El abatimiento significativo de la mortalidad infantil en Uruguay en los últimos años tiene en Paysandú un perfil destacado. Los índices primarios del año pasado muestran que el departamento está dos puntos por debajo del promedio del país, detalló a EL TELEGRAFO el director departamental de Salud, Juan Gorosterrazú. También aclaró que resta ajustar datos en cuanto al origen de las madres.
Gorosterrazú mencionó la importancia del reciente encuentro sobre sífilis congénita en Paysandú, que contó con la presencia de autoridades nacionales del Programa de VIH y Sífilis, y una puesta al día con las direcciones técnicas para ajustar pautas y seguimiento de pacientes y sus parejas.
Tanto a nivel nacional como en Paysandú, se hace un trabajo muy importante en el control de embarazo y la primera infancia, “que nos ha permitido tener índices de mortalidad infantil históricos y poder avanzar en esa línea. Paysandú también está con la cabeza en eso, tenemos buenos indicadores de mortalidad infantil y queremos seguir profundizándolo”, explicó el director.
Uruguay tiene actualmente un 6,6 por mil de mortalidad infantil, que bajó de 7,9. Eso “quiere decir que nacieron 100 niños más de un año a otro, o mejor dicho se evitó su fallecimiento”, sostuvo. “En Paysandú, andamos en el 4,3 al 4,4, es decir, por debajo de la media nacional, lo que es alentador”, evaluó.
Aclaró que “tenemos que ajustar algunos números en este tema, lo que se hace a partir de datos nacionales, porque se toma la mortalidad del niño desde donde procede la madre. Hay veces en que el niño fallece en otro departamento, pero la procedencia es de otro, en este caso de Paysandú. Eso hace que el número pueda aumentar o disminuir”.
ESCENARIO NACIONAL
El titular de la cartera de Salud Pública, Jorge Basso, detalló que la mortalidad infantil bajó en 2017 de 7,9 cada 1.000 nacidos vivos en 2016 a 6,6. Basso señaló que es una disminución “muy importante”, ya que “en esta oportunidad logramos no solo que siguiera bajando la mortalidad posneonatal, sino disminuir la neonatal y la precoz”.
La mortalidad infantil es el indicador demográfico que evidencia el número de defunciones de niños en una población de cada 1.000 nacimientos registradas durante el primer año de vida. A su vez, hay varias categorías que la distinguen: neonatal precoz –la que se verifica desde el nacimiento hasta la primera semana de vida–, neonatal –hasta el primer mes– y posneonatal, hasta el año.
El ministro indicó que la tendencia a la baja se verifica hace décadas, “que ha disminuido más rápidamente”, y señaló que es la que está vinculada con el “impacto de las políticas sociales, la que se produce justamente luego del mes de nacido, hasta el año”. A su vez, el ministro también informó que “el embarazo adolescente continuó disminuyendo”.
E logro es aún mayor si se tiene en cuenta que la mejora global responde, sobre todo, a la caída de los fallecimientos en el período neonatal precoz, consideró. “Es la mortalidad infantil más difícil de correr, porque responde al control del embarazo de la madre, a la salud que lleve el adulto y a la calidad del nacimiento”, expuso Claudia Romero, responsable del Área Programática de Salud de la Niñez del Ministerio.
Del cerca del centenar de fallecidos menos que hubo en 2017, poco más de la mitad (56) fueron previos a esa semana de vida. “Eso también fue récord histórico”, destacó Romero. “El Ministerio trabaja en analizar los datos geográficos y por nivel socioeconómico”, de cara a un coloquio que realizará dentro de un mes.
La prematurez y las malformaciones congénitas son las causas principales de la mortalidad infantil en Uruguay. “Las muertes por diarreas e infecciones –muy asociadas a la baja de vacunación– han ido cayendo a expresiones mínimas”, dijo la jerarca.
Sobre las malformaciones, en especial las cardiopatías, el Ministerio ha ido incentivando a los prestadores de salud para que controlen el embarazo de su población. En este sentido, la cartera puso el énfasis en la ecografía estructural, una prueba diagnóstica que se realiza entre las semanas 18 y 22 de gestación, y permite descartar algunos problemas congénitos.
Aunque aún no está el estudio de datos para 2017, Romero explicó que la tendencia muestra algunas diferencias socioeconómicas, en particular en Montevideo. En el período postneonatal, “incide mucho el contexto, si se fuma en el hogar, los hábitos, el cuidado y en eso aún hay diferencias entre los barrios”. El ejemplo más claro, agregó, es la muerte por infecciones respiratorias.
La cartera procura que los médicos mejoren la forma en que completan los formularios de defunción. Muchos ponen como causa de muerte un paro cardíaco, aunque este sea el desenlace y no la razón en sí.
Lo mismo ocurre con la muerte inesperada del lactante, casos para los que es obligatoria la autopsia. Para Romero, ahora se abre un debate sobre cómo están afectando la morbilidad (no tanto la mortalidad) las enfermedades crónicas no transmisibles. “En los lactantes no se nota tanto, pero en los niños más grandes se observa obesidad e hipertensión en cifras que antes no veíamos”, agregó la profesional.