Una figura pública que honra al país

Existen en todas las sociedades, ciudadanos que trascienden a sus actividades cotidianas y desarrollan una vocación de servicio que termina por transformarse en la marca distintiva de su vida. Uno de los casos más emblemáticos en la materia lo constituye en nuestro país el contador Enrique Iglesias, quien en los últimos días participó como expositor en el evento internacional denominado China LAC 2017 que tuvo lugar en la ciudad de Punta del Este.
Nacido en la comunidad autónoma de Asturias, Iglesias emigró al Uruguay con tan sólo cuatro años de edad y durante su vida ha desarrollado una carrera internacional que lo ha colocado en responsabilidades de primera línea, desde las cuales ha constituido un motivo de legítimo orgullo para los uruguayos.
Su actividad pública se remonta al año 1960 con la creación de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE), un organismo público interministerial entre cuyo cometido estaba el de formular planes orgánicos de desarrollo económico, proyectar y buscar su financiación interna y externa, coordinar toda labor tendiente a aumentar la productividad nacional y vigilar la puesta en práctica de los planes que se aprueben. Designado como primer Secretario Técnico de la CIDE (una iniciativa impulsada por Wilson Ferreira Aldunate y de la cual participó el hoy Ministro de Economía y Finanzas Danilo Astori) Enrique Iglesias, desempeñó esa responsabilidad durante siete años al frente de un organismo inédito e innovador en su organización y propósitos. Como ha señalado el Ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori (quien también cumplió funciones en ese organismo), “la CIDE fue el primer gran intento contemporáneo de pensar el Uruguay hacia adelante en grande” y Enrique Iglesias “era el conductor, el organizador, el movilizador de la CIDE”. El exsenador de la República Alberto Couriel ha recordado la forma de trabajo de Iglesias en esa época destacando que “Cuando Enrique Iglesias arma una reunión, no es bilateral sino que siempre participa mucha gente. A veces nos llamaba a la CIDE y nos decía: ‘Hagamos un poco de caos fecundo’. Y eso era reflexionar sobre algún tema…”
Las responsabilidades institucionales de este joven profesional no se limitarían a la CIDE y en 1967 fue designado para presidir un ente autónomo con autonomía técnica, administrativa y financiera que fuera creado por la Constitución Nacional de 1966: el Banco Central del Uruguay. Iglesias fue el primer presidente de esta institución fundamental en la economía del país hasta que en 1972 pasó a desempeñarse como Secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), cargo que ocupó por trece años.
En 1985, con el retorno a la democracia, Enrique Iglesias asume como Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno del Presidente Julio María Sanguinetti y desarrolla una tarea de vital importancia para reinsertar a nuestro país en la comunidad internacional. Como hitos de esta gestión pueden señalarse, a modo de ejemplo, el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba (1985), la realización en Punta del Este de la octava reunión para negociar la política de aranceles y la liberalización de mercados a nivel mundial también conocida como “Ronda Uruguay del GATT” (1986) y el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular de China (1988). Como responsable de las relaciones exteriores de nuestro país, Iglesias recuperó las más importantes tradiciones de la diplomacia uruguaya, reforzando la imagen institucional del país e incluyendo a figuras de la oposición en los viajes presidenciales, tal como sucedió con el general Líber Seregni en un viaje a Europa en el año 1988.
Pero las tareas que la vida le deparaba a Iglesias todavía le reservaban la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) entre los años 1988 y 2005 y el cargo Secretario General de la Secretaría General Iberoamericana desde el año 2005 y hasta el año 2014 inclusive. En la actualidad, a sus 87 años de edad, Iglesias desarrolla una intensa agenda que incluyen publicaciones, la participación en calidad de miembro de numerosos consejos académicos e institucionales y exposiciones en diversos foros internacionales y su calidad de fundador y director en la Fundación Astur, “una organización no gubernamental, sin fines de lucro que, respetando el deseo de su fundador, aspira a contribuir al progreso de la sociedad uruguaya en reconocimiento de lo que generosamente ha recibido de ella”.
Por su intensa actividad de varias décadas, Iglesias ha recibido numerosas distinciones y reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias, la Gran Cruz de Isabel la Católica, así como otras condecoraciones de los países latinoamericanos, europeos y asiáticos, incluyendo su investidura por el Rey de España como Caballero de la Orden del Toisón de Oro y su distinción como doctor honoris causa por diversas universidades de todo el mundo.
En ocasión de un homenaje celebrado en la ciudad de Washington hace algunos años, el entonces secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) José Miguel Insulza, describió a Enrique Iglesias como “el mayor internacionalista de las Américas” mientras que el sanducero Luis Almagro (Ministro de Relaciones Exteriores en aquellos años) destacó que Iglesias “ha sido un maestro de generaciones de uruguayos que se incorporan tanto al mundo de la economía como al de la diplomacia, tanto por sus lecciones de vida sobre la ética como en la construcción de una agenda positiva de temas” que “tendió los puentes entre las regiones y alentó las instancias de cooperación que abrieran caminos al desarrollo”.
Durante toda su vida, Enrique Iglesias ha sido un hombre consustanciado con las necesidades del Uruguay y de su gente que siempre ha tratado de aportar soluciones sin importar el lugar desde el cual le ha tocado desempeñarse, colocando al país por encima de cualquier consideración político partidaria.
Ha sido y es una persona de consulta de líderes y mandatarios uruguayos de todos los partidos políticos, cuya opinión siempre es buscada, escuchada y respetada. Como los grandes estadistas, Enrique Iglesias ha cultivado el arte de pensar en términos institucionales, en el beneficio del país más allá de los gobiernos de turno, y en las políticas de Estado a largo plazo.
El exprimer ministro británico, Winston Churchill, expresó en una ocasión que el problema de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes. A pesar de que la frase se refiere a un fenómeno bastante común en la actualidad, la misma no puede aplicarse a Enrique Iglesias, porque el merecido reconocimiento que tenemos con él todos los uruguayos es la consecuencia de haber sido y seguir siendo un referente de utilidad para el país y sus más altos intereses y necesidades.