Más afiliaciones y cobertura, pero con dudas en la sustentabilidad

Con aire triunfal, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, destacó los números de cotizantes al sistema de seguridad social de nuestro país, lo que significa la regularización de la situación de miles de personas que a la vez de incorporarse a la legalidad, adquieren cobertura en la gama de servicios que se brindan en esta área. Murro, al resumir el escenario que ha identificado en números el gobierno, reflexionó entre otro aspectos que “hasta 2005, en Uruguay nunca se había superado el millón de afiliados a la seguridad social y a partir de esa fecha y por primera vez en la historia, se llevan seis años cercanos a 1.500.000 puestos cotizantes” en el Banco de Previsión Social, y a la vez complementó el secretario de Estado que en el mismo período, “el salario real aumentó un 55% por encima de los precios”.
Observó asimismo Murro que si se analiza el período histórico de los últimos 12 años, “nunca hubo tanta gente trabajando y estudiando en Uruguay ni tantos registrados en la seguridad social y con derechos, como jubilaciones, seguro de paro, licencias por maternidad, asignaciones familiares”.
Amplió en el marco de este detalle que “más del 95% de los mayores de 65 años está cubierto con jubilaciones y pensiones y que el 80% de la población en edad de trabajar está cubierta por la seguridad social”, a la vez que en un país con 3.400.000 habitantes, se incorporaron 550.000 personas a la seguridad social.
Citó a modo de ejemplo, que “en el sector más importante del país, que es Industria y Comercio, hace una década había registradas 450.000 personas y hoy son 800.000”, mientras valoró que “en 2004 había 38.000 trabajadoras domésticas y hoy están registradas unas 75.000”.
Complementó números señalando que “en el sector de la construcción, de 2004 a la actualidad, hay más del doble de registrados” y trajo a colación que en 2005 había tasas de desempleo de entre el 12 y el 15%, y en 2002-2003, de un 20%, a la vez que últimamente este registro está entre el 7 y el 8%.
El secretario de Estado hizo referencia además al nivel de las prestaciones, y consideró que “en 2005 se comenzó con jubilaciones y pensiones que a valores de hoy estaban entre 800 y 1.200 pesos, se llevaron a 3.600 pesos en 2007 y actualmente están en 10.000 pesos, a la vez que se triplicó el valor real de las pasividades mínimas”.
Agregó que solo un 20% de los jubilados y pensionistas de Uruguay cobran ese mínimo, a diferencia del resto de los países del continente y que por eso el país está en el primer lugar de protección social.
Bueno, más allá de revalidar declaraciones y conceptos de carácter refundacional que tienen algunos de los integrantes del partido de gobierno, como si todo lo anterior hubiera sido catastrófico y el país recién naciera como tal a partir del advenimiento de los gobiernos de izquierda, Murro no pinta en esta referencia todo el cuadro de la seguridad social y el escenario socioeconómico del país.
Si bien es a todas luces positivo y necesario que se mejore la cobertura en seguridad social y la regularización en todos los sectores de actividad, de lo que se trata al fin y al cabo no es de tener pantallazos y períodos en los que el escenario revele mejoras, sino tener configurado un esquema de sustentabilidad para consolidar estos números y proyectar una tendencia que pueda sostenerse por encima de los avatares de la economía local e internacional, de la que el Uruguay es altamente dependiente.
Y es en este aspecto en el que hay que poner énfasis, porque para que se den estos números que menciona Murro, que no tienen por qué ser cuestionados en su veracidad, se han conjugado factores que sí son responsabilidad y consecuencia de políticas de gobierno, con factores exógenos como una década con un entorno internacional muy favorable para la economía de los países con producción primaria, como el nuestro. También incidió en gran medida el desastre de los gobiernos kircheneristas en Argentina, que expulsaba capitales a escalas astronómicas, y Uruguay fue el primer gran receptor de esas inversiones. Y un tercer factor que impulsó la economía uruguaya –así como la de toda Latinoamérica—fue que las tasas de EEUU se mantuvieron en valores cercanos a cero, por lo cual los capitales de todo el mundo buscaron esta región para invertir. Por lo tanto, si bien las cosas se hicieron mucho mejor que en otros países de la región, en gran medida el crecimiento explosivo del Uruguay en la década 2005 – 2015 se las debemos a una conjunción de factores que difícilmente se vuelvan a dar en un futuro cercano. El gran desafío, con esta corriente favorable, debió centrarse en aprovechar al máximo la coyuntura que se extendió por más de una década y generar infraestructura para tratar de sostener en el tiempo un esquema favorable para transitar sin mayores sobresaltos pruebas posteriores de altos y bajos en la economía mundial.
Por lo tanto, es plausible que se haya puesto énfasis en la regularización de trabajadores de sectores de actividad en los que históricamente se ha registrado una fuerte subafiliación, lo que ha conspirado contra los potenciales beneficiarios y la salud del sistema. Así, se ha pasado de un margen de evasión, de trabajo en negro, que ha orillado el 40 por ciento en el sector privado, a situarlo por debajo del 20 por ciento promedial, lo que está dentro de parámetros aceptables para lo que es el escenario histórico del país y sobre todo ante el factor cultural del subcontinente latinoamericano.
Por lo tanto, tiene razón Murro al señalar la proyección de que se esté durante seis años con un millón 500.000 cotizantes en la seguridad social y por lo tanto con un mayor número de beneficiarios, así como haberse elevado las prestaciones mínimas, con su indudable proyección social en miles de familias. Pero por otra parte más allá de estos números, y el factor beneficioso de la regularización, estamos en un país caro para pasivos, trabajadores y empresarios, porque nada es gratis en la vida, y cuando se elevan aportes, la necesidad de mayor recaudación a la vez funciona como efecto dominó en todos los costos, y se está por lo tanto ante una rueda que gira más aceleradamente. Ello, entre otros aspectos, se traduce en una caída en la competitividad de nuestros productos de exportación ante países que trabajan con otros valores y eficiencia.
Por lo demás, lejos de reducirse los costos del Estado, estos superan con creces todo esquema racional, y gran parte de los aportes y esta regularización a que refiere Murro se vuelca a sostener el funcionamiento de este Estado, de su burocracia más que las inversiones y servicios, de muchos “curros”, sin crear riqueza sino aprovechándose de la que genera la inversión y el trabajo del sector privado. Además es preocupante que con tales números el déficit del Banco de Previsión Social siga aumentando su déficit, lo que vuelve a poner a prueba al sistema porque ahora no se trata de que las cosas no funcionan debido a una alta evasión de las empresas, sino todo lo contrario, ocurre cuando ya en gran medida estamos en un margen “normal” irregularidad que va a ser muy difícil de mejorar.