Playa natural

Los orígenes del turismo de playa se remontan a la mitad del siglo XVIII cuando este tipo de turismo se relacionaba con propiedades terapéuticas del sol y el mar. En el interior de Uruguay uno de los antecedentes más remotos quizá sea el caso de Villa Soriano, cuna del turismo en Uruguay, dado que a fines del siglo XVIII los comentarios sobre las propiedades curativas del río Negro llegaron a oídos del Rey Carlos IV de España y poco después las embarcaciones comenzaron a cargar toneles de estas beneficiosas aguas para llevarlas a otros lugares con fines medicinales. Luego, dicho lugar comenzó a recibir viajeros que se hospedaban en la zona para “curarse” en las aguas del río Negro.
Actualmente nuestro país viene trabajando fuertemente en la diversificación del turismo, es innegable que el tradicional turismo de sol y playa es una de las modalidades que más visitantes convoca cada año.
En este contexto cobra importancia la sustentabilidad del recurso, de vital importancia ambiental y también económica dado el movimiento económico que genera el turismo cada verano, fundamentalmente en las playas del Este pero también a nivel regional, en los territorios situados en ambas orillas del río Uruguay.
Para la Organización Mundial de Turismo (OMT) el turismo sostenible es aquel que conduce a la gestión de todos los recursos de tal forma que permita satisfacer todas las necesidades económicas, sociales y estéticas, manteniendo la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas que apoyan la vida. Esto se aplica al turismo costero para el desarrollo sostenible de las zonas, que se basa en el mismo concepto de gestión de los recursos naturales de manera sostenible.
Todo eso se traduce en la vida diaria en una confluencia de múltiples y diversas miradas, intereses y vínculos con el río Uruguay, que comprenden cuestiones tan amplias y disímiles que van desde el aprovechamiento turístico de sus costas e islas al estudio y protección de los ecosistemas, la identidad local y regional reflejadas en los modos de vida o el cancionero litoraleño, pasando por la economía y planes de desarrollo regionales y la preocupación por los impactos ambientales derivados de la actividad industrial o agropecuaria.
Las playas turísticas son recursos costeros de alta importancia ambiental y económica y se han creado sistemas de certificación con el objetivo de proteger estos recursos y promover un mayor nivel de calidad turística.
Se trata de una herramienta moderna que surge en muchos países la par de la profundización de la legislación ambiental. Por ejemplo, el primer sistema de certificación de playas del mundo lo desarrolló Francia a mediados de los años 80 del siglo XX, con el nombre de “banderas azules”.
Luego los sellos ambientales para playas y zonas costeras se extendieron rápidamente en el continente europeo y hoy son algo corriente. Apuntan al mejoramiento continuo de las condiciones locales y la promoción de los espacios naturales con vocación turística. La implementación de los mismos es voluntaria y el beneficio de desarrollarlos se relaciona con la conservación y también con el reconocimiento y diferenciación de la playa certificada como producto turístico.
En 2003, se crea en Uruguay la primera certificación de playas de América Latina y Paysandú tuvo su primera playa certificada en 2006. Los requisitos exigidos por la certificación incluyen el cumplimiento de programas de calidad de agua, suelos y aire; gestión de residuos; servicios y prevención y seguridad, además de inspecciones periódicas y auditorías externas. Otorgada por el Ministerio de Turismo, la certificación de playa natural incorpora el concepto de mejora continua como requisito de gestión para mejorar la calidad de vida de los veraneantes y los espacios públicos apostando a la calidad integral y reforzar la marca del país, que es Uruguay Natural. El objetivo es implantar un sistema de gestión ambiental en las playas, sin que esto impida anexar otros programas, que se consideren necesarios. La certificación puede ser llevada adelante por un grupo responsable, que puede ser cualquier organización pública o privada, con autoridad demostrable sobre la gestión de la playa, que debe establecer un compromiso ambiental público –Política Ambiental– donde implementará una metodología para identificar los diferentes impactos generados por las actividades de uso en la playa y evaluará su grado en términos ambientales.
Cabe señalar que el uso de la marca Playa Natural Certificada se otorga por un plazo máximo de 12 meses, recibe controles mensuales y puede renovarse anualmente mediante la realización de una auditoría ambiental externa.
Justamente, en ese proceso se encuentra actualmente la Intendencia de Paysandú con miras a renovar la certificación ambiental del Balneario Municipal que venció el pasado 31 de diciembre de 2017 luego de haber sido otorgada el verano anterior para una extensión de 500 metros, desde la antigua toma de agua de la fábrica Norteña hasta la toma de OSE.
En una primera recorrida el certificador indicó la necesidad de mejorar algunos aspectos, como la reinstalación de las regaderas de las duchas exteriores, ubicadas en puntos estratégicos de la playa; que se extienda la rampa para discapacitados hasta la orilla y que se coloque un cartel con un plano del balneario, en el que se especifique la ubicación de cada lugar de interés (baños, parador, Plan de la Costa, barquito de la Salud y otros), aspectos en los cuales se trabaja esperándose que en el transcurso de este mes sea renovada la certificación y nuevamente pueda lucirse la bandera azul en la tradicional playa sanducera.
El antecedente a la certificación del año pasado fue en la gestión de Julio Pintos, no continuándose posteriormente por lo que resulta alentador que ahora durante dos temporadas seguidas se cuente con el sello de Playa Natural.
La permanencia en el tiempo de este tipo de certificaciones es algo que debe asegurarse en la medida que tiene múltiples beneficios para todos, no solo por sus estrictos controles de calidad de agua sino también por la exigencia de incorporación de servicios para los usuarios, sistemas de gestión de residuos, mejora de la accesibilidad para personas con dificultades motrices, seguridad y mantenimiento de los servicios higiénicos, entre otros. Es de esperar que locales y visitantes valoren estos aspectos y contribuyan al mantenimiento de un ambiente limpio y seguro para todos.