IMAE y la posibilidad de sobrevivir

La semana pasada, el ministro de Salud Pública, doctor Jorge Basso, inauguró en Salto la extensión del Instituto de Medicina Altamente Especializada (IMAE) del Sanatorio Americano. El secretario de Estado lo catalogó como un hecho de gran significación en la descentralización de tecnología en el país.
“Uruguay tiene un enorme desafío para evitar que 24 personas mueran por día por enfermedades cardio y cerebrovasculares, de las cuales 13 son mujeres”, señaló Basso, al recordar que este centro, el primero en el Interior, está en funcionamiento desde el 17 de agosto “y ha atendido a 100 pacientes de los sectores privado y público, que recibieron los tratamientos con la misma seguridad y calidad que en Montevideo”.
La inauguración tuvo lugar el viernes 27, junto con el intendente del departamento, Andrés Lima, legisladores y las principales autoridades del Centro Médico de Salto y del Sanatorio Americano, en la sede de la Regional Norte de la Universidad de la República. En la oportunidad, el ministro subrayó que un 48% de los pacientes que ya se han atendido son salteños y el resto, de la región. También explicó que este servicio realiza estudios vinculados con angioplastias y prácticas invasivas, financiados por el Fondo Nacional de Recursos (FNR).
Las cifras manejadas por Basso indican que en dos meses y medio se ha atendido a un centenar de personas de la región, lo que indica que estamos solo ante un porcentaje menor de los casos que se dan en la zona, si se tiene en cuenta que en Uruguay se registran entre 2.500 y 3.000 infartos al año.
Sobre todo, se comienza a transitar un camino de desarrollo y consolidación del servicio, que es vital para pacientes de patologías cardiovasculares al norte del río Negro. Geográficamente, es el sector de población más distante y por lo tanto postergado con respecto a las instalaciones de institutos de medicina de alta tecnología, todos concentrados en Montevideo.
Los datos surgidos de la información ministerial no dan cuenta de si se dispone, en este IMAE en Salto, de los mismos recursos profesionales y tecnología que en los centros similares de Montevideo. A estos hasta ahora han sido trasladados los pacientes desde todos los puntos del país y se ha tejido una red de atención, financiada por el FNR, que incluye el traslado en ambulancia desde los rincones más alejados. Por lo tanto, se generaba un costo adicional al de los propios servicios de alta tecnología en los IMAE.
Como primer paso, el IMAE de Salto tiene un gran valor en cuanto a la cercanía del traslado y, por consecuencia, se reducen los graves riesgos a partir de la intervención inmediata luego de un infarto o problema cardiológico. Además, la menor distancia implica un ahorro en recursos económicos.
La instalación del primer IMAE cardiológico en el Interior no ha sido fácil, sino que ha sido fruto de una larga lucha por intentar aunque sea una mínima descentralización de servicios de alta tecnología de Montevideo, que se concentra en un pequeño radio de tres o cuatro kilómetros. Esto es determinante para que haya ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda en la atención de enfermedades de alto riesgo, porque no tiene la misma expectativa de sobrevivir un paciente infartado en Artigas que uno en Montevideo.
Esta situación ha pretendido ignorarse o ser soslayada por intereses profesionales y de grupos corporativos enquistados en la capital. Además, la comodidad o aquiescencia del propio Poder Ejecutivo durante mucho tiempo se había resistido a tomar el toro por las astas y considerar la descentralización como un paso para comenzar a poner en cierto plano de igualdad a los ciudadanos, cualquiera sea el lugar del Uruguay en que residan.
Este tema lo viene planteando también EL TELEGRAFO desde hace casi dos décadas –por dar un estimativo–, porque responde a una necesidad de los departamentos del norte del río Negro, cuando además hay siete IMAE cardiológicos funcionando en Montevideo y hasta agosto el único centro de alta tecnología en el Interior era neurológico, instalado en Tacuarembó.
La solicitud para este centro cardiovascular en Salto se planteó oficialmente en 1998, tuvo una autorización “verbal” –según la página de Presidencia de la República– en 2012, pero recién en los últimos meses en el Ministerio de Salud Pública se ha respondido la solicitud de la Sociedad Quirúrgica de Salto.
Sin duda, la legítima aspiración de los departamentos del norte del río Negro de contar con un IMAE de estas características nunca gozó de las simpatías del poder central, tanto en esferas gubernamentales como de institutos y profesionales que atienden la problemática, por razones de corporativismo pero también por determinados intereses económicos. Tener concentrados todos estos IMAE en Montevideo potencia el poder de las corporaciones, la posibilidad de recaudar y de multiplicar sus acciones en un área que se ha desarrollado extraordinariamente en ancas de la tecnología y capacitación técnica de los profesionales. Pero solo una parte de esta evolución se traslada al Interior y se traduce en una mejor respuesta a los pacientes, que por regla general deben ser atendidos en forma urgente, porque cuando hay un problema cardiovascular, cada minuto que transcurre es vital.
Con el paso del tiempo, se irá consolidando el funcionamiento del IMAE cardiológico salteño, a medida que se vayan venciendo resistencias y se consolide como centro de referencia, como ocurre con el centro neurológico de Tacuarembó y otros que de forma gradual sean parte de la descentralización de alta tecnología.
Pero este aspecto necesariamente debe ser complemento de una red de prevención, detección y tratamiento en calidad de las acciones integrales en materia de salud, que por regla general son insuficientes y llegan solo en una mínima parte a los rincones del Interior.
Por encima del lugar en que se resida, las acciones preventivas individuales y en el núcleo familiar son claves para reducir factores de riesgo y acceder a una mayor calidad de vida. Para ello, es fundamental que cada ciudadano adopte como hábito medidas sencillas para reducir los accidentes cardiovasculares y neurológicos, apuntando al control de la hipertensión, la disminución del consumo de sal, combatir el tabaquismo y el alcoholismo, así como otras drogas, optar por la alimentación saludable y la práctica de actividad física, que es la cuota-parte que cada uno nos debemos, por nosotros y por quienes nos rodean.