Solicitada

El 5 de noviembre, EL TELEGRAFO publicó la nota de opinión “Donald Trump y sus amigos del Pit Cnt”. Integro el POR (Partido Obrero Revolucionario), que pertenece al Frente Amplio. Formamos parte de una corriente internacional del marxismo revolucionario (IV Internacional posadista), que viene estudiando lo que denominamos la crisis en EE. UU., su pérdida de hegemonía mundial, el gobierno de Trump en un mundo en transformación constante, más acelerado. El 17 de noviembre se presenta en Buenos Aires el tercer tomo del libro “Trump es la crisis de EE. UU. en un mundo en revolución”, con participación de su autor, León Cristalli.
La nota del 5 de noviembre de EL TELEGRAFO debió –a nuestro criterio– incorporar un elemento esencial: las grandes empresas trasnacionales, concentradas y centralizadas en Wall Street y el Gobierno de EE. UU., se expandieron por el mundo, invirtieron donde les resultaba conveniente por sortear conquistas de los trabajadores de EE. UU., acercarse a la provisión de materias primas, ampliando la sociedad universal de consumidores.
Donald Trump –lo consigna la nota del 5 de noviembre– apoyó su inesperada victoria electoral sostenido en el voto de una parte –en EE. UU. la sociedad tiene poca expectativa de transformar la realidad y participa en bajo porcentaje– de los desheredados, los trabajadores desocupados o los ocupados que han perdido poder de compra y otras conquistas. El gobierno de EE. UU. persigue una utopía: imponer a las empresas que retornen al territorio, a través de estímulos, sanciones y anulando tratados con otras naciones.
¿Por qué el gobierno de Estados Unidos ha logrado cumplir un año sin ser derrocado? Son muchas las razones. Entre otras, porque existe un estado de rebelión larvada en EE. UU., incluida violencia social contenida o desatada, que no deja de estallar por acá o allá. Es necesario tener en cuenta que la población trabajadora de EE. UU. aún sin partidos de clase obrera importantes, sin sindicatos consecuentes en su defensa, tiene una enorme tradición de organización. Fue en ese país que desenvolvieron ideas que fueron tomadas por el mundo en la lucha anticolonial y fue la lucha de clase trabajadora organizada, de la mujer trabajadora, que dio ejemplos dignos para la humanidad. Experiencia que se ha visto enriquecida con la llegada de millones de trabajadores del mundo, integrados a la vida económica y social de EE. UU.
La nota de EL TELEGRAFO no debe obviar que la política histórica de la central obrera y los sindicatos no ha sido ni es aislacionista. Tanto por su solidaridad –tanto brindada como recibida desde otros pueblos– con naciones que revolucionan su institucionalidad construyendo bases de transformación como Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, como cuando encara y acuerda, junto al gobierno nacional y MTSS, el estatuto que regirá los vínculos laborales con UPM de concretarse la inversión trasnacional. La central obrera se muestra solidaria justamente con naciones distintas y muy distantes de las posiciones del Gobierno de Donald Trump.
Admitamos que pueda existir un punto, uno solo, de acuerdo: la disputa con las grandes empresas trasnacionales es común, aunque por muy distantes razones. La central de trabajadores junto con el gobierno nacional vienen enfrentando la desregulación laboral empujada por los gobiernos de Brasil y Argentina. Los editorialistas de EL TELEGRAFO no pueden dejar de analizar que cuando la ciencia y la tecnología permiten hacer crecer la economía, la productividad, el volumen y la calidad de lo producido –obligando a reducir la jornada laboral de forma que todos accedan a un trabajo– sin reducción salarial, de forma tal que el aumento exponencial de la riqueza producida se distribuye socialmente, democráticamente, de acuerdo a las necesidades, los gobiernos de los presidentes M. Temer y M. Macri adoptan decisiones absolutamente opuestas al progreso social.
La recomendación de aceptar sin chistar la imposición de los términos de intercambio, la competencia basada en aumentar la sujeción del trabajador, extensión de la jornada laboral, negociación fábrica a fábrica, trabajador a trabajador, conducirá a nuevos y graves conflictos, intentos serios de impedir el derecho de huelga, el silenciamiento de la oposición, la persecución por el Poder Judicial, etcétera. Una especie de Plan Cóndor de esta época, cuando ya no es posible al poder concentrado de la economía respaldarse en las FF. AA. como en otros tiempos sucedió.
Es posible discrepar con los sindicatos, existe siempre el peligro de que la defensa de intereses propios choque con los intereses de la población, lo que lo aísla y prepara su derrota. Otra cosa es demonizar a Donald Trump sin analizar los porqués de su inopinada victoria, un año y pico atrás en el tiempo, y colocar a los trabajadores organizados como contrarios a los intereses de la nación, que son ellos mismos, mayoritariamente.
Raúl Campanella