recibiendo por caza, captura, tenencia y tráfico de animales nativos, la Dinama realizará una convocatoria amplia a la sociedad civil, el gobierno, la academia, empresas de turismo y agrupaciones de cazadores para comenzar un proceso de discusión sobre el tema, que podría llevar a nuevos acuerdos y regulaciones e, indudablemente, a la discusión sobre la necesidad de legislación en materia de delitos ambientales.

En un momento en que se ha avanzado mucho en materia de áreas protegidas y en el que también se están destinando dineros públicos para iniciativas de protección ambiental y el turismo de naturaleza, hay prácticas que necesariamente tendrán que irse erradicando.  Cada vez más uruguayos están tomando conciencia que la conservación de la flora y la fauna no es un mero eslogan o un ideal asociado con una visión poética de la naturaleza. Es una necesidad porque ellas contribuyen de muy diversas maneras con aspectos ecológicos, genéticos, sociales, económicos, científicos, educativos, culturales, recreativos y estéticos del desarrollo sostenible y del bienestar de nosotros mismos.