Investigadores sostienen que Aguerre utiliza argumentos técnicos inexactos en ley de riego

A través del título “Conciencia agropecuaria, sin ciencia”, investigadores realizaron una carta abierta al ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, ingeniero agrónomo Tabaré Aguerre y público en general –remitida ayer a EL TELEGRAFO–, en respuesta a una intervención realizada el viernes pasado en un encuentro sobre conciencia agropecuaria. En ella, el secretario de Estado defiende la ley de riego recientemente aprobada utilizando, según estos expertos, argumentos técnicos inexactos.
Los científicos firmantes presentan una prolífica producción científica sobre temas de ecología de ecosistemas acuáticos y contaminación por nutrientes (eutrofización) y son autores de cientos de artículos en revistas internacionales y de varios capítulos de libros en la materia. Además del rol como investigadores y del compromiso con la sociedad, lo hacen en la participación, generación o coordinación de múltiples convenios de cooperación y asesoramiento a distintos organismos estatales con responsabilidad directa en la gestión de los recursos naturales (intendencias, Dinama, Dinagua, OSE, etcétera), así como la participación en comisiones de cuenca, entre otras actividades.
Sostienen que “pocas horas demoró la grabación de las palabras del ministro Tabaré Aguerre en volverse viral entre los que nos dedicamos profesionalmente al estudio de ecosistemas acuáticos y contaminación por nutrientes. No es para menos”.
“Aunque lo desconozca el ministro, los lagos y embalses profundos sufren problemas derivados de la contaminación por nutrientes tanto como los poco profundos, e inclusive como los ríos grandes y profundos, estuarios y algunas regiones marinas. Cada ecosistema a su manera, con particularidades. Los lagos llanos son más vulnerables que los lagos profundos y los lagos y embalses son más vulnerables que los cursos de aguas corrientes”, expresan.
Agregan que “esto quiere decir que, con menos nutrientes, experimentan el mismo proceso de deterioro. Pero ningún ecosistema acuático se salva cuando el ingreso de nutrientes supera su límite de tolerancia. Eso no es un descubrimiento nuevo. Mencionaremos un ejemplo fácilmente verificable en una búsqueda rápida en Internet”.
Mencionan que “el lago Erie se encuentra en el límite entre Estados Unidos y Canadá, es uno de los llamados grandes lagos. Mide 340 kilómetros de largo y alcanza profundidades de 64 metros (dentro de la disciplina científica que los estudia, con más de cinco metros un lago es considerado profundo). Desde hace aproximadamente 50 años las cianobacterias dominan el funcionamiento del lago, debido a la falta de eficiencia del uso de nutrientes en su cuenca. Su situación ambiental es desastrosa y su calidad de agua, pésima”.
“Sin duda, la comunidad científica internacional aprendió mucho de la experiencia del lago Erie y de los muchísimos lagos y ríos del mundo que sufren eutrofización. Lamentablemente, la mayoría de los gestores y tomadores de decisión en nuestro país no parecen haber aprendido de la experiencia internacional”, destacan.
Y para ser más claros, indican que “tampoco se ha logrado aprender al respecto mirando más cerca. No se ha aprendido mirando el profundo embalse de Salto Grande, los embalses del río Negro, lagos de canteras en Ciudad de la Costa, o el mismo Río de la Plata, sistemas con altos niveles de nutrientes y floraciones recurrentes de microalgas y cianobacterias potencialmente tóxicas”.
También se sabe desde hace décadas “que muchas especies de cianobacterias controlan su flotación y pueden elegir la posición en la que se ubican en la columna de agua. Es por esto que el hecho de que la luz llegue o no llegue al fondo poco tiene que ver con que las cianobacterias puedan desarrollarse. Son otros los mecanismos que explican este proceso”.
Manifiestan que “el problema ambiental que genera la actividad tambera, al igual que otras actividades agrícolas, no deriva de que los embalses sean poco profundos. Deriva de que los ecosistemas de agua dulce se encuentran entre los ecosistemas más frágiles del planeta y ya soportan décadas de modificaciones e impactos que han debilitado su resistencia natural a nuestras acciones”.
“Deriva de que se usa más fertilizante del que se debería, de que este se dispone sobre la superficie del suelo donde satura los primeros centímetros y es fácilmente transportado por el agua que escurre, de que el ganado accede a los cursos de agua y allí defeca y orina, y muchas otras razones, sobre las que abunda la literatura científica especializada. Y sobre todo, de que lo que es una pérdida de nutrientes casi despreciable para la actividad agropecuaria es un problema serio para la calidad del agua”.
Los investigadores manifiestan que “lamentablemente, las floraciones de cianobacterias no son la única consecuencia de la contaminación por nutrientes. En lagos eutrofizados, también son frecuentes las mortandades masivas de peces. Además, la eutrofización es solo una de las consecuencias ambientales que genera la construcción de embalses. Tanto la fragmentación longitudinal de los cursos de aguas corrientes (es decir, de las nacientes a la desembocadura) como la desconexión del curso respecto de su zona de inundación, generan pérdidas muy significativas de biodiversidad. La fragmentación de estos ecosistemas, seguida por la eutrofización, son los mayores impactos a los ecosistemas de agua dulce a nivel mundial. Esta ley promoverá ambos”.
Explican que las consecuencias de la contaminación por nutrientes “se expresan frecuentemente en otros sitios y otros momentos (por ejemplo, aguas abajo del sitio de origen de los nutrientes y en ocasiones mucho más tarde)”.
“Los cambios que generan en el funcionamiento de los ecosistemas se retroalimentan positivamente, haciendo que revertir la problemática o incluso solo tratar sus consecuencias sea mucho más costosa o hasta inviable, a medida que avanza la gravedad de la situación”.
Y aclaran que “como sociedad, deberíamos ser más exigentes con el conocimiento que manejan nuestras autoridades a la hora de tomar decisiones tan trascendentales como la aprobación de esta ley. En las decisiones políticas pueden primar otros criterios por sobre los criterios ambientales, pero no es válido que se usen argumentos técnicamente equivocados para justificar esas decisiones”.
“Es preocupante darse cuenta de que los impulsores de la modificación de la ley de riego minimizan y desconocen las consecuencias ambientales de esta actividad y ver que se pretende sustentar un proyecto de intensificación productiva con costos ambientales tan altos, sobre la base de argumentos errados”.
“Aspiramos, desde nuestro rol como científicos, aportar a la construcción de un modelo de desarrollo que se centre en la defensa del patrimonio colectivo de esta y de las futuras generaciones. Una visión de largo alcance debe apostar fuertemente a la educación y a la ciencia, y lograr posicionar en la frontera del conocimiento a cada política que afecte la sustentabilidad de nuestro proyecto como país”, establecen.
“Estamos de acuerdo con la última afirmación del ministro: si discutimos estos temas sin saber de lo que estamos hablando o con una visión estereotipada, es difícil”, finalizan.