No “mueve la aguja”, pero es un buen indicio

Finalmente el Movimiento de Participación Popular (MPP), cambió su postura en el último Plenario del Frente Amplio y el máximo organismo de decisión interno resolvió aprobar la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Chile, que había sido acordado por el gobierno hace más de un año, pero que de acuerdo a la forma en que se rige la fuerza de gobierno, requería este paso para que los legisladores oficialistas suscribieran el tratado.
Todo indica que ha sido determinante la decisión personal del expresidente José Mujica de aceptar este paso, quien lo sentenció cuando dijo que la firma de un TLC no haría “mover la aguja” en el comercio exterior uruguayo ni en su incidencia puertas adentro.
Los TLC han dado lugar sistemáticamente a grandes discusiones internas en el Frente Amplio, porque los sectores conservadores radicalizados en la coalición de izquierdas han asociado al libre comercio con capitalismo a ultranza, con “saqueo” de las riquezas del país por el extranjero y explotación de trabajadores, apoyados en esquemas sesentistas que reivindican todavía hoy, aún siendo gobierno.
En esta mentalidad arcaica, da lo mismo que se firmen tratados de libre comercio con “el imperio” que tiene sede en Washington, o con un gobierno socialista como el de Michelle Bachelet en Chile; excepto, claro está, si se trata de una Venezuela o algún país más “revolucionario” –de los que casi no quedan en el mundo–, en cuyo caso se le tienden caminos de rosas.
No todo el Frente Amplio piensa así, felizmente, y todo indica que algunos han cambiado en base a la realidad, a la adquisición gradual de la cultura de gobierno, en lugar de los esquemas en blanco y negro que era fácil poner cuando se era oposición, sin consecuencias y con el objetivo indeclinable de ensanchar todo lo posible la base electoral.
Pero el plenario del Frente Amplio es otra cosa, y está muy lejos de ser una expresión democrática de la fuerza de gobierno, aunque sea la que decide y por extensión, decide por todo el Uruguay. Es que se trata de un órgano que en lugar de integrarse exclusivamente por representantes de los votantes en la última elección, en función de su caudal electoral, gran parte de los votos es representativa de los comités de base, de la militancia, de aquellos que se quedan en las asambleas hasta ser los últimos para fijar posiciones, que salen a la calle con banderas y están insertos en organizaciones sociales de todo tipo, en los sindicatos, en las cooperativas de trabajo o vivienda, y por supuesto, son los más radicalizados. Todo esto les da un gran poder extorsivo –que saben usar a la perfección– aún cuando no son representativos de nada, porque el caudal de votos que los respalda es muy escaso.
Pero desde el punto de vista formal, finalmente después de 1 año, 8 meses, y 19 días, la posición del presidente Tabaré Vázquez logró la mayoría en una votación dividida de su partido. “Apoyar la ratificación del tratado suscripto por nuestro gobierno y el gobierno de Chile”, así dice la resolución que fue respaldada por 86 votos afirmativos contra 65 por la negativa y cinco abstenciones en el último plenario.
En esta convocatoria, el Movimiento de Participación Popular (MPP), liderado por José Mujica, fue el encargado de terminar de inclinar la balanza a favor del pedido del gobierno. El Partido Socialista y el Frente Líber Seregni, del ministro Danilo Astori, además de la Vertiente Artiguista, ya habían resuelto varios meses atrás votar afirmativamente.
A su vez el Partido Comunista, Casa Grande de la senadora Constanza Moreira, la Liga Federal del diputado Darío Pérez, el Partido Por la Victoria del Pueblo (PVP) y la Lista 711 de Raúl Sendic, como era de esperar votaron de forma negativa.
Todo indica que la clave estuvo en la decisión de los militantes de base, donde el PCU y el MPP dominan, y estos militantes habían llegado con la intención de no avalar el TLC con Chile en el pasado plenario del 5 de mayo. Al ver que no estaban los votos el Plenario decidió pasar a un cuarto intermedio y negociar para conseguir la mayoría. En este período el trabajo realizado desde el MPP para convencer a sus militantes de base, se orientó a hacerles ver que era necesario aprobar el acuerdo comercial para no dejar “en falso al gobierno”.
La votación fue celebrada en Presidencia: “Importante definición, porque permite avanzar en la imprescindible inserción internacional de nuestro país; pero también por el respaldo que implica al gobierno. ¡Vamos!”, escribió en su cuenta de Twitter el subsecretario de Economía y Finanzas, Pablo Ferreri.
Mujica había cuestionado el proceder de los grupos radicales y los comité de base, al punto que transmitió hacia adentro que la oposición se había basado en la falta de consenso en el oficialismo para avalar el TLC con Chile. El Pepe les pidió que “se dejen de joder” y “no rompan más” porque no es un tema en el que a Uruguay le vaya la vida. “No mueve la aguja esto con Chile, y los blancos nos están saliendo a matar”, les dijo.
Precisamente desde la oposición Luis Lacalle Pou por ejemplo reflexionó: “Un año y medio esperando una decisión del FA sobre el TLC con Chile. El mundo no espera y nosotros debemos apurarnos. Gobernar es tomar decisiones acertadas y a tiempo. Ahora a no perder más tiempo”.
Pero más allá de la votación y las diferencias en la interna frenteamplista, el Tratado no incluye ningún cambio sustancial en las relaciones con Chile, ni contempla soluciones que, por sí mismas, puedan impulsar una mejoría en la economía del país. En algunos medios vinculados al mundo empresarial se indica que se podría calificar hasta de “inocente”, dado que ya existe con Chile un Tratado de Protección de Inversiones, otro sobre compras públicas y –lo más importante– está vigente el Acuerdo de Complementación Económica del año 1996 donde ambos países, con la anuencia de los otros socios del Mercosur, acordaron acelerar la desgravación arancelaria hasta el 100% del comercio efectivo.
La diferencia se estaría dando en la ecuación de poder dentro de la fuerza de gobierno, por cuanto a los sectores considerados moderados, es decir el denominado eje Vázquez, Astori, Nin Novoa, este Tratado con Chile les significa quebrar la cadena sistemática de derrotas que han sufrido en la pulseada con los grupos radicales en muchos temas, donde han sido objeto del veto de los grupos sesentistas ya a partir de la negativa a suscribir un TLC con Estados Unidos y en cambio seguir apostando a un “más y mejor Mercosur”, cuyas consecuencias todos sabemos.
En esta perspectiva, desde el punto de vista partidario-ideológico los resultados de la votación significan mucho más que las consecuencias para la economía uruguaya, o al menos a si lo ven algunos.
Pero habrá que ver el real impacto que este nuevo esquema pueda tener. Porque es posible que en esta oportunidad haya jugado a favor el hecho de que Chile volvió a manos del un socialismo, que aunque muy centrado, es socialismo –al menos a los ojos del mundo–. Pero los radicales uruguayos difícilmente cambien la cabeza y esto que votaron hoy, es probable que no se repita si se trata de un TLC con un país “enemigo”. Y para peor, este tratado puede ser el ejemplo que usarán para demostrar que “si es por el país, apoyan” un tratado de libre comercio… Siempre y cuando sea entre compañeros.