La escuela rural resiste

La problemática de la escuela en el medio rural fue el eje del primer coloquio de educación rural en Paysandú, que tuvo lugar recientemente en la sede del Instituto de Formación Docente (IFD) con participación de autoridades y docentes de Primaria. Estuvo dirigido a maestros urbanos y rurales, además de estudiantes de magisterio y educadores sociales, docentes orientadores educacionales del instituto y adscriptas de los liceos.
El evento constituyó un ámbito para incorporar aportes desde diversos ángulos, en torno a un tema que –entre otros aspectos– refiere a una tendencia que se mantiene en forma sostenida desde hace décadas: la migración desde el campo a las ciudades y centros urbanos.
Se dieron a conocer experiencias significativas vinculadas con las escuelas rurales. En este sentido, los estudiantes magisteriales contaron las visiones sobre su trabajo práctico en estos centros. A ese aspecto se refirió el director del Departamento de Educación para el Medio Rural, Limber Santos, quien explicó que los coloquios tienen como motivo central “compartir una experiencia a través de las narrativas. Algo muy sencillo, pero que resulta muy significativo para que todos tengan conocimiento de lo que se hace en educación rural en el departamento y también que todos aprendamos de todos”.
Amplió el concepto la directora del IFD, Silvia Grattarola, refiriendo que los estudiantes en estas prácticas “se vinculan con nuevas formas de enseñar y de aprender que solo se pueden vivir en la escuela rural, en lo que se llaman ‘salas multigrados’, donde conviven niños de diferentes edades y todos tienen que aprender con calidad”.
Quedó reafirmado, desde la óptica de las autoridades y docentes, que las escuelas tienen ganado históricamente un lugar de suma importancia para las comunidades rurales, porque son –en los hechos– la única presencia del Estado. “Para la mayor parte, la escuela significa mucho en la vida cotidiana de las familias y de la propia comunidad. Eso tiene un efecto contundente sobre la actuación de los maestros”, reflexionó por su parte Santos. Pues de eso se trata, en el marco de una problemática social muy compleja del medio rural, donde hay componentes que son a la vez causa y efecto en la migración hacia los centros urbanos.
Ello repercute en las educación y, según destacó Santos, las matrículas de niños que van a las escuelas rurales también siguen en descenso. “Desciende más rápidamente la matrícula que la cantidad de escuelas, porque se trata de mantener una escuela abierta tanto como se pueda, aun cuando tiene muy poquitos alumnos”. Así, de las 1.100 escuelas rurales que existen en el país, unas 800 tienen no más de diez alumnos. La migración en ningún caso es un factor fácil de manejar. La realidad indica que es imposible poner diques a un movimiento de masas, en este caso lento pero consistente, que responde sobre todo a la falta de oportunidades que percibe el habitante del medio rural. Eso, agregado a los problemas en servicios y una serie de limitaciones inherentes al acceso a bienes de consumo y entorno social, que no se dan fluidamente fuera de las ciudades.
Datos aportados en Paysandú por el Departamento de Educación Rural de Primaria el descenso continuo de la matrícula y el cierre de escuelas rurales por el despoblamiento, algunos de los problemas más importantes que padecen.
Con base en los datos recogidos por Primaria a través de relevamientos, el fenómeno ha tenido cambios que le otorgan aristas más complejas, con situaciones disímiles según la zona. Se pueden encontrar todavía zonas rurales puntuales donde la población se mantiene estable, pese al manifiesto vaciamiento paulatino de los departamentos centrales del país.
En tanto, tenemos una campaña donde las oportunidades laborales son variables. La población rural está supeditada a dinámicas laborales circunstanciales o a fuentes de trabajo que muchas veces son temporales, incluso con migraciones internas por zonas.
Otro efecto notorio, que de vez en cuando suele llamar la atención cuando se mencionan casos puntuales en tal o cual zona rural, es la desaparición de algunas escuelas cuando se quedan sin niños. Asimismo, en esta migración se ha dado el caso de escuelas que han tenido que reabrir, al superarse la concurrencia de cinco niños.
En Uruguay hay unas 250 escuelas rurales con menos de esa cantidad. Un elemento a tener en cuenta es que son cada vez menos frecuentes las familias numerosas ocupadas en tareas del campo. A la vez, las oportunidades laborales escasean y el horizonte que perciben las nuevas generaciones no es optimista en cuanto a que se generen cambios signficiativos en este escenario a corto plazo.
Si bien las escuelas son receptoras de la despoblación del campo, los centros docentes de Primaria no son un ámbito de educación limitado al alumnado que concurre a diario, sino que tienen además una proyección que va mucho más allá del papel que cumple en los centros urbanos, donde la problemática es diferente y tienen muchas veces dificultades adicionales.
Una pauta la da el director del Departamento de Educación para el Medio Rural al señalar a EL TELEGRAFO que se intenta que las escuelas con baja matrícula trabajen en conjunto a través de agrupamientos escolares “para que puedan vincularse con otros niños”.
Explicó que los agrupamientos son escuelas que trabajan en conjunto y tienen una serie de actividades comunes, en el marco de un proyecto integral. Destacó que en el departamento sanducero existen diez agrupamientos de este tipo.
Este trabajo se enmarca en la premisa de que en el medio rural la escuela no es solo un centro al que concurren los niños provenientes de amplias zonas, desde muchos kilómetros, sino que es además un foco cultural y referente para la zona, para la comunidad rural y en gran medida también caja de resonancia de las inquietudes y necesidades de los rincones más olvidados del país.
La escuelita rural es una pieza clave en esta estructura social y comunitaria del interior profundo. Pero ella por sí sola no puede cambiar la realidad, porque es receptora de situaciones. Ha quedado plenamente demostrado que un factor clave es promover la creación de polos de desarrollo a través de la inversión, para ofrecer oportunidades en fuentes de empleo de las que hoy carece el medio rural. En este aspecto deben centrarse los desvelos, si realmente queremos cambiar la pisada en el interior.