“Hacé la tuya”

Los funcionarios judiciales están divididos. Eso permeó en la última asamblea que resolvió por mayoría que continuarán las negociaciones con el gobierno para el cobro de la deuda proveniente de una iniciativa legislativa considerada en 2011, que resultó por el “enganche” de todo el sistema judicial.
En aquel momento se generó el conflicto ante los incrementos salariales para los ministros de Estado, que de forma indirecta generaba aumentos en los sueldos de los ministros de la Suprema Corte, equiparados por otra ley. Paralelamente, los salarios de jueces y funcionarios del Poder Judicial se basan en los ajustes que reciben los ministros de la Corte. Todo ese “enganche” hoy asciende a unos 70 millones de dólares y el gobierno ha pateado la pelota hacia adelante con nuevos artículos (Nº15 de la Rendición de Cuentas) y otros mecanismos, con intervenciones de la Suprema Corte de Justicia y llamados a la reflexión y cautela por el Poder Ejecutivo. Es así que el sindicato rechazó el mantenimiento de las paralizaciones, si bien se movilizaron el lunes con reclamos directos ante las dilaciones del gobierno, a pesar de que deberá adoptar una decisión inminente y la verdad es que no le queda otra que pagar.
Lo cierto es que el sindicato de los judiciales parece que está solo, ante la falta de marchas organizadas por el Pit-Cnt en apoyo a un reclamo justo, si se toma en cuenta el razonamiento. Sin embargo, pudo más la porfía y falta de cuidado a la hora de estudiar los alcances de una ley en el ámbito parlamentario y los resultados están a la vista.
Así como van por su lado los judiciales, van otros por el suyo, con poco apoyo y consecuencias similares, porque los argumentos de llegada a la población escasean, al tiempo que el poder de convencimiento hacia la interna de los colectivos pierde fuerza. Mientras, resulta menos oneroso no adherirse que unirse a la protesta.
No es difícil conocer el resultado de la adhesión a los paros en Paysandú o las convocatorias a las marchas o actos en conmemoración del 1º de Mayo, donde encontramos a “los mismos de siempre”. Claro que tiene todo el amparo constitucional y se realiza bajo amplias libertades, pero hoy se ha transformado en una herramienta de presión política, promovida por sectores que en las últimas elecciones obtuvieron menores cantidades de voluntades ciudadanas. Sin embargo, imponen visiones ideológicas que no resultan representativas de una mayoría.
En la difusión de las movilizaciones también aparecen “los mismos de siempre”, tanto en los canales de televisión como en medios de difusión nacional. A menudo vilipendiados por esos protagonistas, demuestran su capacidad de presión hacia la sociedad, con altos discursos que son poco representativos de los resultados. Hoy la maquinaria se mueve por su propios medios, con minutos pagos en los grandes medios de comunicación, folletería ricamente diagramada y alta presencia en la web y redes sociales. En todo caso, ya no cabe la excusa de que fallan los sistemas de comunicación, sino todo lo contrario.
Es una apreciación similar que le cabe al gobierno, cuando desde la fuerza política apuntan a que todo lo que se hace “no está bien difundido”, sin embargo, aproximadamente mil comunicadores trabajan en el Estado. Mientras reclaman “mayores inversiones en obras públicas”, “aumentos del salario real” o “mayor presupuesto para la educación”, el gobierno apela a los organismos internacionales de crédito que realizan mediaciones en las inversiones directas de grandes lobbies, como un mecanismo de producción y desarrollo. Estas mismas fuerzas que hubieran incendiado el país en gobiernos colorados o blancos, hoy la miran pasar sin mayores protestas, al tiempo que el engranaje “privatizador” cumple su rol tal como ocurre en otros regímenes liberales.
El análisis –a menudo infantil y maniqueo de la realidad– presiona a cualquier debate a la baja. Entonces allí aparece el fantasma de la crisis para beneficiarse, mientras las actuales administraciones han gastado más de lo que ingresa. Las arengas ya no resultan transversales, porque los resultados son molestos, tanto para quienes pierden clases u horas de trabajo como los desencuentros contra quienes no adhieren a las medidas.
En todo caso, el “mientras tanto” juega su papel y demuestra otras realidades. Revela, por ejemplo, que escasea la presencia de las mujeres en los cargos directivos sindicales cuando representa una fuerza laboral de relevancia en determinados sectores de la economía. Expone diferencias internas en algunos sindicatos, donde se prefiere barrer debajo de la alfombra y hacer “borrón y cuenta nueva”, como ocurrió –es solo un ejemplo– en la Federación de Funcionarios de Salud Pública que, tras una auditoría que constató irregularidades, resolvió el archivo de las denuncias antes que pasarlas a la justicia.
En líneas generales, tampoco se observa una postura firme ante los quincemilpesistas –aproximadamente medio millón de uruguayos– que aún no lograron mejorar su situación ante el actual costo de vida, al tiempo que maneja un rol activo en algunas cuestiones internacionales. Estos últimos aspectos, que para algunos colectivos son de fácil discusión en cualquier reunión de base, no se combinan con la persiste convocatoria al capital extranjero y el gran capital, que genera en Uruguay poca ocupación, tanto en las ciudades como en el ámbito rural, mientras transforman en “estructural” el desempleo en algunos sectores de la población. Esas polémicas que en otros tiempos y gobiernos eran febriles ahora han dado paso a las mediaciones y acuerdos, en algunos casos aun antes del comienzo de un proceso productivo, como las cláusulas referidas a la prevención de conflictos laborales firmado con UPM, en un marco de reserva.
Y poco se ha gritado, también, por los pueblos transformados en verdaderos fantasmas a raíz del cierre de industrias o el crecimiento de la población en los asentamientos irregulares o el aumento de la contaminación en los cursos de agua y los consiguientes riesgos para la salud de trabajadores y sus familias o el incremento de la presión tributaria en las clases medias. Tal vez por allí vaya la escasa respuesta a las movidas y sus referentes, pero en un país con conceptos desdibujados, se ve claramente un vínculo estrecho entre la cúpula sindical y el gobierno, que en algún punto se unen, con el trasvase de dirigentes para cargos públicos y viceversa. Entonces, en algún sentido se justifica la desmovilización y “hacé la tuya” se vuelve una solución al gran problema.