Asaltados en plena ruta brasileña, los salvó arma en mano un policía militar

En lo que debía ser un placentero (aunque a veces cansador) viaje a Brasil, varios uruguayos, entre ellos cuatro sanduceros y una salteña, vivieron una experiencia para nada grata cuando iban en un ómnibus de excursión y fueron sorprendidos por al menos cuatro delincuentes encapuchados que intercambiaron disparos con un militar. El hecho ocurrió el pasado 16 de abril cuando se dirigían con destino a Porto Alegre.
“Veníamos en el segundo piso del ómnibus, íbamos durmiendo, era plena madrugada, y estábamos a una hora y media de Porto Alegre por la ruta 290”, contó a EL TELEGRAFO una de las personas oriundas de Paysandú que iban en el bus. “Los choferes cambian cada cuatro horas, y en una de esas paradas, donde parece que los estaban esperando, (los delincuentes) subieron y nos sacaron de la ruta”.
La mayoría de los pasajeros estaba durmiendo, pero “nos despertamos por el balanceo del ómnibus, ya que habíamos dejado la ruta y tomaron por un camino vecinal. Cuando miré, uno de los conductores estaba en el piso de arriba parado al lado de otra persona, lo que me llamó la atención. Y cuando me doy cuenta, atrás mío estaba uno de los delincuentes con un rehén y cuando vi hacia adelante noté que al chofer lo estaban apuntando con un arma, pero no hablaban”.
DELINCUENTES ENCAPUCHADOS
Acompañando al ómnibus venía también un automóvil, y tras esa visión, que infundió temor en los que ya se habían despertado, “los delincuentes encapuchados pasaban con una bolsa y nos pedían el dinero y los celulares, y abajo había otro delincuente con un arma recortada dándole instrucciones al chofer de adónde ir, pero habían dejado la puerta abierta, según me contaron porque no lo vi. En los asientos de abajo venía un policía militar llamado Emanuel Macedo, que entró a la cabina y redujo al que venía controlando al chofer, le puso las esposas pero en un momento el delincuente se tiró del ómnibus, que estaba en movimiento. También se bajó el policía y en ese momento el auto también se fue rápido del lugar”.
A esa altura, quedaban solo dos de los asaltantes, que estaban en el segundo piso. “Cuando se dieron cuenta que el auto y el otro se habían ido, el que estaba recogiendo el dinero y los celulares dejó la bolsa en el piso y los dos bajaron por la escalera interna del ómnibus llevando al otro chofer entre los dos, como rehén. Cuando bajaron, el policía, que estaba agazapado en algún lugar de la cabina que no lo veían y yo tampoco, le disparó, lo mató y el cuerpo quedó en la puerta del baño, y el otro delincuente que venía atrás del chofer le disparó a quemarropa y volvió a subir al segundo piso del ómnibus”.
A BALAZOS CONTRA EL VIDRIO
“Todos temíamos por nuestra vida, porque el delincuente estaba en un momento de desesperación, y él se dirigió al parabrisas del piso de arriba, junto al asiento donde había una monjita. Se apoyó en el asiento y pegó unos cuatro o cinco tiros contra el vidrio hasta que se quedó sin balas en la pistola 9 milímetros, y empezó a patear el parabrisas hasta que lo rompió y se escapó por ahí, con el ómnibus en movimiento”.
Ya sin ningún delincuente vivo sobre el ómnibus, el chofer se dirigió al poblado más cercano, que era Butiá, en Minas do Leao, que tiene unos 7.500 habitantes y fue donde bajaron al chofer herido y al delincuente muerto. De ahí seguimos con el vidrio roto hasta la comisaría donde estuvimos varias horas. Fue todo muy traumático”, reconoció.
Luego llegó un ómnibus de otra compañía donde subieron los pasajeros y se dirigieron a Porto Alegre, finalizando un viaje que quedará en la memoria de la treintena de pasajeros que buscaban descansar del estrés cotidiano.