Moderar el déficit o jugar para la tribuna

Con las miras puestas en que la Rendición de Cuentas de este año tenga un incremento “cero” del gasto, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, consideró que no se deberá autorizar el incremento del gasto en los ministerios para no comprometer las cuentas del Estado que se encuentran en sostenido deterioro, ante un fuerte déficit fiscal que, lejos de ceder, recrudece y da por el suelo con las previsiones gubernamentales que auguraban un marcado descenso de los números en rojo.
El gasto estatal es una espada de Damocles que pende sobre todos los uruguayos, porque mientras el Estado siga gastando más de lo que ingresa, necesitará nuevos recursos de los sectores reales de la economía, de los trabajadores, de las empresas, de los pasivos, por la vía de impuestos porque el Estado no crea riqueza y solo administra los recursos de todos.
Y si hablamos de los egresos fiscales, el ministro de Economía planteó recientemente la necesidad de reformar la seguridad social en el próximo gobierno para contener el déficit fiscal, pero la sola mención del tema causa escozor en el Frente Amplio.
Entrevistado en radio Sarandí, en el marco de un análisis sobre el resultado fiscal del país –admitió que “es difícil” de bajar– el ministro consideró que por el lado de los ingresos no se puede hacer mucho porque no se pueden subir los impuestos, por lo que se debe trabajar sobre “el gasto que el país ha venido determinando con el paso de los años y que hoy no es posible disminuir”.
Al respecto, trajo a colación la seguridad social “que ha tenido una flexibilización muy importante en 2008, lo cual ha conducido a un aumento del gasto. Me estoy refiriendo también al Sistema Nacional Integrado de Salud, ahora con todos los colectivos integrados al mismo y ese es un gasto intocable”, dijo.
Evaluó que “Uruguay va a tener que encarar de cualquier manera, sobre todo desde el punto de vista de la sostenibilidad fiscal, una reforma importante de la seguridad social que tome nota de los cambios que ha habido en la sociedad. Con una esperanza de vida, por ejemplo, que ha aumentado notablemente en los últimos años y no se puede seguir con el mismo sistema que refería a otras mucho más acotadas. La sostenibilidad fiscal hace que en algún momento haya que revisar los parámetros fundamentales sobre los cuales se apoya el sistema de seguridad social”.
Acerca de la demanda de recursos que implica el sistema de seguridad social, Astori explicó que “si sumamos todo el volumen de recursos que destinamos a la seguridad social, el país tiene una exigencia muy importante. Son siete puntos del IVA para el BPS que equivalen a U$S 1.400 millones, la asistencia que hoy recibe el BPS son U$S 600 millones. Se vuelca al BPS la recaudación del Impuesto de Asistencia a la Seguridad Social (IASS) y el equivalente al Cofis —un impuesto que fue eliminado— con lo cual tenemos U$S 500: más; si sumamos la asistencia a la Caja Militar y a la Policial también ya estamos en unos U$S 3.200 o U$S 3.300 millones por año”.
Sin embargo, poco después de que Astori planteara la necesidad de reformar el sistema de seguridad social, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, quien tiene una concepción distinta a la del titular de Economía, le salió al cruce y sostuvo que si bien el déficit fiscal “preocupa y ocupa” al gobierno, relativizó su magnitud. “Argentina, Brasil, España e Italia tienen déficits más altos que Uruguay y no los veo alarmados”, dijo el ministro en rueda de prensa.
“Estados Unidos llegó a tener un déficit de 10%”, remarcó. “Nos importa el déficit fiscal, pero más la vida de la gente”, sentenció, como si una cosa estuviera disociada de la otra, y poniendo de relieve que cree en utopías y milagros.
Porque seguir pateando la pelota para adelante, como si el déficit fiscal fuera una cosa intrascendente –al mejor estilo del expresidente José Mujica– significa seguir aplastando las posibilidades de desarrollo del país y de mejorar la calidad de de vida de las actuales generaciones y de las próximas. A menos que el dinero brote de abajo de las piedras, con el tiempo, con este déficit, no habrá dinero para sostener los actuales ni ningún plan vinculado a la seguridad social.
El discurso del ministro Murro, como otros muchos de su línea ideológica dentro del Frente Amplio, básicamente plantea que el gasto público beneficia a la población y que si se gastara menos, se retiran beneficios a la sociedad. Por lo tanto, en su visión cortoplacista suicida, o se baja el déficit de las cuentas públicas o se prioriza “la vida de la gente”, como si fueran valores antagónicos. Seguramente el sustento que buscarán en el futuro será no pagar la deuda externa –con los argumentos de siempre–, olvidándose que fueron ellos los que la multiplicaron por tres en sólo una década.
Por supuesto, como ocurre en los regímenes populistas a ultranza, hay quienes ponen de un lado a los buenos –caso de Murro y otros grupos de la izquierda sesentista tradicional– y los “malos”, es decir el resto del Frente Amplio y la oposición, que pretenden se haga un gasto responsable y dimensionado a las posibilidades del país.
El discurso de Murro sería de recibo si el país se terminara el año que viene. Pero todos tenemos la esperanza legítima de que no sea así y que el Uruguay tenga por delante muchos años, con crecimiento, desarrollo y consecuente mejora de la calidad de vida de la población. Y ello solo será posible si no “rifamos” los escasos recursos con los que se cuenta, viviendo el momento y jugados al todo o nada en la siguiente elección. Así de simple y claro para quien se niegue a que los manipuladores de opinión pública lo quieran arrear hacia el despeñadero y hacer creer que nunca nadie va a tener que pagar la fiesta.